¿Cómo funciona la reventa de entradas online? ¿Es legal? ¿Me puedo ahorrar el boli BIC?

¿Cómo funciona la reventa de entradas online? ¿Es legal? ¿Me puedo ahorrar el boli BIC?
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El negocio de la reventa es un viejo fenómeno en todos los países: desde el que se queda sin poder asistir a un evento y trata de colocar la entrada a última hora, hasta los que compran entradas masivamente y las revenden a precios de locura en los aledaños del evento... O en Internet.

Pero la reventa online, que está en la mira de la ley en varios países, es legal, más o menos. Tanto, que uno de los clásicos de nuestro país "vendo boli Bic a 600 euros y regalo entrada para la final de la Champions", es fruto de un mito: en Internet te puedes ahorrar el boli. Porque el problema es otro. Aquí y en Nueva York.

¿Por qué en Nueva York?

Obstructed
La ingeniosa portada del informe del Fiscal General de Nueva York sobre "qué impide a los neoyorquinos conseguir entradas": "Entradas de conciertos / Otra vez agotadas" se puede leer en los dos campos del captcha.

Citamos el caso neoyorquino por allí han dedicado tres largos años a investigar la legalidad de la reventa. La investigación tiene un titular claro: el "scalping", la práctica de comprar cientos de entradas al instante con el único fin de revenderlas, funciona sin que nadie pueda controlarlo. El caso más grave allí fue la visita del Papa Francisco: se ofrecieron 80.000 entradas gratuitas para ver de cerca al rockstar del catolicismo en Central Park... Y la mayor parte acabaron vendiéndose a miles de dólares en las webs de reventa.

¿A quién beneficia?

Un fenómeno que ni las verificaciones ni los límites (entra en cualquier página de venta de entradas de nuestro país: sólo te dejarán comprar 10 de golpe) han podido frenar. Y que tiene difícil solución. Por un lado, las mayores webs de reventa -StubHub en Estados Unidos o Ticketbis en nuestro país- operan legalmente como intermediarios de los que disponen la reventa. Pagan sus impuestos, declaran las ventas y se limitan a funcionar como nexo entre el revendedor y el demandante. Economía de libre mercado en estado puro.

Bolibic
Cosas que no necesitas en Internet. Para la reventa tampoco.

Y cumplen un servicio evidente para una parte de los usuarios: muchos abonos y entradas no se pueden devolver o hay que atravesar condiciones draconianas para ello, así que la mejor opción para el ciudadano de a pie que se haya quedado compuesto y con ticket es la reventa. En España, desde hace más de tres décadas, operamos con una ley que afirma que la reventa está prohibida. En principio.

Algo que hizo aflorar el ingenio y la picaresca a la hora de colocar los anuncios: "vendo boli por XXX euros y regalo entrada para evento Y" se convirtió en la fórmula de facto. Vendo postal, vendo libro, vendo un dibujo hecho a mano y, oye, de paso te regalo una entrada para los Rolling. Astuto, pero inútil. Y tan confuso que hasta los que están en contra de la práctica admiten que no hay una jurisprudencia sobre el tema. Ni siquiera actuaciones conocidas (siempre que la entrada sea válida y no un timo).

Porque la ley, como le pasa a tantas concebidas antes de Internet, tenía un pequeño problema: afirmaba -y lo sigue haciendo- de forma explícita que la reventa está prohibida... "de forma callejera o ambulante"

  1. Queda terminantemente prohibida la venta y la reventa callejera o ambulante de localidades. Al infractor, además del decomiso de las localidades, se le impondrá una multa, especialmente si se tratara de revendedor habitual o reincidente, con arreglo a lo dispuesto en los arts. 81 y siguientes de este Reglamento.

Así han podido florecer las páginas dedicadas explícitamente a la reventa, sin más límite de precio que el que los usuarios quieran aceptar. Y que operan en ese hueco legal que supone la red, como empresas legales, sin que nadie les haya puesto trabas hasta ahora.

¿El drama?

Adelee
No, otro drama.

Que el que compra la entrada revendida no adquiere más derechos que los que recogía la original: si pagas una entrada de Adele a 300 euros, como ya piden en reventa -las originales hace mucho que están agotadas- y Adele decide decir Goodbye en vez de Hello, nadie se hace cargo del sobrecoste... Y la entrada más cara de Adele valía 115 euros.

Las webs de reventa se cubren las espaldas ante este caso, eso sí: Ticketbis, por ejemplo, no realiza el cobro de la entrada revendida hasta una semana después del evento, en caso de que se haya celebrado con normalidad. Si Adele cancela, no pasa nada. Pero no porque la ley les obligue. La autorregulación es opcional, y en cada caso el usuario depende de las normas que establezca la página.

