En 11 minutos puedes saber más de las elecciones en el Reino Unido que un tertuliano

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Más de 50 millones de votantes están llamados a las urnas hoy en las islas británicas. Gran Bretaña se enfrenta a una de las elecciones más importantes de su historia reciente. ¿Por qué? En caso de que no te hayas interesado mucho por el evento de la semana en Europa, no te preocupes, aquí te traemos una breve guía para neófitos de las elecciones británicas. Todo lo que tienes que saber, incluido el motivo por el que los británicos, tan suyos, celebran unos comicios un jueves.

Lo importante: ¿quién va a ganar?

Empecemos por lo simple: nadie lo sabe.

Gran Bretaña es por defecto un estado poco dado a las emociones políticas fuertes. Las elecciones se celebran cada cinco años y el sistema electoral está pensado para que nadie se lleve demasiados sobresaltos durante sus respectivas legislaturas (luego veremos por qué). Esta vez eso va a cambiar: las encuestas más recientes simplemente no saben a quién dar por ganador, si al Partido Conservador, actualmente en el gobierno, o al Partido Laborista, líder de la oposición.

¿Qué ha sucedido para llegar a esta situación? Varias cosas. Por un lado, la pérdida de votos del Partido Conservador. David Cameron es el actual primer ministro, pero su popularidad no cotiza tan al alza como lo hacía hace cinco años, cuando era la única alternativa real a un depauperado Partido Laborista. Cameron, un tory de clase alta educado en Eton y Oxford y fotografiado en el pasado de esta manera tan graciosa (número 2), ha diseñado las grandes líneas de su gobierno en torno a la contención del gasto, un gran interrogante sobre la UE y la permanencia de Escocia en Gran Bretaña.

El Partido Conservador se las ha apañado para acortar gastos, reducir el déficit y dar seguridad al electorado inglés más conservador

Su éxito ha sido relativo. El Partido Conservador se las ha apañado para acortar gastos, reducir el déficit y dar seguridad a todos esos abuelitos y abuelitas británicos muy preocupados por un inminente colapso financiero mundial debido al dispendio incontrolable de esos socialistas europeos. No ha arrasado con todo (el sistema de salud británico es demasiado importante para sus votantes), pero ha sí ha reducido de forma significativa el gasto público. Sobre la UE aún pende la sombra de un referéndum a celebrar en la próxima legislatura. De Escocia hablaremos un poco después.

Frente a él, Ed Miliband, renovado líder del Partido Laborista. Entender la deriva reciente de los laboristas en Gran Bretaña es sencillo: la vieja guardia del partido se retiró del liderazgo del partido tras la notoria derrota y continuo desprestigio de su marca en 2010. Tras años de políticas coqueteando con la derecha, el Partido Laborista había perdido parte de su identidad. Miliband ha entendido que, en la situación actual, quizá fuera conveniente desandar los pasos y volver, aunque sea de forma tangencial, a retomar parte de su tradicional discurso de izquierdas.

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Ed Miliband no es tan atractivo como Pedro Sánchez, pero podría ganar las elecciones.

¿Familiar, verdad? Ed Miliband es una versión algo menos atractiva de Pedro Sánchez, con la diferencia de que su partido no se ha hundido tanto en el fango. Y de que no le ha surgido ningún competidor a nivel estatal. Que no regional.

Aunque el liderazgo de Miliband no es exactamente el de Winston Churchill, la erosión natural a la que se ha visto sometido David Cameron en una legislatura muy complicada (crisis, Escocia) ha permitido que el Partido Laborista tenga serias opciones de hacerse con el poder. En el fondo, ninguno de los dos va a ganar las elecciones con mayoría absoluta, de modo que su victoria sólo les permitirá intentar formar coalición de gobierno con alguno de los partidos restantes de la Cámara de los Comunes. ¿Quiénes?

Vale, tienen que pactar: ¿con quién?

Al igual que en las elecciones de 2010, el Partido Conservador no va a ganar las elecciones con mayoría absoluta, algo que le obliga a (horror) pactar. Los ingleses son poco amigos de las coaliciones de gobierno, casi menos que nosotros, los españoles. Si creías que el sistema electoral español era una trampa mortal para terceros partidos es porque no has echado un vistazo al británico. Es una reyerta callejera contra Stalingrado: no hay color.

