Siete preguntas y respuestas para entender mejor por qué los huertos urbanos pueden ser tóxicos

Siete preguntas y respuestas para entender mejor por qué los huertos urbanos pueden ser tóxicos
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Hace unos días se publicaba un artículo en Magnet acerca de los riesgos que suponen los huertos urbanos. En él, se aborda de forma general y fácil de comprender, los principales riesgos que presentan los huertos urbanos y al que agradezco la cita que me hace. Sin embargo, tanto en las respuestas en redes sociales como en el recorrido que ha tenido la nota (ej. Menéame), observé que han quedado bastantes dudas y conceptos sobre por qué los huertos urbanos pueden suponer un riesgo real para la salud humana. Intentemos aclararlas.

1. ¿Pero no hay tantos huertos urbanos, no?

En los últimos 20 años han proliferado por todos los ayuntamiento diferentes iniciativas de agricultura urbana o de huertos urbanos. Si en el año 2000 apenas había unas 9 zonas de huertos urbanos en España que representaban 148.000 metros cuadrados, según datos de Gregorio Ballesteros, esta cifra crecía hasta las 508 zonas y más de 2 millones de metros cuadrados según datos del mismo autor para el año 2014 (Ballesteros 2016, comunicación personal). Esta situación es similar en la mayoría de países desarrollados y no tan desarrollados, donde la agricultura urbana es una necesidad más que una actividad lúdica.

Porque la situación de los huertos urbanos en Europa generalmente es eso, una actividad lúdica. Planteados inicialmente como una forma de acercar el campo de los urbanitas (o un pasatiempo), su crecimiento se ha hecho imparable y es este el gran problema de los huertos urbanos.

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Los huertos urbanos están gozando de una increíble expansión.

El problema de esta fiebre hortofrutícola es que puede tener grandes riesgos . Las ciudades, que ya albergan a más del 50% de la población mundial, no suponen el mejor ambiente para la salud humana por la influencia del transporte y de actividades industriales o constructivas, que pueden aportar al aire y al suelo elementos y compuestos potencialmente tóxicos (EPTs), tales como metales, o nuevos contaminantes, como los hidrocarburos aromáticos policíclicos (PAHs), policlorobifenilos (PCBs) (ejemplo en Londres), además de riesgos como los microplásticos, cuyas consecuencias aún desconocemos.

2. ¿De dónde surge la contaminación que puede afectar a los huertos urbanos?

Por suerte, en Europa y en la mayoría de los países del mundo los combustibles ya no contienen plomo. Durante décadas el plomo ha sido el gran problema de los ambientes urbanos, por sus graves problemas en el desarrollo fetal y durante la infancia, principalmente por sus efectos neurotóxicos.

A pesar de que no existe plomo en las gasolinas, éste continúa en el suelo, algo que pude verificar durante el desarrollo de la tesis con suelos urbanos de Vigo. Aunque los contenidos de plomo no eran excesivos, unos 250 mg kg-1, cuando estudiamos los ratios isotópicos indicaron que las gasolinas eran el principal contribuidor de plomo en suelo (+40% en promedio). Y estamos hablando de una ciudad relativamente pequeña, unas 300.000 personas y un movimiento de escasos 500.000 vehículos diarios.

Tomates
Podrían haber estado en contacto con mucho plomo.

El plomo sigue muy presente en los ambientes urbanos. Está presente en baterías, elementos de construcción, pinturas de edificios antiguos o partes metálicas de vehículos. Y además del plomo, existen otros elementos potencialmente peligrosos, casi siempre con origen en el transporte y en las actividades industriales. Son los "contaminantes urbanos": bario, procedente de la abrasión y desgaste de los frenos de los vehículos; o cobre, níquel y zinc, procedentes de las emisiones industriales y el desgaste de los vehículos, y que en cantidades elevadas pueden representar un riesgo para la salud humana.

3. Si los combustibles ya no tienen plomo, ¿cómo pueden los cultivos estar contaminados?

El problema de los ecosistemas urbanos no suele ser tanto el contenido total, que normalmente es elevado o muy elevado, sino cuánto de este contenido puede estar biodisponible o accesible a la red trófica (humanos, animales, plantas). Ese el gran dilema de las huertas urbanas: los cultivos suelen ser favorables a la captación y acumulación de estos elementos y compuestos potencialmente tóxicos.

