¿Un final feliz para Juego de Tronos? No, gracias: el mundo necesita más ficciones trágicas

¿Un final feliz para Juego de Tronos? No, gracias: el mundo necesita más ficciones trágicas
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Con el comienzo de la última temporada de Juego de Tronos en HBO, imagino que la mayoría de los fans albergan esperanzas de que las cosas tengan un buen final para los pocos héroes que quedan en Poniente.

Una buena parte de mí espera lo mismo, pero otra parte de mí (la parte que investiga los efectos políticos del mundo del entretenimiento) espera que la última temporada sea tan brutalmente injusta como las primeras cinco temporadas de la serie: quiere que los Caminantes Blancos invadan el Norte y maten a Jon Nieve y a Daenerys, o que Cersei traicione a los héroes después de luchar contra el Ejército de los Muertos, acabando con toda la competencia para reclamar el Trono de Hierro.

Un estudio que llevé a cabo recientemente con algunos estudiantes universitarios sobre Juego de Tronos hizo que cambiara mi opinión sobre los finales no felices, demostrando que, quizá, las series de televisión y las películas necesiten más finales de este tipo.

Las consecuencias políticas del bien

La gente prefiere las historias con finales felices y es por eso que la mayoría de las grandes historias que han sido escritas para grandes masas (ya sean libros, películas o programas de televisión) finalizan con el protagonista siendo apremiado por haber hecho lo correcto. Sin embargo, todos esos finales felices tienen consecuencias a nivel político. En un estudio realizado en 2007, el psicólogo especializado en comunicación Markus Appel demostró que cuantas más narrativas ficticias ve una persona, más probable es que crea en un mundo justo.

¿Pero qué tiene que ver esto con la política? Bueno, cuando crees en un mundo justo, tiendes a pensar que las cosas buenas les suceden a las personas buenas y las cosas malas les suceden a las personas malas.

Juego De Tronos 1

Esta forma de ver el mundo influye en el apoyo a ciertas políticas. Por ejemplo, si crees en un mundo justo, probablemente creerás que los pobres merecen ser pobres. No es sorprendente que esta forma de ver el mundo haya sido asociada a un menor apoyo hacia los programas de lucha contra la pobreza y hacia la discriminación positiva. También ha sido relacionada con sentimientos negativos hacia los pobres y el apoyo al autoritarismo.

La creencia en un mundo justo parece ser una respuesta psicológica a la incomodidad de presenciar a las víctimas de abusos, crímenes, catástrofes económicas y guerras. En lugar de forzar a alguien a lidiar con las complejas emociones evocadas por estas víctimas, esta visión del mundo funciona como un escudo: ¿Por qué dedicar energía y recursos emocionales a estas personas si se merecen lo que la vida les ha dado?

Cuando se estrenó en 2011, Juego de Tronos no era una serie como las demás. No es que simplemente abandonara la típica narrativa donde a los protagonistas se les apremia por hacer lo correcto, sino que hizo todo lo contrario llevándolo hasta el extremo, dándoles a los espectadores una despiadada carnicería de brutales y crueles injusticias.

¿Puede Juego de Tronos cambiar tu forma de ver el mundo?

Entre los mayores acontecimientos de la trama se incluyen un joven rey sádico que ordenó decapitar al personaje principal; la matanza de varios invitados desarmados durante una boda; la tortura física y psicológica; o los matrimonios forzados a niñas jóvenes que posteriormente son violadas y agredidas sexualmente. La serie ha hecho que los telespectadores aprendan a no apegarse demasiado a ningún personaje porque, con toda probabilidad, acabará encontrándose con un destino cruel e injusto.

Se me ocurrió que si el estudio de Markus Appel había demostrado que las historias ficticias con un final feliz hacían que la gente creyera más en un mundo justo... ¿Acaso ver una y otra vez las injusticias de Juego de Tronos podría hacer lo contrario y reducir la tendencia del público de creer en un mundo justo? Mis estudiantes y yo nos pusimos a idear formas de demostrar la existencia del efecto. Durante dos semestres realizamos una encuesta y un experimento, seguidas de un segundo experimento.

Night King

Para la encuesta y el primer experimento reclutamos participantes a través de las redes sociales y los separamos en tres grupos al azar, pidiendo a los sujetos del primer grupo que vieran seis episodios de Juego de Tronos; a los sujetos del segundo grupo que vieran seis episodios de True Blood (una serie que representa un mundo más justo); y a los sujetos del tercer grupo que simplemente completaran la encuesta. Para el segundo experimento, asigné al azar a varios estudiantes de una clase para que vieran cinco episodios de Juego de Tronos o la película El Hobbit: La Batalla de los Cinco Ejércitos.

En ambos estudios comprobamos que ver Juego de Tronos estaba asociado a niveles de creencia más bajos en un mundo justo. Los datos seguían siendo válidos incluso controlando otras características de los participantes. En otras palabras, la serie tiene un efecto en los espectadores más parecido a ver las noticias que a ver otras historias de ficción.

Espero que Juego de Tronos no tenga un final feliz porque, por muy triste que sea, los finales no felices son un reflejo de la realidad. Soy consciente de que a veces necesitamos escaparnos de la crueldad del mundo real, adentrándonos en mundos ficticios con finales felices, pero en un entorno mediático dominado por el entretenimiento también es importante vernos traumatizados de vez en cuando para recordar que las cosas no siempre salen bien.

Eso era lo que me gustaba de las primeras cinco temporadas de Juego de Tronos y por eso quiero que acabe mal.

The Conversation

Autor: Anthony Gierzynski, University of Vermont.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

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