El primer vuelo del Norge y su aventura para cruzar el Polo Norte

El primer vuelo del Norge y su aventura para cruzar el Polo Norte
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Hasta hace muy poco, el Polo Norte fue un lugar inhóspito e innacesible. E incluso hoy en día, el lugar habitado de forma permanente más cercano al Polo Norte es Alert, en Canadá, que se encuentra a unos 800 kilómetros. A efectos prácticos, el Polo Norte es como otro planeta, pues es el punto más alejado de cualquier atisbo de tierra: quienes llegan hasta él caminando en realidad lo hacen sobre una gruesa capa de hielo que cubre el océano.

Sin embargo, el 12 de mayo de 1926, por primera vez en la historia, el ser humano logró cruzar esta gélida región. Y además lo hizo a bordo de un dirigible que fue bautizado con el nombre de Norge, cuyo diseñador y piloto fue Umberto Nobile.

El diseño

Umberto Nobile era un ingeniero aeronáutico italiano, una nacionalidad muy poco frecuente en el ámbito de la exploración ártica. Pero Nobile se convirtió en una de las personalidades más extraordinarias del mundo de la aviación italiana porque fue piloto del primer aeroplano hizo el primer avistamiento de esta región.

Umberto Nobile 1920s

Al parecer, cuando estudiaba en la Universidad de Nápoles, Nobile quedó fascinado por las posibilidades aeronáuticas del pionero en la aviación Graf von Zeppelin, constructor del mítico dirigible Zeppelín. El terriblemente célebre accidente del dirigible Hindenburg un par de décadas más tarde, en 1937, condenó al olvido la idea de que los dirigibles fueran el medio de transporte del futuro. No obstante, antes de que llegara ese infausto día, Nobile continuaba soñando con los dirigibles y con usar uno para alcanzar lugares inalcanzables.

Después de la Primera Guerra Mundial, donde Nobile tuvo sus primeros acercamientos en el diseño de dirigibles de combate, creó su propia empresa dedicada a la construcción aeronáutica. Durante este periodo también impartiría clases en la Universidad de Nápoles, superando los exámenes para la obtención de la licencia de piloto, y también escribiría el libro de texto Elementi di Aerodinamica (Elementos de aerodinámica).

Además de la construcción y el diseño de dirigibles, Nobile se ocupó de otras muchas cuestiones aeronáuticas. Por ejemplo, en 1918 ideó el primer paracaídas italiano; y en 1922 promovió la construcción del primer aeroplano metálico italiano, el Caproni Ca 73. Pero su mayor gesta posiblemente fue el diseño y pilotaje del Norge.

El Norge

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El explorador noruego Roald Amundsen se había unido ya al millonario estadounidense Linconl Ellsworth en la aventura de conquistar el Polo Norte desde el aire empleando para ello hidroaviones. Sin embargo, un aterrizaje forzoso les dejó a 280 kilómetros de la meta.

Amundsen, el 14 de diciembre de 1911, había sido el primer ser humano en llegar al Polo Sur, de modo que era el viajero más apropiado para esa clase de viaje.

Amundsen pensó que quizá un dirigible podría ser el vehículo más adecuado para realiza aquella travesía. Si bien los aviones eran más rápidos, también sufrían averías inoportunas. Un dirigible, sin embargo, si sufría alguna avería en los motores, podía continuar flotando en el aire hasta que éstos se repararan. Es lo que pensó Admusen al leer estas líneas escritas por un ingeniero italiano que escribía en una publicación de la National Geographic Society:

A mí no me interesaba un aparato más pesado que el aire, con un dirigible se puede bajar lentamente o incluso quedarse quieto en el aire para observar algo o reparar algún daño. El aterrizaje presenta alguna dificultad, pero no es peligroso si se tiene previsto lo necesario.

Umberto Nobile 1
Umberto Nobile contemplando la salida desde Spitsbergen.

Inmediatamente se puso en contacto con el autor, el italiano Umberto Nobile, para que le facilitara uno de sus dirigibles para volar hasta el Polo Norte. El aparato fue bautizado con el nombre de Norge (Noruega), y el ingeniero y aviador Umberto Nobile fue el escogido para ponerse al frente de la tripulación del dirigible. El objetivo no solo era alcanzar el Polo Norte y sobrevovarlo, sino cruzarlo por completo para llegar hasta Alaska.

El Norge era un dirigible semirrígido adaptado para soportar las inclementes condiciones del Ártico. Para ello, el aparato había sido reforzado por enrejados metálicos en la popa y en la proa, conectando ambos extremos a la quilla mediante un tubo flexible de metal. El Norge tenía tres góndolas para tres motores y una cabina de control separada de ellas, todo en la parte inferior de la quilla. También era el primer dirigible semirrígido italiano dotado con una cola cruciforme desarrollada por la empresa Schütte-Lanz. Sus características técnicas eran:

  • Longitud: 106 m
  • Diámetro: 26 m
  • Capacidad de gas: 19.000 m³
  • Prestaciones: 115 km / h
  • Carga útil: 9.500 kg
  • Motores: 3 Maybach potencia total de 780 Hp/582 kW.

Para que los tripulantes pudieran soportar las temperaturas que se les avecinaban, en otoño de 1925 se construyó un cobertizo o estructura con cimientos de hormigón y armazón de madera. El combustible para volar tantas horas estaba formado por más de 4.500 cilindros de hidrógeno.

La expedición

Aquel gran viaje tuvo su inicio en Roma, el 29 de marzo ed 1926, realizándose la primera escala en Pulham, Inglaterra, a la que llegaron tras 32 hora de viaje ininterrumpido. Tras dos días de tareas de mantenimiento, retomaron el vuelo hasta el Oslo, luego hasta Leningrado y, finalmente, en el archipiélago de Svalbard, concretamente en la isla de Spitzberg. Aquel era el punto de salida hasta el viaje al Polo Norte.

