Genios con la boca muy grande: las mayores meteduras de pata de las mentes más brillantes

Genios con la boca muy grande: las mayores meteduras de pata de las mentes más brillantes
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La inteligencia, como ya expuso Howard Garner hace varias décadas, no es un valor absoluto. Obtener un Premio Nobel, sin duda el más alto reconocimiento que cualquier pensador o científico puede lograr hoy en día, no implica que la persona galardonada no esté exenta de comentarios machistas, como es el caso de Tim Hunt, o abiertamente estúpidos. Quizá deberíamos recordarlo más: ser un genio de la física no es incompatible con ser un racista, un homófobo o un machista.

Y hay numerosas pruebas de ello a lo largo de la historia. Como comentábamos ayer, los hombres que llevaron adelante la revolución científica no eran en realidad tan revolucionarios. Muchos de ellos continuaban siendo fervientes cristianos o, en algunos casos, especialmente ya bien adentrados en el siglo XIX, hombres que de forma lateral o directa apoyaban o creían en el proceso colonizador y en la superioridad de la raza blanca. Gente lista diciendo cosas tontas: desde el inicio de los tiempos.

De ahí que sea más útil poner de manifiesto la infinita capacidad de meter la pata del ser humano recurriendo a ejemplos contemporáneos. Notables científicos o pensadores cuyas opiniones tienden a ser discutibles o despreciables

Sin embargo, es cierto que existe cierta disonancia temporal entre nosotros, hombres y mujeres del siglo XXI, y ellos, genios de épocas remotas. De ahí que sea más útil poner de manifiesto la infinita capacidad de meter la pata del ser humano recurriendo a ejemplos contemporáneos. Notables científicos o pensadores cuyas opiniones tienden a ser discutibles o despreciables. Empecemos.

James Watson, ligeramente racista

Quizá el mejor ejemplo de todo lo anteriormente expuesto. Watson co-descubrió la estructura del ADN durante los años '50, lo que le valió el Premio Nobel. A tan indudable aportación a la historia de la humanidad, Watson suma algunas otras no tan esenciales. En 2007, sin ir más lejos, afirmó no sin cierta sutilidad que no todas las personas eran igual de inteligentes. Casualmente, quienes eran las menos inteligentes resultaban aquellas que vivían en el continente africano.

Soy inherentemente pesimista sobre el futuro de África porque todas nuestras políticas sociales están basadas en el hecho de que su inteligencia es la misma que la nuestra, cuando la evidencia no lo apoya en realidad.

El exabrupto de Watson no era ni remotamente el primero. En 1997 volvió a abrir la caja de los truenos cuando, mucho antes de que el matrimonio homosexual hubiera sido legalizado en algún país del mundo, explicó que si algún día se descubre el gen que determina la sexualidad, una madre estaría en el derecho de decidir abortar si supiera que su vástago fuera a ser gay.

Si pudiera encontrar el gen que determina la sexualidad, y una mujer decide que no quiere tener un hijo homosexual, bueno, déjale abortar.

Watson ha dicho tantas tonterías a lo largo de su vida que, al parecer, la gente dejó de contratarle y de financiarle. En consecuencia, decidió sacar a subasta su Premio Nobel.

VS Naipaul y las mujeres que escriben

"Premio Nobel dice que no hay ninguna escritora mujer a la que considere su igual". Con tan prometedor subtítulo abría The Guardian una pieza dedicada al escritor trinitense VS Naipaul, galardonado por la Academia sueca en 2001. Naipaul demostró ser un completo y total machista al afirmar que hombres y mujeres no pueden compartir la misma visión de las cosas (y de la escritura), dado el sentimentalismo de estas últimas, a su "estrecha visión del mundo".

Leo una pieza de texto y en uno o dos párrafos ya sé si está escrito por una mujer o no. Creo que que no es igual a mí.

Y, por si no había quedado claro, añadió que su antigua editora, pese a ser muy buena y contar con un gran gusto, como escritora sólo hablaría de basura feminista. No lo decía a mala fe, según él.

