17 momentos en los que la saga Harry Potter nos hizo llorar a lágrima viva

17 momentos en los que la saga Harry Potter nos hizo llorar a lágrima viva
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Mientras The Cursed Child arrasa en las librerías británicas y los cines se preparan para recibir la llegada de Animales fantásticos y dónde encontrarlos, los fanáticos que crecimos con Harry Potter siempre estaremos atados a una historia y situaciones difíciles de repetir, principalmente porque ya es demasiado tarde para que la carta de Hogwarts nos invite a nuestro primer curso. Lloraremos por recibir notificaciones del banco en vez de las de una escuela de magia, pero no tanto como lo hicimos con estos 17 momentos de la saga. Por descontado, spoilers y tal.

Espejo de Oesed

Tras 11 años metido debajo de un armario y haber perdido la esperanza, Harry se convierte en mago, lo mandan a una prestigiosa escuela y resulta ser la figura más popular de todo el colegio. Y pese a ello se mira en el espejo y lo único que aparecen son sus padres.

La “muerte” de Buckbeak

Más que por su “muerte”, que luego resulta no ser tal cosa, el varapalo de Buckbeak es ver a Hagrid y su carácter bonachón llevarse una decepción detrás de otra con respecto al cuidado de sus bichos. Por suerte los posteriores reencuentros son capaces de cambiar las lágrimas de pena por las de alegría.

La liberación de Dobby

El simpático bicho es una de las grandes bazas de La Cámara Secreta y es normal cogerle cariño, más aún después de saber cómo la familia Malfoy lo tiene esclavizado, así que cuando Harry se la lía a Lucius Malfoy y el elfo estalla en agradecimientos, es irremediable quererlo aún más.

Y su muerte

Dobby sigue dándonos razones para cogerle cada vez más cariño en los siguientes libros y, en vez de acabar con la maldita Bellatrix Lestrange, se limita a intentar mutilarla o herirla de gravedad. Lástima que la daga de esta última acabe impactando sobre él y toque llorar sobre su tumba.

Amos y Cedric

De odiarlos a que te salten los lagrimones a moco tendido. En la película no podían ser más repelentes, pero la escena del padre abalanzándose sobre el hijo es para acabar con la producción mundial de kleenex.

La muerte de Sirius

Lestrange tocando los bemoles una vez más porque es su entretenimiento preferido y nosotros perdiendo a uno de los mejores personajes de la saga mientras que al pobre Harry se le escapaba lo más parecido a un padre que había tenido.

Reunión familiar

Por suerte no sería la última vez que disfrutaríamos de la compañía de Sirius. La Piedra de la Resurrección nos permitió no sólo acercarnos una vez más a Sirius y Remus, también a una emotiva reunión familiar con los padres de Potter.

Sectumsempra a Draco

La de Harry y Draco es una de esas relaciones sanas en las que das por hecho que finalmente serán tan amigos, pero cuando a Draco se le va de las manos la maldición Cruciatus y Harry contraataca con el Sectumsempra, te das cuenta de hasta qué nivel su relación ha sobrepasado el punto de no retorno.

La pelea entre Ron y Harry

Siempre es triste ver pelear a dos amigos. Cuando es por tonterías como castillos, más aún. Por suerte el maldito Guardapelo que estaba ocasionando el desencuentro entre los tres acaba destruido, y Ron hace de héroe salvando a Harry.

La muerte de Fred

Estaba cantado, uno de los gemelos caía sí o sí, pero lo que no nos esperábamos era que algo que veíamos venir a la legua nos afectase tantísimo. La Batalla de Hogwarts se llevó a muchos por delante, pero sería de locos no reconocer que lo de Fred y la reacción de su hermano nos fastidió especialmente.

Valle de Godric

Demasiadas emociones fuertes para un pueblo tan pequeño y aparentemente insignificante. La casa de los Potter, la estatua erigida a los padres de Harry, el paseo por el cementerio y, encima, Nagini y Voldemort tocando las narices en vez de dejarnos llorar a moco tendido despreocupados.

La muerte de Hedwig

Durante muchos años fue el enlace entre el mundo muggle y el mágico, además del único amigo que siempre estaba con Harry aunque fuese tras los barrotes de los Dursley. La vimos decaer cuando su dueño dejó de usarla para no llamar la atención y verla morir poco después en la huída de los mortífagos marcó un antes y un después para el mago. Sin ella a su lado, Harry dejaba de ser un niño con una lechuza blanca y se convertía en un hombre dispuesto a perderlo todo.

El funeral de Dumbledore

Haber perdido a un mito de la saga ya fue un varapalo importante, pero encima Rowling nos obligó a recrearnos en ello, en un funeral en el que hasta Fawkes lloró desconsoladamente la pérdida antes de desaparecer para siempre. Después de saber la verdad tras su muerte vuelves a releer y te sabe aún peor.

El final feliz de Neville

Nunca nadie se había merecido tanto un final feliz como Neville Longbottom. Llevas sufriendo por él una eternidad y el personaje acaba evolucionando lo suficiente para pasar de pardillo a héroe durante el transcurso de la historia, así que cuando al terminar la batalla contra Voldemort lo encuentras rodeado de admiradores lo único que puedes hacer es alegrarte por él.

La muerte de Remus

Hasta la autora de la saga tuvo que salir a pedir disculpas por esta muerte aprovechando el aniversario de la Batalla de Hogwarts. Normal, un mago que además es hombre lobo y que parece estar siempre ahí para echar un cable a Harry no es algo que se vea todos los días, así que perderlo no es algo que sea santo de nuestra devoción.

Recuerdos de Snape

No sólo te sientes mal por lo equivocadísimo que has estado durante todo este tiempo, es probablemente el caso en el que hemos pasado con más fuerza del odio al amor respecto a un personaje. Lo suyo con la madre de Harry es una telenovela de las que te dejan fastidiado una buena temporada, y su constante sacrificio posterior es tan para enmarcar que no lo vi venir en ningún momento. Claro, cuando llegó me destrozó por completo.

El final

Todo lo bueno tiene un final y, aunque con hueco para que otras historias continúen, el de la historia de Harry Potter no podía ser menos. Tocó lagrimita al cerrar el libro y la situación se repitió al escuchar la banda sonora al inicio de la última película. Era inevitable pensar que lo íbamos a echar de menos.

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