Músicos que se han divorciado de las discográficas hay muchos, no a todos les ha ido tan bien

Músicos que se han divorciado de las discográficas hay muchos, no a todos les ha ido tan bien
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Independizarse de la industria musical siempre ha sido el sueño húmedo de miles de grandes artistas a lo largo de todos los tiempos. De repente, a inicios del siglo XX, eso fue posible gracias a la herramienta que transformaría el mercado musical de forma definitiva: Internet. Hoy se da por supuesto que un grupo se puede labrar su camino al margen de la industria. Antes, no tanto. De ahí que las sonadas rupturas de artistas con discográficas tuvieran un amplio impacto mediático.

Al margen de reductos independientes y underground, la gran mayoría de grandes artistas labraron sus carreras en abrazados a grandes sellos discográficos

Al margen de reductos independientes y underground, la gran mayoría de grandes artistas labraron sus carreras en abrazados a grandes sellos discográficos. Sólo así se podía acceder a los recursos necesarios. Incluso aquellas generaciones de grupos independientes que poco a poco comenzaban a despuntar, poco después terminaban dentro del circuito de sellos. Pasó a finales de los '70 y a principios de los '90. La música pop era industria y viceversa.

Huelga decir que nada de esto es lo mismo hoy, cuando nuevos modelos de mercado basados en lo digital, el streaming o, ejem, los productos de alta calidad como Tidal, se abren paso a costa del monopolio tradicional (pero no finiquitado) de las grandes discográficas. Ni siquiera era así hace diez años. Fue entonces cuando algunos valientes dijeron basta, hicieron añicos sus contratos (o no renovaron), y enarbolaron la bandera de la independencia artística y financiera.

A algunos les salió muy bien. A otros, no tanto. Veamos algunos casos.

Radiohead: pagarás lo que desees

El método paga-lo-que-quieras está más que arraigado en la cultura musical del momento. Plataformas como Bandcamp, un auténtico vivero de creatividad y una lanzadera esencial para millones de bandas de todo el planeta, se basan casi enteramente en la posibilidad de pagar lo que uno desee por ítems digitales. Todo esto comenzó tiempo atrás, concretamente en 2007, cuando Radiohead rompió con EMI y lanzó In Rainbows a precio opcional para cada uno.

La operación fue un éxito y una revolución. El revuelo fue gigantesco, desde grandes elogios hasta furibundas críticas. Radiohead habían puesto de manifiesto que la industria moría

Sucedió la historia de siempre: banda está descontenta con el trato de su sello, comienza a renegociar su contrato y, de repente, descubre que algo ha cambiado. En el caso de EMI, la compra de un grupo externo que irrumpió en el proceso de negociación en agrios términos con el grupo. Radiohead decidieron lanzar el disco sin sello alguno, hacerlo por Internet y permitir que cada usuario pagara lo que dispusiera. Al fin y al cabo, se iba a filtrar igualmente a los pocos días.

La operación fue un éxito y una revolución. El revuelo fue gigantesco, desde grandes elogios hasta furibundas críticas. Radiohead habían puesto de manifiesto que la industria moría, y que algunos grupos podían sobrevivir sin ella, especialmente los más grandes. In Rainbows vendió mucho por Internet, pero vendió aún más gracias a la edición limitada en disco también a la venta en su página web. Sus cifras de venta superaron las de su anterior disco.

Radiohead también abrieron camino. Controlar la propia difusión de tu trabajo en Internet era clave. El grupo volvería al redil con The King of Limbs, lanzado por XL (sello independiente, no filial), pero para entonces, ya en 2011, el panorama del mercado digital había cambiado en gran parte gracias a ellos.

Nine Inch Nails: de vuelta al redil

Precisamente fue Trent Reznor uno de los artistas que se mostró crítico con la decisión de Radiohead de lanzar su nuevo disco de forma gratuita en la web. Paradojas del destino, un año después Trent Reznor decidía hacer algo parecido con Ghosts I–IV, el sexto álbum, larguísimo de Nine Inch Nails, el proyecto que le catapultó a la fama a mediados de los noventa como culmen del sonido industrial.

