Tranquilo, la Unión Europea no va a prohibir tu kebab de las 6 de la mañana a la vuelta del after

Tranquilo, la Unión Europea no va a prohibir tu kebab de las 6 de la mañana a la vuelta del after
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Una búsqueda rápida por Google o Twitter descubre una inquietante información: "La Unión Europea se plantea prohibir los kebabs". Tan preciado manjar, surgido en Berlín a principios de los años setenta y estandarizado como un paraíso de la comida rápida, se vería así abocado a la desaparición. Otra muesca en el revolver de la gris burocracia de Bruselas.

El enfoque de la noticia era irresistible porque la mayor parte de los europeos amamos al kebab con locura. De modo que se repitió de forma sistemática en todos los medios: "Los Doner Kebabs podrían tener las horas contadas", "Estas son las razones por las que la Unión Europea quiere prohibir el kebab", "La Unión Europea podría prohibir el kebab por los riesgos a la salud" y un largo etcétera de titulares similares. Allá donde se mirara tan sólo se atisbaba un negro horizonte para el kebab.

Ahora bien, la noticia así contada es incorrecta, o cuanto menos incompleta. Lo es por varios motivos, explicados (sin éxito, como es evidente) tanto por la Comisión Europea como por el Parlamento.

Fosfatos o no fosfatos, he ahí la cuestión

Para entenderlo, demos dos pasos hacia atrás. La Unión Europea funciona de forma similar a otros sistemas políticos nacionales. Por un lado tenemos a la Comisión Europea, el brazo ejecutivo de la Unión y el equivalente a su gobierno. Por otro, tenemos al Parlamento Europeo, su órgano legislativo. El primero puede plantear proposiciones de ley, y el segundo se encarga de discutirlas, enmendarlas y aprobarlas. A menudo, este trabajo se realiza en comisiones parlamentarias específicas. Una de esas comisiones es la de Salud y Medio Ambiente (ENVI).

Todos ellos tienen su parte de protagonismo en este pequeño lío. La historia se inicia en la Comisión Europea, que plantea al Parlamento abrir la mano de la Unión en materia de fosfatos, un aditivo alimentario prohibido en todo su territorio de forma general. En concreto, la Comisión pedía autorizar la utilización del fosfato E 338-452 en los kebabs, de tal modo que la textura, el jugo y el sabor de la carne se conservara durante más tiempo en mejor estado.

¿Qué sucede? La propuesta llega a la comisión ENVI, donde los diversos diputados de la cámara discuten sus consecuencias. Los fosfatos, decíamos, están prohibidos por norma: la UE considera que entrañan algún tipo de riesgo para la salud de los europeos. Esto incluye a los kebabs congelados (la carne en crudo), que, al quedar al albur de la regulación comunitaria, no pueden llevar fosfatos. Al menos no legalmente.

Besties
Tu mejor amigo el domingo a las 7 de la madrugada. (Brian Jeffery Beggerly/Flickr)

La Comisión pide cambiar esto e introducir una mención explícita a los kebabs congelados. Tomando como base muchas otras excepciones en materia de aditivos y fosfatos, reclama que el E 338-452 sí pueda ser utilizado legalmente por la industria del kebab (interesada en aditivos que prolongan la vida de su producto).

ENVI estudia la propuesta y vota en contra. Lo hace amparada en varios informes y estudios científicos que plantean serios interrogantes sobre la seguridad de los fosfatos E 338-452. En materia legislativa, la propuesta de la Comisión se aprobará o rechazará definitivamente en unas semanas en el pleno del Parlamento: de momento, no ha logrado que la comisión de Salud le baile el agua. En nuestro día a día, se mantiene el statu quo: los produtores de kebab no podrán incluir el fosfato en sus carnes, un fosfato que, por otro lado, en teoría no podían utilizar antes.

Algo de exageración por todas partes

¿Significa esto que el kebab vaya a ser prohibido? En absoluto. El Parlamento Europeo no debatía sobre la viabilidad alimentaria de sus carnes. Al fin y al cabo, se han estado produciendo y comercializando en todo el continente bajo su tutela, amparados y obligados a las numerosas regulaciones en materia de salud de la Unión. Su situación es virtualmente la misma: la única diferencia es que no podrán llevar los fosfatos E 338-452, como pedía la Comisión.

Es decir, todo sigue igual. Tu kebab favorito va a seguir donde estaba.

¿Qué pasa? Que el veto se ha interpretado de forma torticera, lo que ha contribuido a generar confusión. Las noticias han enfocado la resolución de tal modo que la comisión de Salud vetaba los fosfatos actualmente utilizados por los kebabs. Y que su prohibición condenaba a los vendedores de kebab a cerrar sus negocios. De ahí que el kebab tuviera los días contados. Pero esta realidad es alternativa: prohibir los fosfatos no cambia nada porque, virtualmente, ya estaban prohibidos.

Cuestión distinta es si el veto de la comisión es justo o no: por el momento, es temporal, dado que el Parlamento al completo tendrá que pronunciarse a favor o en contra el próximo 14 de diciembre. Si la cámara también rechaza la propuesta de la Comisión, su proyecto de ley tendría que ser revisado, lo que alargaría el proceso. En cualquier caso, a finales de 2018 la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria tiene previsto revisar su criterio en relación a la utilización de fosfatos (tales revisiones son periódicas en función de la evidencia científica disponible).

Kebab Buena
Luz de mis entrañas, k-e-b-a-b. (Hajime NAKANO/Flickr)

En Alemania, donde la industria del kebab es potentísima, el debate se ha llevado al terreno económico: según argumentan los defensores de la propuesta de la Comisión, la negativa parlamentaria pondría en peligro los más de 110.000 trabajos directos generados por la industria del kebab. De especial dramatismo y resonancia han sido las palabras de Kenan Koyuncu, portavoz de los comerciantes de kebab, tildando el veto parlamentario de "sentencia de muerte" (frase utilizada por todos los tabloides europeos para echar leña al fuego).

Como es natural, Koyuncu se lleva el asunto a su terreno: a los productores de kebab les interesa poder utilizar legalmente unos fosfatos que alargan la vida de su materia prima. Otros políticos conservadores alemanes han criticado a los verdes y a los socialdemócratas por hipocresía: hay fosfatos que sí son utilizados en otros productos, fruto de las muchas excepciones aprobadas tanto por la Comisión como por el Europarlamento. Lo cual "discrimina", según Koyuncu, al kebab.

Para Susanne Melior, europarlamentaria del SPD (los socialdemócratas alemanes), el asunto se ha ido de madre, porque lo que ha hecho la comisión ENVI ha sido testar la investigación científica al respecto. Nada más. Comprobar si la propuesta de la Comisión contaba con las suficientes garantías como para ser aprobada (al parecer, no). Ni se votaba sobre el kebab ni se cambiaba su regulación ni dejaremos de disfrutar de nuestro chorreante dürüm de las 6 de la mañana a la vuelta del after.

Así que tranquilo. El kebab va a seguir ahí cuando lo necesites.

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