El ramen se ha hecho tan popular que ya es la mayor moneda de cambio en las cárceles de EEUU

El ramen se ha hecho tan popular que ya es la mayor moneda de cambio en las cárceles de EEUU
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Dicen que hay estudiantes que pueden alimentarse sólo de tres materias comestibles: bebidas energéticas, pizzas congeladas y bolsitas de ramen. El ramen, esos fideos orientales que cambiaron para siempre la gastronomía de aquellos que por ningún motivo pasarían más de 10 minutos elaborando una comida. Este producto estrella acaba de protagonizar una increíble noticia: Los paquetes de fideos instantáneos han sobrepasado al tabaco como divisa de intercambio en algunas cárceles de Estados Unidos.

Es el resultado de un trabajo de investigación del doctorando del área de sociología de la Universidad de Arizona Michael Gibson-Light. En sus estudios ha analizado también las causas por las que el barato alimento haya alcanzado mayor interés entre los reos que el tabaco, “moneda” histórica de los presidios, y por qué es así incluso en las cárceles en las que los cigarrillos están prohibidos (lo que fomenta el aumento de precio de los mismos en el mercado negro, pero no su desaparición).

De la escasez del racionamiento al aumento de los fideos chinos

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Desde los años 2000 y por un cambio en los contratos otorgados a empresas privadas para que gestionen la alimentación de los presidios, ha bajado enormemente la ingesta calórica por interino. Si la alimentación media de un estadounidense es de 3700 calorías por adulto masculino, en las cárceles ha pasado a ser 3000. Y de tres comidas calientes diarias, a dos más una fría entre semana y sólo dos los sábados y domingos.

Eso ha llevado a los delincuentes a buscar una alternativa lo suficientemente barata y manejable y de alta unidad calórica. Los paquetes de 80-100 gramos de fideos a más de 350 calorías se han convertido, pues, en los reyes de las cárceles, y la gente negocia sus intercambios y su reparto de tareas en “unidades de sopa”. Tal y como le contó uno de los reclusos a Gibson-Light, “he visto peleas por el ramen. Hay gente que muere en disputas por esa sopa”.

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Estos detalles, que podrían parecer en un primer momento anecdóticos, demuestran también la grave inflación que puede provocar la escasez de recursos, en este caso, de alimentos. En el análisis del investigador concluye que, de media, los paquetes pueden costar en la comisaría 59 centavos de dólar, pero dentro del micromundo de determinados presidios los internos están cambiando cinco cigarrillos (con un coste promedio de 2 dólares) por un paquete de ramen. Un jersey grueso sólo te garantizará dos paquetes de noodles.

De hecho, y como dicen en este artículo de The Guardian, son aún “más cotizados” si se sirven con vegetales como la cebolla o el pepino. Eligen el ramen como unidad de mercado por su facilidad, sencillez y capacidad para saciar, pero el producto fresco sigue siendo el bien preferido.

El ramen es el nuevo tabaco (desde hace al menos 10 años)

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Sobre la popularidad del ramen en las cárceles norteamericanas ya se hablaba desde hace años, aunque los resultados no eran tan concluyentes como los revelados ahora por la Universidad de Arizona. Hace seis años el New York Post publicó una noticia sobre el auge de los fideos orientales en la cárcel de Riker Island, y el libro del ex-recluso Gustavo “Goose” Álvarez, Prison Ramen, lo narraba de primera mano, tratando desde las recetas que ellos mismos creaban hasta las historias más curiosas.

Por ejemplo, Álvarez vivió en 2009 una guerra racial entre bandas dentro del presidio. La espiral de violencia se saldó con un gesto de paz que consistió en el ofrecimiento de un plato de ramen para cada miembro de los distintos clanes. "Seas quien seas, blanco, hispano o negro, allí tu comida básica es el ramen", sentenciaba en sus memorias.

¿Cómo de grande es la fiebre del ramen?

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El ramen ha ido creciendo en importancia en la dieta contemporánea de multitud de países. Desde que empezara a despuntar como producto estrella en la cocina japonesa a partir de los 80 y comenzara a llenar estantes de países occidentales a partir de los 90, tenemos hoy una industria gigantesca con miles de millones de raciones comidas.

El año pasado los análisis apuntaban a que se comercializaban 101.000 millones de raciones cada año. De esos, 42.000 millones se vendían únicamente en China. Es decir, que el gigante asiático acumula el 44% del consumo mundial. Los japoneses compran en ese mismo período 5.300 millones de paquetes, y Estados Unidos 4.000 millones.

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En 2007, Euromonitor estimaba el impacto de las ventas de fideos instantáneos en la economía mundial en más de 27.000 millones de dólares. Pero es una cifra que probablemente haya crecido mucho. Empresas alimenticias esperan una expansión del alimento que lleve a un consumo mundial de más de 140.000 millones de unidades para 2020.

De hecho, su crecimiento es tal que los vinculados a este negocio hablan de los paquetes de pasta como si fuese la próxima revolución alimenticia. El presidente de la Asociación Mundial de Fideos Instantáneos (porque sí, esa agrupación es real) llegó a decir en la cumbre de 2010, que “el ramen va a salvar la tierra”. Se refería a la capacidad de estas raciones de convertirse en un tipo de provisión manejable y altamente barata que podría llegar a alimentar a personas de países donde el hambre sigue siendo un problema.

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De eso hablaban también varios antropólogos en el libro The Noodles Narrative, donde explican cómo compañías como Nestlé han promovido un cambio de paradigma en países como Papúa Nueva Guinea, Brasil, México o la India (donde los fideos de Maggi son ya un símbolo nacional) gracias a la comercialización de este producto. Las clases sociales pobres pueden permitirse una comida hiperbarata, permitiendo que millones de ciudadanos tengan un mayor margen de gasto que invertir en otras cosas. Aunque eso cambie en parte sus anteriores hábitos alimenticios, claro.

Sopa de sobre, muchas calorías (pero también grasas, azúcares y sodio)

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Existe la otra cara de la moneda del mundo del fideo chino, la que demuestra que estos vasos de sopa pueden ayudar como aporte energético ideal para ciudadanos infraalimentados (como los presos) al tiempo que perjudicar a los habitantes que de media exceden el consumo de calorías recomendadas.

The Noodles Narrative explica cómo en países como Estados Unidos, Italia o España hay una parte de los consumidores (los más acérrimos) enganchados al sabor salado y especiado del ramen, haciendo que sus costumbres gastronómicas cambien en favor de alimentos de este tipo.

El Journal of Nutrition también ha dado cuenta de la importancia del ramen en nuestra cultura actual. Tal y como investigaron en un estudio llevado a cabo entre 11.000 surcoreanos de 19 a 64 años, este alimento puede conducir a la obesidad.

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¿Por qué motivo fueron los ciudadanos de esta población los sujetos clave para realizar el análisis? La gente de su país es la que mayor cantidad de noodles consume de todo el mundo, de media, 76 paquetes por persona al año. Otras zonas asiáticas tampoco le quedan lejos: la media de consumo al año por parte de los indonesios está en 60 unidades, 57 entre los vietnamitas y 46 entre los japoneses.

El estudio, además, lo llevaron a cabo al comprobar que entre 1998 y 2007 el porcentaje de población de Corea del Sur con sobrepeso había aumentado del 26% al 32%. El estudio concluía que los sujetos que comían ramen más de dos veces a la semana tendían a sufrir síndrome metabólico en mayor proporción que los que limitaban el consumo a una o menos veces (aunque ya se sabe que correlación no implica causalidad).

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