Creo su propio sello discográfico, dejando claras sus intenciones de publicar los futuros lanzamientos de Nine Inch Nails con The Null Corporation

Para ello, Reznor dio un paso más allá. Creo su propio sello discográfico, dejando claras sus intenciones de publicar los futuros lanzamientos de Nine Inch Nails con The Null Corporation. Tanto Ghosts I-IV como The Slip, el séptimo disco del grupo, se editarían bajo el amparo de The Null Corporation. Para Ghosts I-IV, Reznor también empleó el método de paga-lo-que-quieras, con buenos resultados. Sin embargo, a nivel de ventas no alcanzó el volumen de sus trabajos previos.

¿Qué sucedió? Que Nine Inch Nails cayeron estrepitosamente en el mercado norteamericano. Reznor no había tenido en cuenta que la poderosa máquina promocional de la industria continuaba siendo clave. Y a pesar de haber abandonado el circuito de sellos de forma estrepitosa, echando pestes y demonios, dos años después ya estaba desencantado. Sus discos vendían menos, su posición en el mercado era peor, sus ingresos, su impacto, se resentían. Todo ello le convenció para volver.

Su último disco, publicado en 2013 y titulado Hesitation Marks, fue publicado por... Columbia Records, una de las major. Recuperó el gancho: Hesitation Marks, a pesar de críticas negativas, alcanzó el puesto 3 en los charts estadounidenses. Sus dos anteriores discos, en solitario, nunca lograron superar el puesto 13. Reznor supo retirarse a tiempo de una batalla que estaba perdiendo. The Null Corporation ha seguido publicando otros trabajos suyos, como How To Destroy Angels.

Wilco: timar a la propia industria

Cabe mencionar que el mérito de romper con la industria una vez tu posición como artista está más que asentada es bastante menor. Pero, pese a ello, casos como los de Wilco< o los de Radiohead han marcado el camino a seguir a muchos nuevos grupos cuya financiación y futuro depende de, bueno, del dinero, pero cuyo compromiso sonoro y artístico tiende a ser inquebrantable. Ambos representan la cara del éxito proviniendo de una órbita sonora vinculada a lo independiente.

La odisea de Wilco para publicar Yankee Hotel Foxtrot está insertada en el imaginario colectivo de la escena independiente

La odisea de Wilco para publicar su obra magna, Yankee Hotel Foxtrot, a principios de este siglo, lleva insertada década y media en el imaginario colectivo de la escena independiente. Porque fue una historia de éxito total y absoluto despreciado por su sello discográfico, Reprise (de Warner, una de las major), temeroso de publicar un material demasiado poco comercial, y porque la odisea del grupo quedó retratada en el documental I'm Trying to Break Your Heart.

Tras dos discos más o menos convencionales explorando los límites del country, el grupo liderado por Jeff Tweedy se sumergió en un mar de experimentación amable. El resultado fue Yankee Hotel Foxtrot. En Reprise, sin embargo, lo vieron con otros ojos: Time Warner se había fusionado con AOL ese mismo año, provocando algunos despidos, entre ellos el del hombre que les patrocinaba dentro del sello. Wilco se enfrentaba entonces a un disco sin salida, o a buscar a otros sellos.

Optaron por la vía intermedia. Reprise había decidido traspasar los derechos de la obra a Wilco de forma gratuita. El grupo quería lanzarlo cuanto antes, y lo colgó en su web a finales de 2001. Fue un éxito tal, de crítica y público, que meses después otra subsidiaria de AOL Time Warner, Nonesuch, compró sus derechos para difundirlo en formato físico. Jugada maestra para el grupo, que había grabado con Reprise (Warner), se lo había quedado gratis y lo había vendido a... Nonesuch (Warner).

