"Muerta como un dodo": el golpe interno del partido conservador contra Theresa May

"Muerta como un dodo": el golpe interno del partido conservador contra Theresa May
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Theresa May comienza a atisbar el final de la escapada. A escasos meses de que finalice el periodo de negociaciones entre Reino Unido y la Unión Europea, la primera ministra tiene un sinfín de problemas encima de la mesa. Por un lado, parece incapaz de llegar a acuerdo alguno con Bruselas: la Unión se ha mostrado firme durante todo el proceso negociador, y las aparentes concesiones mostradas por May en su Chequers Plan no han logrado desbloquear la situación.

Por otro, el enemigo está en casa.

It's a coup! May se enfrenta estos días a una abierta revuelta, o a una potencial sedición, dentro del Partido Conservador. The Telegraph ha publicado hoy un informe interno elaborado por el ala dura del partido en el que se analizan los perfiles de diversos candidatos para sucederle en Downing Street. La historia llega pocos días después de que una cincuentena de diputados conservadores se reunieran en secreto para discutir una posible moción de censura contra May.

El ala dura tory tan sólo necesitaría cincuenta actas de diputados para convocar el voto, que pondría fin a la breve y controvertida legislatura de May. No está claro que el golpe se vaya a concretar, de un modo u otro, en el corto plazo. Pero el ruido de sables es insoslayable ahora mismo en Londres. Un antiguo colaborador de May definió su futuro con elocuencia: "Muerta como un dodo".

¿Por qué? Gran parte de los tories observan con preocupación e insatisfacción el curso de las negociaciones. Juzgan a May demasiado conciliadora y creen que un acuerdo con la Unión Europea sólo redundaría en más concesiones por parte de Reino Unido. Es el ala dura leaver, un numeroso grupo de disidentes comandados por Jacob Rees-Mogg (líder del European Research Group y engolado epítome de la inglesidad) y Boris Johnson, excéntrico y oportunista agitador.

Ambos montaron en cólera el pasado julio, cuando Theresa May desveló su Plan Chequers, una serie de posiciones clave por parte del gobierno británico para cerrar un acuerdo con Bruselas. En él, May aspiraba a obtener ciertos grados de cooperación con la Unión Europea manteniendo algunas áreas de la economía británica adheridas al mercado único (como la agricultura y manufacturas) al tiempo que facilitando un acuerdo aduanero que permitiera ciertas libertades comerciales.

¿Qué quieren? En esencia, el Plan Chequers se asemeja a un Brexit suave en el que Reino Unido toma una posición próxima al cuerpo comunitario (similar, si bien mucho más distante, a la de Noruega). La oferta de May implicaría sostener algunas áreas económicas bajo la mirada de los reguladores europeos, un línea roja inasumible para Rees-Mogg y compañía, quienes prefieren un "no-deal" a un acuerdo que, a su juicio, pueda minar los intereses del Reino Unido.

El ala dura quiere un Brexit duro. Por las buenas (acordado) o por las malas. Theresa May, muy consciente de lo que está en juego, no está dispuesta a concedérselo, pero necesita aprobar su particular plan en el Parlamento. Y por eso su cabeza corre peligro.

¿Ganará May? La posición de May se asemeja a la de Tsipras hace tres años: sus votantes y sus compañeros de partido le exigen hipotecar el interés nacional a una ilusión imposible, un Brexit duro al tiempo que beneficioso para el Reino Unido. May, que choca mensualmente con la rocosa negociación del bloque comunitario, sabe que la mejor opción para el país pasa por un acuerdo razonable, no emocional, con la Unión Europea. Sin embargo, ni tiene la fuerza negociadora para fijarlo en sus propios términos ni sus enemigos tienen la suficiente paciencia.

No puede ganar, sólo perder. La cuestión es cómo y por cuánto.

¿Qué queda? La fecha límite es marzo. El mes marca el fin del periodo de negociaciones y la ruptura total entre el Reino Unido y la Unión Europea. May necesita un acuerdo de mínimos que convenza a sus votantes y acalle las voces rebeldes en su partido. Pero por el momento está lejos de él. El principal escollo es Irlanda: a priori, el acuerdo de no-deal firmado en enero aseguraba al permanencia de Irlanda del Norte, virtualmente, dentro de la Unión Europea. Desde entonces, su gobierno ha manifestado que es una cláusula imposible de asumir.

Más de medio año después, no hay respuesta. Si hay ruptura debe haber frontera, algo que no desea ni la Unión Europea ni Reino Unido. Por el momento, la cuestión ha rotado en torno a su posición: ¿entre Irlanda e Irlanda del Norte o entre Irlanda del Norte y Reino Unido? Si nadie sacrifica su capital político y cede, lo más probable es que no haya acuerdo. Con o sin May.

Imagen: Peter Nicholls/AP

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