'Tú que vienes a rondarme': cómo María Arnal se inspiró en Alan Moore para la canción del año

'Tú que vienes a rondarme': cómo María Arnal se inspiró en Alan Moore para la canción del año
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A la altura de 'Tú que vienes a rondame', 45 cerebros y 1 corazón ya es un disco prodigioso. En sus tres primeras canciones se entrecruzan metáforas del romance como un bien mercantil capitalista, lecturas contemporáneas del folclore nacional y ejercicios líricos expansivos, oscuros y distorsionados. Todo ello bañado por la voz sobrenatural de Maria Arnal, la versatilidad instrumental de Marcel Bagés y el título premonitorio que referencia a una fosa común olvidada bajo el franquismo.

Es algo excepcional. Cualquier aproximación al disco, ingenua o consciente, lo revela.

Lo que sucede cuando las primeras notas de 'Tú que vienes a rondarme' se traban en nuestro camino, sin embargo, hace de la magna obra parida a cuatro manos entre Arnal y Marcel Bagés algo que no se deja intuir en ninguna de sus tres primeras canciones: pop. Pop entendido en su máxima expresión conceptual, un mensaje que trasciende formas y formatos y que se instala en el imaginario popular merced a estrofas y arreglos memorables. Cultura popular instantánea.

'Tú que vienes a rondarme' ha resultado ser la canción más conocida de 45 cerebros y 1 corazón, un pequeño hito tanto en las capas alternativas de la crítica musical como en aquellos cuyos oídos tienen a centrarse en otros espectros de la onda. Un pequeño hito, quizá aupado por una letra preñada de referencias poéticas y por un estribillo de sorprendentes propiedades miméticas.

No entraba en los planes. "Me sorprendió que fuera tan popular", explica Arnal con la perspectiva que otorga un año cargado de críticas elogiosas, conciertos por doquier y una exposición mediática sobresaliente. "Cuando teníamos el disco preparado nuestro mánager propuso que salíeramos con esta canción. '¿Con esta, en serio? Yo no sé si lo veo tanto', le dije". Las dudas del dúo no provenían de su escasa confianza en la composición, sino de su carácter singular. En el contexto del disco, cargado de simbología política y revisitaciones acústicas, resulta excepcional.

"Tenemos un repertorio y un arco emocional muy amplio, que va desde la crítica hasta una canción de amor. Y a pesar de que 'Tú que vienes a rondarme' no sea evidente, tenga muchos arreglos y sea personal, se distancia un poco del repertorio. Y sin embargo es que más se asocia a él", cuenta. Una suerte de TL;DR para un disco, por otro lado, repleto de variantes compositivas, de audacias vanguardistas y de ideas dispares (pero estupendamente cohesionadas).

Folclore sónico, un inicio cautivador

En ese entry level, si algo llama poderosamente la atención de 'Tú que vienes a rondarme' son sus primeros segundos. Una nota sostenida en un ritmo acelerado sostenida sobre un mar de ruido indescifrable, caótico y espacial, a la que se le suma a los viente segundos la voz de Arnal:

En la periferia brillante
De una galaxia mediana
En medio de un mar oscuro
Donde flota nuestro mundo

Tú, que vienes a rondarme
Como los nueve planetas
Parece que cuando bailas
Llueven miles de cometas

A la altura del primer estribillo, una transición rítmica y melódica que da paso a la caja de ritmos y enfila la canción hacia su clímax, 'Tú que vienes a rondarme' desprende una energía irresistible. La sutil, muy cuidada y también muy elemental instrumentación se conjuga a las mil maravillas con la magnética lírica de Arnal, cargada de imágenes y símbolos fascinantes. Perifierias, galaxias, planetas y cometas: en un puñado de segundos, el dúo define el universo de lo posible. El Universo en sí mismo.