El partido de Nick Clegg ha sufrido una fuerte erosión al estar en el Gobierno pero no dictar sus políticas

Durante los últimos cinco años, David Cameron ha formado coalición de gobierno con el Partido Liberal Demócrata de Nick Clegg, una suerte de opción centrista, proeuropea y moderada que obtuvo un éxito notorio en 2010. Clegg no tardó mucho en descubrir los inconvenientes de ser la fuerza menor de la coalición: su partido ha sufrido una fuerte erosión al estar en el Gobierno pero no dictar sus políticas. Además, su principal proyecto, el de la reforma electoral, fue tumbado por sus propios socios. ¿Por qué era tan importante el sistema electoral para Clegg?

De un modo muy resumido y básico: los escaños del Parlamento británico se escogen a través de circunscripciones únicas. Al contrario que España, donde las circunscripciones son grandes y permiten la entrada (parcial) de terceros partidos (la provincia de Zaragoza, por ejemplo, elige 7 escaños), en Gran Bretaña cada circunscripción elige tan sólo a un diputado. Será su representante. Situación ideal para fomentar el voto cautivo y eliminar de un plumazo cualquier alternativa.

La mayoría de las circunscripciones británicas están controladas o por el Partido Laborista o por el Partido Conservador. Como explica Timothy Garthon Ash en El País, en muchas de ella da igual si quieres votar, digamos, al Partido Liberal Demócrata: es tirar el voto por el retrete. No va a contar para nada, porque es imposible que tu candidato gane al, digamos, laborista, que lleva cuarenta años imponiéndose en esa circunscripción. El sistema está diseñado especialmente para fomentar mayorías amplias y estables en Londres. Aunque esta vez no va a funcionar.

Uno de los motivos por los que Gran Bretaña se enfrenta a la horrorosa y muy europea idea de una gran coalición de gobierno es Escocia

Uno de los motivos por los que Gran Bretaña se enfrenta a la horrorosa y muy europea idea de una gran coalición de gobierno es Escocia. Tradicional caladero del Partido Laboresta (la cultura política escocesa es ligeramente más progresista y estatista que la inglesa, hoy por hoy conservadora y liberal), la situación política en Escocia se ha descontrolado. El SNP, el partido nacionalista e independentista escocés, va a arrasar con todo: está previsto que consiga más de 50 escaños en Londres, erosionando principalmente a los laboristas. Eso obliga al pacto de forma automática.

Y pactar implica negociar. Lo que implica volver a poner encima de la mesa la cuestión escocesa.

¿Escocia otra vez? ¿Pero no habían votado ya?

En efecto, el pasado referéndum escocés de septiembre dejó claro que una mayoría de los escoceses no tenían una especial preferencia por la independencia de su país. En la mayor parte de las regiones escocesas se impuso la opción del "no" con más o menos intensidad, ganando el referéndum con una más que holgada diferencia. Si creías que eso iba a enterrar de un plumazo siglos de aspiraciones nacionalistas por parte de los escoceses, estabas equivocado.

Dada la abrumadora victoria que el SNP va a conseguir en las elecciones que se celebran hoy, unido a la más que previsible igualdad entre laboristas y conservadores en el resto del estado, es bastante probable que sea una fuerza clave para determinar la vida política británica durante los próximos cinco años. Con todo lo que eso implica. Para empezar, que el Partido Conservador lo va a tener más difícil para pactar. El SNP simplemente no puede ver ni en pintura a los tories, motivo primario de sus aspiraciones independentistas.

De modo que nos restan los laboristas, que, en la más reciente tradición de su torpeza comunicativa total (hablamos de un partido capaz de incentivar el voto femenino con una furgoneta rosa fosforito, por mucho que se empeñaran en disimularlo), han estado jugando al gato y el ratón con la idea de una posible coalición con los escoceses. El SNP ha anunciado que nada le complacería más, incluso dejando a un lado (it's a trap!) su programa nacionalista. Los laboristas han negado la idea de antemano, quedando en una posición orgullosa pero bastante vulnerable.