Fred Hoyle, el hombre que venía del espacio

Aunque jamás obtuvo el Premio Nobel, Fred Hoyle es un histórico astrónomo reconocido por sus importantes contribuciones a su campo de conocimiento. Algo que en ningún momento le ha impedido poner en duda la teoría de la evolución, aceptada dentro de al comunidad científica, por otras menos, digamos, ortodoxas. En su lugar, Hoyle, junto a su compañero Chandra Wickramasinghe, propuso que la historia del ser humano comenzó en el espacio exterior. Según Wickramasinghe:

En el altamente polarizado debate entre darwinismo y creacionismo, nuestra posición es única. Aunque no nos alineamos ni en un bando ni en otro, ambos nos tratan como sus oponentes. En consecuencia, somos unos outsiders con una perspectiva inusual, y nuestra propuesta para una salida de esta crisis aún no ha sido considerada.
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Años antes, Hoyle, incapaz de encontrar razón a la teoría de la abiogénesis, afirmaba lo siguiente:

Si uno procede directamente y de forma inmediata en esta materia, sin ser derrotado por el miedo o por la ira de la opinión científica, uno llega a la conclusión de que los materiales biológicos y la impresionante medida de su orden debe ser el resultado del diseño inteligente. No he sido capaz de pensar en ninguna otra posibilidad.

Ellen Johnson Sirleaf y la homofobia

Por supuesto, el Premio Nobel de la Paz es el galardón que premia en menor medida a la inteligencia o a las aportaciones a la humanidad. Al fin y al cabo, Henry Kissinger tiene uno. No obstante, sí hay otros cuyo merecimiento es reconocido, pese a las discutibles ideas sobre otras áreas sociales. Es el caso de Ellen Johnson Sirleaf, actual presidente de Liberia y Premio Nobel por su contribución por la defensa pacífica de los derechos de la mujer en el continente africano.

Sin embargo, cuestionada por Tony Blair por las leyes liberianas que criminalizan la homosexualidad, su talla política y moral se situó varios peldaños por debajo de su contribución a la igualdad de sexos en África. Y tiene un indudable mérito ponerse al lado de Tony Blair y quedar en peor posición:

Nos gustamos a nosotros mismos tal como somos. Tenemos ciertos valores tradicionales en nuestra sociedad que nos gustaría preservar.

Kary Mullis, un poco de todo

Galardonado con el Premio Nobel de Química, Kary Mullis es otro clásico, al igual que James Watson, en la sorprendentemente larga lista de científicos con un historial de comentarios desafortunados a sus espaldas. En el caso de Mullis, sus contribuciones lejos de su campo pasan por negar el cambio climático, el VIH/Sida, o su aprecio por la astrología. Un combo casi perfecto. Mullis también ha afirmado en varias ocasiones que desarrolló la técnica PCR gracias al LSD.

Nigel Short, el ajedrez para hombres

Una casi tan reciente como la que viene a continuación: hace pocos meses, uno de los mejores jugadores de ajedrez británicos de siempre, Nigel Short, afirmó que el motivo por el cual había una abrumadora mayoría de hombres jugando al ajedrez frente a una minoría residual de mujeres no se debía a históricas desigualdades que aún han de ser combatidas, sino a que el cerebro masculino está mejor preparado para ello (un juego intelectual, recordemos) que el femenino.

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The Daily Telegraph ilustró la noticia con la foto de Judit Polgar, Gran Maestra Internacional de ajedrez que ha vencido a Short ocho veces, frente a tres victorias de este último.

Y por supuesto, Tim Hunt

Porque no, Tim, tener un Premio Nobel de Medicina no implica que puedas airear tu mentalidad machista en público sin que exista una obvia penalización social y de prestigio, aunque todo ello no tenga nada que ver con tu intachable carrera académica. Hunt sólo es el último eslabón de una larga cadena de actitudes, discriminaciones y mentalidades firmenente arraigadas dentro de la comunidad científica y que perjudican la posición laboral y profesional de la mujer dentro de su entorno.

A Hunt, por cierto, le ha salido caro. Ha dimitido de su puesto en el University College de Londres.

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