Sólo Morrissey quiere (mucho) a Morrissey

Morrissey es un artista que siempre ha cultivado una aureola muy especial. A todos los niveles. Tan talentoso como polémico y, hoy, tantos años después del fulgurante éxito de The Smiths y de sus inicios en solitario, tan reverenciado como extravagante en sus salidas de tono. La última tuvo lugar en los últimos meses del año pasado, a los pocos días de haber lanzado su último trabajo en solitario, World Peace Is None of Your Business, editado por Harvest Records, filial de Capitol.

En el colmo del ridículo, Morrissey apareció en un concierto con una camiseta que rezaba "Fuck Harvest". Harvest comercializó posteriormente esas camisetas

La historia es simple, aunque compleja si nos referimos a Morrissey: al poco de haber sido publicado, Morrissey anunció que había roto con su sello, con la industria, con el mundo, como es habitual en él, bañándolo todo del habitual drama al que Morrissey siempre nos ha tenido acostumbrados. Cancela gira, comienza a criticar a Harvest por la, a su juicio, pobre promoción, insulta abiertamente a su discográfica y pide que se retire su disco de los servicios de streaming.

Todo ello mientras continúa vinculado al sello y la distribución del disco continúa en pie. En el colmo del ridículo, Morrissey apareció en un concierto con una camiseta que rezaba "Fuck Harvest". Harvest, sabedora del especial temperamento de Morrissey, decide poner a la venta esas camisetas. Morrissey se pone de nuevo a buscar sellos que le acojan: una historia de fracaso y rechazo, constante, a lo largo de sus últimos años de carrera. Nadie quiere a Morrissey, sólo Morrissey.

Kiko Veneno: otra ruptura inacabada

Morrissey, Reznor y Kiko Veneno, los tres juntos, representan en cierto modo la incapacidad de viejos artistas de aprovechar los beneficios de Internet. Se puede romper con la industria, buscar más libertad creativa, acabar con las restricciones del negocio, liberar tu impulso creativo, y tener que volver al redil porque en tu periplo a la sombra de la escena independiente no has conseguido todo lo que deseabas. A Veneno, de reconocida trayectoria, le pasó eso durante la pasada década.

Tras toda una vida de la mano de diversos sellos, especialmente Ariola Records, subsidiaria de BMG, Kiko Veneno decidió entrado ya el siglo XXI que no continuaría editando con la industria

Tras toda una vida de la mano de diversos sellos, especialmente Ariola Records, subsidiaria de BMG, Kiko Veneno decidió entrado ya el siglo XXI que no continuaría editando con la industria. Creó su propio sello, Elemúsica, y lanzó El Hombre Invisible en 2005. ¿Y qué tal le fue? Regular. Pese a que Veneno había mostrado su intención de no regresar de nuevo a la industria, precisamente explorando las posibilidades que ofrecía Internet, las ventas y la promoción de su disco se resintieron.

El Hombre Invisible sólo tardó un año en ser reeditado por V2, propiedad de Virgin Records, y para su siguiente disco Kiko Veneno se volvió a poner en manos de una major, Warner. Elemúsica continuó editando discos (Sensación Térmica, su trabajo de 2013, o Gira Mundial, un disco colaborativo con Pepe Begines, en 2002), pero de ningún modo permitió a Kiko Veneno abandonar la industria musical. Ha continuado dependiendo de contratos y de colaboraciones con otros sellos.

Salir de la industria, como hemos visto, es un proceso complicado. Puede salir muy bien, como a Radiohead o a Wilco, o no tan bien, como a Veneno o a Reznor. La idea de que Internet facilita el proceso es cierta, pero no lo regala: para una gran cantidad de artistas asentados firmemente dentro del negocio que han vivido siempre a su vera, independizarse es una tarea arriesgada. El cambio siempre está lleno de riesgos y de trampas, y sortearlas es, a veces, demasiado complejo.

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