El archipiélago noruego de Svalbard, conocido por muchos como "la Perla del Ártico", es un lugar remoto y extraño situado entre los 74º y los 80º Norte. Longyearbyen, su capital, es el sitio habitado más próximo al Polo Norte geográfico. Es el único lugar de Europa donde pueden observarse ejemplares de osos polares en libertad, y hay que ir pertrechado con un buen rifle para defenderse de ellos.

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Tras la parada técnica, el Norge puso rumbo al Polo Norte el 14 de abril. En total la expedición contaba con 14 tripulantes además de Amundsen y Nobile. En total, tardaron 29 horas y 50 minutos en recorrer los 3200 kilómetros que hacía falta para atravesar el Ártico. El viaje no fue en absoluto una balsa de aceite. De hecho, para ganar altura, en muchas ocasiones tuvieron que desembarazarse de objetos importantes, como alimentos, recambios o ropa. Echar ropa por la borda, así como sacos de dormir, debió de ser una decisión difícil teniendo en cuenta que allí se alcanzaban hasta los -50 ºC.

Con todo, en la primera parte del viaje la meteorología fue mucho más benigna de lo esperado y no se toparon con tantos bancos de niebla como lo esperado. El 12 de mayo de 1926, a 200 metros de altitud sobre el Polo Norte, los tripulantes lanzaron las banderas noruega, americana e italiana. Las tres banderas estaban cruzadas por una barra de hierro, de modo que quedaron clavadas en el hielo, como prueba irrefutable de que habían conquistado el lugar.

Pero si hasta aquí el viaje había sido relativamente sencillo, cambiaron las tornas cuando, una vez superado el Polo, tuviero que continuar el viaje hacia Alaska. Todo el peso del dirigible debía calcularse hasta el último gramo para mantener la suspensión, pero el hielo se iba acumulando sobre ellos, lo que incrementaba el peso peligrosamente. Además, a menudo se desprendían fragmentos que golpeaban las helices y, a su vez, las hélices los disperaban a mayor velocidad produciendo daños en la cubierta y agujeros en la tela. Nobile informó aquítuvieron que reparar muchos agujeros. El tiempo también había dejado de acompañarles, y los bancos de niebla les obligaba a cambiar de altitud continuamente.

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Temieron que en cualquier momento pudieran caer en el mar: algunas regiones por la que sobrevolaban ni siquiera habían sido exploradas aún por el ser humano. Así pues, si bien el destino original era Alaska (Nome, al sur de la Península de Sward en el Mar de Bering), los desgarros de la tela y la falta de parches para repararla les hizo aterrizar en un pueblecito esquimal llamado Teller, a 90 kilómetros de distancia del destino final. La tripulación también estaba al límite de la supervivencia: algunos no habían dormido en 70 horas (lo que les provocaba alucinaciones) y todos se alimentaban exclusivamente de té y café frío. Los bocadillos estaban tan congelados que resultaban imposibles de comer, por mucho que trataran de calentarlos entre las manos.

Por si fuera poco, aquel puñado de horas que puso de manifiesto que Nobile y Amudsen estaban destinados a discutirse. Ambos pensaban que estaban dirigiendo aquel dirigible y, por extensión, la expedición, y hubo una batalla de egos agotadora.

Durante los tres días de vuelo el Norge no pudo trasmitir por radio, lo hicieron al llegar a Teller, donde encontraron una pequeña radio y comunicar al resto del mundo el final de su viaje. En este punto abunda en ello Carlos Lázaro en el libro Colosos del aire:

En este punto los expedicionarios se dividieron: mientras que Nobile y los italianos se encargaban del desmontaje del dirigible, Amundsen y Ellsworth partieron hacia Nome en trineo con la satisfacción de haber sobrevolado el Ártico.

La mejor forma de acceder a los detalles de esta odisea es el libro Sobre el Polo Norte en dirigible, una obra que se compone de distintos informes escritos por algunos miembros de la tripulación, además del relato principal de Amundsen.

¿Fue la primera?

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Cuando el Norge había aterrizado en Svalbard, la tripulación se cruzó por allí con Richard Evelyn Byrd, otro afamado aventurero de la época. Amundsen no se sorprendió particularmente de la presencia de su competidor, porque, al fin y al cabo, él había sido el que le había sugerido aquel lugar desde el que partir hacia el Polo Norte. En realidad, pues, su rivalidad no era excesivamente aguda, y también existía camaradería entre ellos. Por esa razón, si bien Byrd también tenía pensado recorrer el Polo en avión, y despegó un poco antes que el Norgue.

Amundsen, incluso, estaba dispuesto a usar el Norge para rescatar a Byrd y a sus hombres en caso de que hubieran tenido alguna dificultad. Pero no fue así, porque parece que Byrd completó el viaje con éxito. Decimos "parece", porque a día de hoy no se puede afirmar con total seguridad que Byrd lo consiguera, y por ello se considera que la tripulación del Norge había sido la pionera.

El explorador estadounidense Robert Peary también había llegado a afirmar el haber alcanzado el Polo Norte en una expedición en 1909, pero muchos ahora cuestionan la precisión de su navegación. Así pues, en aras de los datos que disponemos, el primer viaje verificado fue el del noruego Roald Amundsen y el estadounidense Lincoln Ellsworth, junto al italiano Umberto Nobile, que sobrevolaron el Polo en 1926 tras una viaje más accidentado de lo que habían creído en un principio. Como viajeros del espacio sobrevolando un planeta extraterrestre.

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