¿Pero por qué ese inicio, tan arrebatador como elegante? "Había un descarte de guitarra de otra canción del disco y lo supimos en el momento en que salió. Marcel andaba probando un pedal nuevo, lo que pasa es que no nos cuadraba para ese tema", relata Arnal. "Estábamos en un momento de creación y de guardar piezas que nos interesaban, así que con eso hice la melodía. Y con todo eso me puse a escribir la letra, del tirón. Pero sin estribillo".

El resultado preliminar de aquel proceso fue una canción larguísima que contaba con seis estrofas más, "casi rapeada". Algunas de aquellas tenían un sentido más narrativo, menos poético y directo. Bagés y Arnal descubrieron las limitaciones de aquel boceto en el estudio: "El estribillo salió cuando hicimos un ensayo, probando la melodía con la guitarra". La canción perdió parte de su peso lírico, las estrofas sobrantes fueron descartas y se estructuró en torno al memorable estribillo.

"Promethea me encantó por el imaginario cósmico que tiene. Un poco mágico pero a la vez crítico, que resuena mucho", explica Arnal sobre el origen de la canción

Al escucharla sobrevienen ecos de la ciencia ficción, de la exploración espacial y del romance sideral. De forma bastante común, hay quien ha querido observar la alargada sombra de Lorca en toda la composición poética, pero Arnal ha apuntado siempre hacia derroteros muy distintos: "En ese momento acababa de leer Promethea, de Alan Moore. Y me encantó por el imaginario cósmico que tiene. Un poco mágico pero a la vez crítico, que resuena mucho", recuerda.

Como admite, la proyección de Moore en la letra de 'Tú que vienes a rondarme' no fue premeditada. Surgió como surgen numerosas creaciones artísticas: del resultado de los intereses y las influencias culturales que manejan sus autores, pero no a partir de una previsión consciente. "No es que tuviera intención de hacer una canción sobre el cómic, pero de esa lectura y de ese imaginario salió la canción", cuenta. Un imaginario en el que una mujer lleva en ella el conocimiento, un conocimiento despertado de forma intuitiva y un final del mundo espiritual y filosófico.

De ahí las propiedades cósmicas de 'Tú que vienes a rondarme', la poesía sideral que inserta una relación romántica en el infinito marco del universo (en lo filosófico) y de la exploración espacial (física o metafórica). "Trata sobre un encuentro que puede ser un flechazo, o algo más físico como un orgasmo, o una atracción muy fuerte. Que todo ello pudiera tener este espacio, desde lo más pequeño a lo más grande". El choque de dos planetas, la atracción gravitatoria de dos personas.

El guiño a Sagan y Druyan

En aquel contexto, cobra sentido el permanente ruido de fondo, ambiental, que acompaña a la canción. Se juntaron dos factores: por un lado, el interés de Bagés y Arnal en introducir un motivo electrónico dentro de la parte rítmica de la composición. "Al principio había un elemento de electrónica, aunque luego lo descartamos por ser un paisaje más distinto. Trabajamos durante dos semanas muy intensamente con un productor distinto al del disco, Grey Filastine, y sacamos una base electrónica hecha a partir de guitarras. En un mes estaba hecha", relata.

De forma paralela, Arnal recordó un singular episodio en la vida de Carl Sagan. En 1977, la NASA solicitó al divulgador científico que elaborara un listado de elementos definitorios de la humanidad. Su destino sería el corazón de la sonda Voyager 1, célebremente enviada al espacio exterior para explorar los confines del cosmos y, con suerte, hallar vida extraterrestre. ¿Pero qué debería contener aquella sonda, qué cosas debería transportar para explicar a la vida del más allá quienes somos?

Aquella era la misión de Sagan y de su equipo, en el que se encontraba una jovencísima Ann Druyan. Fue ella quien sugirió algunas de las ideas más interesantes para la Voyager, y cuyos pensamientos, literalmente, quedarían encapsulados en la sonda. Druyan y Sagan atravesaban una relación romántica (terminarían casados cuatro años más tarde), y a la científica se le ocurrió algo de lo más audaz: grabar sus ondas cerebrales, todo lo que había en su cabeza.