El eje político británico va a girar durante los próximos años en torno a la devolution, que es lo que en España llamamos con algo menos de gracia descentralización

El SNP quiere otro referéndum (lo va a querer siempre que no lo gane), pero al margen de esta cuestión, el eje político británico va a girar durante los próximos años en torno a la devolution, que es lo que en España llamamos con algo menos de gracia descentralización. Tanto conservadores como laboristas se comprometieron antes del referéndum a dar más competencias a los escoceses. Posteriormente, una vez ganado, se echaron algo para atrás. Ahora el SNP quiere lo adeudado, y tras él se cierne sobre Gran Bretaña "the West Lothian question". Su particular qué-hay-de-lo-mío.

La idea es bastante simple: ¿por qué Escocia puede participar y decidir en los asuntos exclusivamente ingleses pero Inglaterra no puede participar y decidir en los asuntos exclusivamente escoceses? Espoleados por un razonamiento tan lógico, los alcaldes de las grandes zonas metropolitanas de Inglaterra han empezado a reclamar más competencias. Las ciudades están heridas de muerte, ahogadas financieramente y sin capacidad de maniobra, dada la fuerte centralización de la gestión política inglesa. Si Escocia quiere su parte del pastel con 5 millones de habitantes, ¿por qué ellas, con bolsas de población igual de respetables, no iban a poder?

Bandera Escocesa

El panorama es tan inquietante como excitante para todo espectador neutral. Detrás de los escoceses y de las grandes ciudades inglesas llegan los irlandeses del norte y los galeses, estos últimos habitualmente con una identidad nacional más compatible con la inglesa. Eso sí, también con sus propios partidos nacionalistas que, como Plaid Cymru, observan con entusiasmo todo lo que está pasando en Escocia y ansían replicarlo en Gales. También tendrán escaños en el próximo parlamento, aunque serán mucho más minoritarios.

Salir de la UE: una amenaza real

Por si la situación política y económica en Gran Bretaña no fuera de por sí lo suficientemente compleja, al cóctel debemos añadir la posibilidad de abandonar la Unión Europea. No es en absoluto una quimera: el UKIP, el partido nacionalista inglés, xenófobo y antieuropeísta que venció de forma abrumadora en las pasadas elecciones europeas, sólo va a quedar relegado a una posición minoritaria dentro de la Cámara de los Comunes gracias a la sabiduría proverbial del sistema electoral británico. Eso no oculta que hay muchos británicos que no quieren seguir en la UE.

El UKIP, el partido nacionalista inglés, xenófobo y antieuropeístasólo va a quedar relegado a una posición minoritaria gracias a la sabiduría proverbial del sistema electoral británico

Los tories, partido conservador inglés por antonomasia, tradicionalmente escéptico ante la idea de la Unión Europea, ha dado un paso más allá. David Cameron prometió durante la pasada legislatura un referéndum para decidir si el país quería continuar en ese burdel de gasto público y democracia pactada que es Bruselas. Una gran mayoría de los votantes de Cameron, generalmente poco preocupados por lo que suceda al otro lado del Canal de la Mancha, aceptó encantada la idea, lo que sitúa a Cameron en la tesitura de realmente celebrar el referéndum si revalida su gobierno.

Farage
Este hombre no quiere tener nada que ver con la Unión Europea.

Esto es un problema para Gran Bretaña, claro. El resto de votantes del país no es tan hostil a la idea de permanecer en la Unión Europea. Tanto los laboristas como especialmente los nacionalistas escoceses quieren mantener su proyecto político dentro de los límites de la UE, por más defectuosa que haya demostrado ser durante los últimos cinco años. El socio más importante de Gran Bretaña, Estados Unidos, también ha mostrado su ligera inquietud ante la posibilidad de que su principal intermediario con Bruselas se quede fuera del terreno de juego.

Las consecuencias para el resto de europeos serían importantes, pero sólo hasta cierto punto. Gran Bretaña no está dentro del euro (ni pretende estarlo), se quedó fuera de la Zona Schengen de forma deliberada, y sus aportaciones a la caja común de todos los europeos se realizan en un régimen especial. De entre todas las salidas de grandes estados de la UE, la suya es la menos dramática.