¿Se puede poner límites a la reventa?

via GIPHY

Pero este vacío legal facilita, aunque sea independiente, la operación de agentes -"mafias" es una palabra un poco fuerte- capaces de operar con bots y otras herramientas que se saltan los límites y agotar las entradas en los sitios originales en pocos minutos. Que convierten así su actividad en una operación casi cercana al riesgo cero: compro 1.000 entradas para algo infalible -vamos, es Adele, hay millones de personas demandando unos pocos miles de asientos-, las revendo a un elevado precio y, en el peor de los casos, me van a devolver casi todo el dinero si cancela. Eso es el scalping, que se ha mudado de la reventa callejera a las redes.

Con el agravante de que regular los precios de una transacción entre particulares roza el intervencionismo soviético. Una de las propuestas originales de la ley del 82 es limitar el precio de la reventa a un 20% extra, pero sólo para "entidades autorizadas". Mientras los que revenden operen como personas individuales -aunque se trate de grupos organizados- apenas hay manera de meter mano, aunque el reglamento especifica como infracción

81.34. La reventa callejera o ambulante de billetes o localidades o la percepción de sobreprecios superiores a los autorizados.

Y un castigo mayor para los revendedores ambulantes "reincidentes".

¿Qué pueden hacer los organizadores?

Louisck
Louis CK: "Siempre ha sido mi meta que cualquiera se pueda permitir uno de mis show, pero hay dos cosas que siempre han ido en contra de ese objetivo. El precio original de las entradas y los revendedores de entradas inflando más esos precios. Algunos servicios de venta entradas cobran más de lo que cuesta entrada e, irónicamente, cuanto más he reducido esos precios, más revendedores se han hecho con ellas, y más han tenido que pagar muchos fans por esas entradas"

La situación ha llegado hasta el punto de que algunos artistas se han planteado saltarse ambos circuitos, el de venta online y el de reventa, por considerarlos abusivos. El famoso cómico Louis CK es el caso más notorio: en 2012 decidió vender él mismo las entradas para sus espectáculos desde su propia página (hace lo mismo con sus shows en vídeo, por cierto) siempre que fuese posible, reservándose el derecho a monitorizar la reventa: si detectaba actividad inusual o una reventa "a un precio superior al que marca la entrada", podía cancelar los billetes.

Louis CK permitía la reventa en el caso de usuarios particulares -"no puedo ir, te la revendo al mismo precio"- pero ponía coto tanto a las comisiones de venta (que suelen ser de un 10% de "gastos de gestión" un tanto abusivos: pagar a porcentaje implica que la comisión sale 10 o 20 veces más cara si compras un abono de un festival que si quieres ir a un concierto de un grupo pequeño. Cuando el proceso es el mismo) como a aquellos que compraban de golpe cientos de entrada para reventar la demanda y poder poner precios abusivos. Pero el propio cómico admitía que el proceso y las nuevas condiciones suponían "un dolor" para todos los implicados, especialmente para él y para los fans.

¿Hay solución?

No es sencilla. En el caso neoyorquino se plantean como imposible una regulación. Y en España, sólo hay un punto de partida: cambiar la ley para que tenga en cuenta Internet. Una ley que nació contra la reventa callejera -que sigue dándose- y para evitar problemas al incauto que compra "en la acera", ya sea en la calle o contactando por redes sociales con un particular: te pueden colar una entrada falsa y es bastante difícil demostrar la transacción o identificar al estafador. Pero que se ha quedado tan vieja como el problema original.

Pero de las recomendaciones de la Fiscalía neoyorquina, nos quedamos con la tercera, que sí podría aplicarse en nuestro país y que carga el problema en los sitios de venta original:

C. Los vendedores de entradas tienen que hacer frente a la epidemia de bots

(...) Una solución a largo plazo tiene que incluir mejoras en la detección y prevención del uso de bots [de compra masiva de entradas]. Se pueden tomar pasos, mientras la industria desarrolla soluciones tecnológicas a gran escala, que reduzcan el empleo de bots. (...) Algunas de estas sugerencias incluyen reforzar preventivamente los límites de compra, analizar los datos de ventas para identificar las compras mediante bots, e investigar a los revendedores habituales de un buen número de entradas, entre otras.

Porque, en toda esta secuencia, si el vendedor online de entradas originales ya se ha embolsado su dinero y agotado las entradas sin importar si el producto lo compran público o revendedores, es un poco difícil que el fenómeno desaparezca.

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