Diferentes trabajos han indicado la existencia de concentraciones de estos elementos significativamente más elevadas cuando se analizaron plantas de huertas urbanas frente a las de agricultura tradicional. Es el caso de ciudades como Wroclaw (Polonia), por el efecto de la actividad industrial (Kabala et al. 2009 - PDF), Bolonia (Antisari et al. 2015), Berlín, por el efecto de tráfico (Saumel et al. 2012), o la propia ciudad de Madrid (Beesley 2014 - PDF, Izquierdo et al. 2015).

Estos dos últimos ejemplos, Berlín y Madrid, son posiblemente de los más interesantes por el impacto del estudio y la cercanía.

Vida
Un cartel en un huerto urbano brasileño. Quizá quiten más vida de la que dan.

En el caso de Berlín (en El Blog de Búho Gris se hace un buen resumen en castellano) se habían analizado las concentraciones de diferentes metales pesados (cadmio, cromo, cobre, níquel, plomo y zinc) en especies cuktivadas: tomate, acelgas, zanahorias, guisantes, patatas coles y menta. Observaron que los cultivos tenían niveles más elevados de los metales observados que los cultivos del supermercado de la zona, aunque estos niveles se reducían cuando se trataban de cultivos de invernadero o protegidos por barreras vegetales.

El caso de Madrid es más reciente y está hecho en dos trabajos diferentes. En ambos se observó cómo el cobre, el cromo, el plomo y el zinc eran los elementos más preocupantes, dado que podían representar un grave riesgo, fundamentalmente para los niños. El estudio de Beesley (2014) indicaba que había una mayor acumulación de metales en especies aromáticas, y la necesidad de analizar las amenazas de la acumulación de los catalizadores empleados como sustitutivos al plomo, tales como el platino, el rodio y el paladio, y de los que aún desconocemos un poco sus efectos.

4. ¿Cómo hemos llegado a no saber si un huerto puede resultar tóxico o no?

Normalmente, la existencia de elevados niveles de elementos y compuestos potencialmente tóxicos se produce por diferentes motivos.

Por un lado, por la propia dinámica urbana de las emisiones relacionadas con el transporte y de la actividad industrial, tanto en la propia ciudad como en las cercanías, y que está muy influenciada por la localización de la ciudad (como ocurre en la contaminación urbana de Madrid) o en las dinámicas de vientos y otros aspectos.

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Niños y huertos urbanos: una combinación no tan positiva.

Por otro, y quizás más importante aún, porque la mayoría de los huertos urbanos NO existe planificación previa.

De forma habitual, los huertos urbanos se instalan en suelos abandonados que han acumulado EPTs durante años. Además, en muchos casos, no existe evaluación histórica de los riesgos. No tiene mucho sentido planificar huertos urbanos en localidades como Mieres (Asturias), cuando ha sido históricamente una de las localidades con mayores niveles de contaminación urbana por las actividades industriales y del transporte de España (Loredo et al. 2003).

5. ¿Podemos utilizar suelo del campo no contaminado y así librarnos de los EPTs?

Sucede que también hay riesgo de acumulación de EPTs. Los huertos y el "nuevo suelo" estarían en contacto con el aire, que puede contener EPTs de forma particulada, e ir acumulando los agentes contaminantes.

Normalmente, los cultivos tienden a captar entre el 20 y el 25% de los EPTs disponibles en el suelo, en especial del plomo, aunque lo más preocupante es la deposición atmosférica de las partículas de EPTs sobre los cultivos, que normalmente es la responsable de más del 70% del contenido contaminante en los cultivos, especialmente en los cultivos de hoja (como ocurre con las espinacas o las acelgas).

Estimado @Revernau, los pisos o la vida en las ciudades tampoco es beneficiosa y la contaminación urbana es un grave problema en la salud pública, con la diferencia de que tenemos medidas de mitigación del impacto. Al comer vegetales de huertos urbanos, estas medidas de mitigación se pierden.