"Sabemos que las ondas cerebrales son capaces de registrar cambios en los patrones de pensamiento", recordaría más tarde, "por lo que me preguntaba si sería posible para una altamente avanzada civilización tecnológica descifrar los pensamientos humanos en unos cuantos millones de años". Así, Druyan colocó su cabeza, su cabeza y su corazón enamorado, en la Voyager. El amor viaja por el espacio gracias a su idea y a la placa donde sus ondas lo registran.

El pitido de la Voyager 1 sirve como leit motiv, un hilo conductor permanente que aún la perfección las dos caras de 'Tú que vienes a rondarme', la romántica y la cósmica

"Es una historia muy divertida", admite Arnal, "enviaron este disco con fotografías del ADN, fotografías de la Tierra, la palabra hola en numerosos idiomas y todo eso anda por el espacio exterior". El amor de ambos incluido. Dada la temática poética de 'Tú que vienes a rondarme' y el evidente simbolismo cósmico surgido al albur de Promethea parecía pertinente que, como finalmente terminó sucediendo, la canción quedara adornada por un sample de la Voyager trasladando la buena nueva del enamoramiento por el vasto e infinito universo.

Maria Arnal Y Marcel Bages
María Arnal y Marcel Bagés.

Es el pitido recurrente que se escucha en los primeros compases de la canción y que la acompaña hasta su dulce muerte. Es el detalle definitivo para una canción repleta de capas, interpretaciones, versos memorables y una profunda emoción capaz de calar hasta los huesos.

Por supuesto, siempre hay más, aunque no estuviera oirinalmente ahí: "A mí me encanta explicar las cosas una vez las veo, pero en el momento previo, por así decirlo, no suele ser así". Y de ahí el modo en el que ha salido 'Tú que vienes a rondarme': Arnal admite que seguramente tenga algo de Cantos cósmicos, de Ernesto Cardenal, e incluso del recurrente Lorca, la referencia más inmediata para un amplio número de oyentes y también la más inesperada para el dúo:

Lorca está en la canción que da título al disco, así que no sé por qué la gente me pregunta tanto por él. Pero bueno, sí, quizá por trabajr mucho con las imágenes, que no resultan muy evidentes, y porque claro: "Arrímate, amárrate, rondarte". Hay un juego de imágenes que a nivel léxico hacen referencia a un imaginario más popular. Eso sí era intencionado. Metáforas que se establecen con la naturaleza, algo que está en mi aprendizaje. Trabajo desde la intuición, y me encanta la parte conceptual, colocarla ahí una vez tengo algo.

A su término, 'Tú que vienes a rondarme' parece definir el absoluto de Maria Arnal y Marcel Bagés, la "canción total" de la que hablan en la primera pista del disco y que ha terminado conquistando el corazón de tantos. Sin embargo, el disco siempre continúa: 'Desmemoria' le sucede en un cambio de registro radical ("es una canción hecha solamente con luces"), y después 'El Ball del Velatori', un prodigio cercano al fandango y a la jota tradicional, un arreglo acústico en catalán de negrísima belleza.

Pese al reduccionismo al que invita una composición tan sensacional como 'Tú que vienes a rondarme', la canción del año pasado en español y quién sabe si del lustro, 45 cerebros y 1 corazón toca diversos palos, géneros y experimentaciones. "No estamos jugando a hacer un ejercicio de estilo", confiesa Arnal, "todas nuestras idean conviven con la intención que tenemos nosotros y que forma parte de nuestro proyecto". Con un enfoque y una forma de trabajar, no con un género.

Aún de gira, el dúo ya está trabajando en el próximo disco, el segundo. "Estamos trabajando en él en el medio plazo", reconoce, "pero prefiero no decirte nada porque a veces es entrar por una puerta que te conduce siempre a otra que es otro lugar". Un lugar tan grande como el cosmos, tan bello como 'Tü que vienes a rondarme'.

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