Teletrabajar es fácil si sabes cómo: estas son las técnicas que me funcionan tras diez años trabajando desde casa

Mucha disciplina, comunicación y actividad física fuera de casa: los ingredientes para no morir en el intento

Teletrabajo
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Llevo más de una década teletrabajando y uno de los mayores retos a los que me enfrento a diario es precisamente el de tener todas las comodidades e invitaciones a procrastinar. Aplicando una serie de consejos y técnicas he conseguido separar el tiempo que paso trabajando en casa, de mi tiempo personal, siendo mucho más productivo.

Huelga decir que estos son algunas de las cosas que a mí me han funcionado, pero cada persona es un mundo y es muy probable que, para tener éxito en su aplicación, tengas que adaptar algunas de ellas a tus hábitos y a tu forma de trabajo. De hecho, es probablemente esa es la parte más complicada de todo el proceso.

Crea tu espacio de trabajo. El sofá, la mesa del salón o tu cama no son espacios de trabajo. Lo siento.

El espacio de trabajo debe cumplir una serie de requisitos que no cumple ninguno de los lugares antes mencionados por un sencillo motivo: trabajas cada día y lo más eficiente es mantener un espacio de trabajo fijo, con todo lo que necesites para desarrollar tu tarea y con las condiciones ergonómicas adecuadas. Por experiencia he aprendido que permanecer sentado durante 8 horas en una silla normal no es saludable más allá del segundo día.

Busca un lugar con luz natural, acogedor y que no tengas que hacer mudanzas cada vez que vas a trabajar, a comer o a dormir.

Ahora no, estoy trabajando. La disponibilidad cuando estás en casa es otro punto importante. Aquí hay que tener en cuenta muchísimos factores (si estás al cuidado de niños o ancianos, etc), por lo que voy a ser lo más genérico posible. Mi recomendación es que establezcas una serie de normas con el resto de personas de la casa con respecto a las horas en las que teletrabajas para que no te interrumpan durante ese periodo.

A todos los efectos, cuando te sientas en esa silla es como si tuvieran que ir a buscarte a la oficina. Nada de darte conversación o hacer tareas de la casa. Durante esas horas, es tu horario laboral y debes cumplirlo. Minimizar esas interrupciones mejorará tu capacidad de concentración.

Mantén una rutina de oficina. Cuando hablo de mantener la rutina de oficina me refiero a que, aunque no será necesario ponerse traje y corbata, sí es necesario quitarse el pijama y vestirte, ducharte y asearte como si fueras a salir a la calle. Con ropa cómoda sí, pero no en pijama.

Una de las cosas que debes repetirte mentalmente constantemente es que, aunque es tu casa, durante tu horario de trabajo, ese espacio se convierte en tu oficina. Por tanto, al sentarse en esa silla, tu actitud debe ser la misma que si fueras a la oficina. Establecer esa frontera mental también te ayudará a separar vida laboral y personal, además de mejorar la disposición a entrar en “modo trabajo” cuando entres en ese espacio.

Planifica el día pero permítete adaptarlo. Planificar bien tus tareas del día te ayudará a conseguir mejor tu objetivo. Ya te hemos dado algunos consejos y técnicas sobre cómo hacerlo de forma más eficaz. Haciéndolo no llegarás al final del día con la sensación de no haber parado de trabajar, pero sin conseguir ningún objetivo concreto. Tachar tareas de esa lista será la prueba irrefutable de que el trabajo se ha hecho.

No obstante, esa lista no está escrita en piedra, y es posible que algunas prioridades cambien a lo largo del día. Adáptate al cambio y sigue adelante sin que ese cambio sea el origen de estrés o frustraciones por no conseguir el objetivo que te planteabas a primera hora. Si el escenario ha cambiado, el objetivo también debe hacerlo.

Elige “tu momento” y no lo rompas. Este es, tal vez, el aspecto más personal en cada caso. Todos tenemos un momento del día en el que nuestro cerebro alcanza el máximo nivel de concentración y conseguimos hacer frente a tareas exigentes con relativa facilidad. En mi caso, ese momento es a media mañana (supongo que cuando la suficiente dosis de cafeína ha llegado a su destino) por lo que aprovecho las primeras horas para planificar el trabajo e investigar, para concentrarme al máximo en las tareas.

En este punto, es especialmente importante no romper ese pico de concentración con notificaciones o interrupciones. Se tarda un segundo en perder la concentración, y unos 23 en volver a recuperarla. No compensa.

Las notificaciones apagadas. Independientemente de si estoy en mi momento de máxima concentración o no, mientras estoy trabajando mantengo las notificaciones del móvil o del ordenador apagadas. Eso evitará que tu atención se desvíe de completar las tareas planificadas, y no cumplen su objetivo: generarte inquietud hasta que las miras.

Programa descansos cortos cada hora. Aunque hacía mucho que no lo usaba, he vuelto a utilizar el sistema Pomodoro para medir el tiempo y asignar periodos de descanso breve entre tareas. Windows y MacOS tienen modos de concentración integrados, úsalos. Aquí cada maestro tiene su libro. Hay quien hace pausas cada 45 minutos, otros cada 90. Yo prefiero hacer cinco minutos de descanso por cada 60 de trabajo.

Cuando inicies ese descanso, procura no mirar redes sociales ni hacer nada que estimule tu cerebro y déjalo descansar. Simplemente levántate de la silla, haz algunos estiramientos, ve a comerte una pieza de fruta, hazte un café o sal al balcón a disfrutar del sol en la cara. Pero cíñete a esos cinco minutos.

Estás lejos, no solo. La soledad y la sensación de aislamiento puede llegar a convertirse en un problema, si no se gestiona de forma adecuada o no se utilizan las herramientas adecuadas. Al teletrabajar solo estás lejos de tus compañeros, pero no estás solo.

Mantener el contacto y la comunicación con tus compañeros es importante. Utiliza Slack, Teams, WhatsApp o el correo electrónico para establecer una comunicación regular con ellos y saber en qué están trabajando. En mi caso, incluso hemos llegado a organizar quedadas con algunos compañeros de redacción que vivimos cerca para trabajar juntos desde una cafetería para mantener ese contacto y socializar.

Sal y haz ejercicio, aunque sea pasear. El cuerpo humano no está diseñado para pasarse toda la jornada sentado frente al ordenador. Por ello, cuando termines tu jornada, procura hacer algo de ejercicio. A ser posible, al aire libre. El hecho de salir físicamente de tu espacio de trabajo marca una separación importante entre vida laboral y tiempo personal.

Personalmente, nunca he sido especialmente deportista, por lo que mi alternativa son largos paseos por un bosque cercano a mi casa. No me van a dar ninguna medalla olímpica, pero me ayuda a contrarrestar el sedentarismo que provoca pasar tantas horas sentado y caminar por la naturaleza tiene un efecto relajante que mantiene a raya los niveles de estrés.

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Imagen | Pexels (Julia M Cameron)

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