6. ¿Y qué pasa con los huertos no-urbanos? ¿También esos están contaminados?

Esta es una de las críticas que más observé a raíz de la nota inicial en Magnet, tal y como podemos comprobar en el hilo que generó el artículo en Menéame, y que también generó comentarios similares en Twitter o Facebook.

El propio trabajo de las huertas urbanas de Berlin demuestra que los contenidos de EPTs en los cultivos urbanos son significativamente mayores que los cultivos vendidos en supermercados y de agricultura "industrial". Además, las prácticas agrícolas normalmente reducen la biodisponibilidad de metales en los cultivos y no están situados en ambientes potencialmente contaminados como son las ciudades.

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Los huertos no urbanos están menos expuestos a agentes contaminantes.

"En cambio, los huertos "profesionales", hasta arriba de pesticidas y glifosatos son sanísimos, oiga" — Comentario en Menéame.

La biodisponibilidad de pesticidas y glifosatos es significativamente menor que la biodisponiblidad de metales y PAHs, con peores efectos que los contaminantes previamente mencionados, además de que su aplicación en los huertos "profesionales" está sometida a mayores controles de los que se creen habitualmente.

7. Vale, ¿entonces cómo puedo saber si puedo tener un huerto urbano en mi barrio?

Un breve listado de posibilidades:

  • Los huertos urbanos necesitan un estudio previo de cada localización, algo que no suele ser habitual.

  • Es necesaria la caracterización exhaustiva de las propiedades del suelo, detectando cuáles pueden influir en una mayor biodisponibilidad de los EPTs. Esto llevaría a la necesidad de encalar el suelo para tener valores neutros o ligeramente básicos de pH, y/o de enmendar los suelos con materia orgánica para reducir la biodisponibilidad de estos EPTs.

  • La historia industrial del entorno va a influir mucho en la acumulación o no acumulación de materiales contaminantes. No tiene mucho sentido poner huertos urbanos en localidades con una fuerte actividad industrial o con la existencia de industria contaminante, tales como siderurgias o complejos petroquímicos. Tampoco si estamos hablando de ciudades con una elevada actividad de transporte. Madrid no sería la mejor elección para una huerta urbana.

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¿Invernadero? Sí, gracias.
  • Es necesario plantar barreras vegetales que minimicen la entrada de partículas de EPTs, o que los cultivos se realicen en invernadero.

  • La selección de las especies adecuadas. Los cultivos de fruto normalmente van a acumular menos EPTs que los cultivos de hoja o tallo, y la realidad es que son los cultivos de hoja o tallo los que más se plantan en estas huertas urbanas (porque tienen un crecimiento más rápido).

  • La limpieza exhaustiva de los diferentes aperos de labranza que se vayan a emplear, además de evitar que los niños puedan consumir o tocar el suelo de estas zonas, lo que implicaría la eliminación de las huertas urbanas que se están poniendo de moda en escuelas.

Una nota final a modo de resumen

Debido a la falta de suelo agrícola útil, bien sea por su inexistencia o por su contaminación y deterioro, se estima que la agricultura urbana puede ser una nueva vía de cultivo. Sin embargo, la agricultura urbana conlleva grandes riesgos que necesitan ser minimizados, algo que normalmente no se realiza. Las iniciativas de agricultura urbana están bien como actividad lúdica y/o cultural, pero pretender alimentar a población con sus cultivos es un error, ya que la práctica mayoría cultivos urbanos no tienen ningún tipo de control y se sitúan en entornos potencialmente contaminados.

Sobre el autor: Andrés Rodríguez Seijo es licenciado en Biología y doctor por la Universidade de Vigo. Desarrolló su tesis doctoral sobre el conocimiento de la dinámica del plomo en suelos mineros, urbanos y campos de tiro. Actualmente está comenzando a estudiar los efectos de los microplásticos en suelos.

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Imagen | Iglesia en Valladolid, Municipalidad en Miraflores, 12M15MHuelva, jacinta lluch valero, influenZia marketin, Andrés Pérez Mohorte, Agencia Brasilia

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