¿Podrías hacer un resumen?

Por supuesto.

Dos partidos se juegan la victoria: el Partido Conservador, actualmente en el gobierno, y el Partido Laborista, líder de la oposición. Las encuestas son muy claras: la situación es de una igualdad casi total, de modo que ninguno va a conseguir una holgada victoria que les permita gobernar en mayoría. Eso implica o bien formar coaliciones de gobierno o bien gobernar en minoría con apoyos puntuales.

Un partido va a conseguir un número de escaños lo suficientemente amplio como para servir de apoyo a uno de los dos vencedores. Es el SNP, el partido nacionalista escocés. Por motivos ideológicos, es imposible que el SNP acceda a apoyar a un gobierno conservador, de modo que resta la posibilidad de que entren en coalición con el Partido Laborista o de que apoyen un gobierno en minoría progresista. Los laboristas se han mostrado reacios a esta idea, temerosos de que esta coalición se vea como una traición a los ingleses y una rendición ante el independentismo escocés.

Hay más opciones. Por un lado, complejas coaliciones de gobierno que incluirían al UKIP, a los irlandeses protestantes del norte, a los galeses y a otros partidos minoritarios. Por otro, el papel que pueda desempeñar el Partido Liberal Demócrata, liderado por Nick Clegg. Ha sido el socio de gobierno del partido conservador durante los últimos cinco años, pero no va a volver a serlo. No tendría problema en apoyar gobiernos en minoría tanto de los laboristas como de los conservadores.

¿Qué pasa con Escocia? Que el proceso sigue latente, a pesar de la derrota de la opción independentista en el pasado referéndum de septiembre. El SNP quiere otra votación y avanzar en el proceso de descentralización y de devolución de competencias. Tras los escoceses llegan las grandes ciudades inglesas y la idea de reformar el sistema electoral británico de modo que Londres deje de tener tanto peso en las políticas regionales y locales del resto del país. Es una incógnita, no obstante.

¿Qué pasa con la economía? Gran Bretaña ha atravesado días mejores. Aunque no azotada al mismo nivel que los países del sur de Europa, su economía se ha estancado de forma preocupante, y la salida de la crisis ha sido lenta y difícil. Los conservadores quieren tener superávit el año que viene: eso implica (aún) más recortes del gasto público, una situación que los laboristas quieren revertir, ralentizando el proceso de reducción del déficit en favor de políticas algo más sociales.

¿Qué pasa con la Unión Europea? Laboristas, escoceses y liberal demócratas no quieren salir de la Unión Europea. Conservadores y euroescépticos (UKIP) sí. Cameron, el actual primer ministro, ha prometido un referéndum para determinar si Gran Bretaña sigue dentro de la Unión Europea en caso de que gane las elecciones. Eso implicaría de forma automática otra rebelión escocesa, cuya voluntad europeísta es más firme que la del electorado conservador inglés. Es otro asunto incierto.

Vale, ¿y el resumen?

Ehm, sí, ya habrás visto que la concisión no es lo nuestro. Es probable que aún tengas un par de preguntas pendientes. Vamos a ellas.

"Quiero saber más, ¿tienes por ahí algún enlace donde se explique las elecciones más en profundidad?". Por supuesto. The Guardian ofrece el punto de vista inglés. En este texto de El País puedes entender mejor las claves electorales y de pura negociación política. En El Diario tienes cinco claves diferentes, además de qué pasaría en caso de que nadie llegue a formar gobierno (una posibilidad real). BuzzFeed tiene listas. Con datos. Pero listas (y quizá algún gif).

Polling Station

"Vale, todo me ha quedado claro, ¿pero por qué narices los británicos celebran las elecciones un jueves?". Ah, aquí entra en juego el proverbial amor de los británicos a sus tradiciones, idiosincrasia del país y de su cultura. Las elecciones siempre se celebran el primer jueves de mayo. Es una fecha fija, del mismo modo que lo es el 4 de noviembre en Estados Unidos: da igual en qué día caigan, los comicios para elegir la Cámara de los Comunes han de realizarse de forma regular el primer jueves de mayo. Son unos clásicos, y es parte de su encanto.

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