"La manada de Albacete": bromear por WhatsApp con una violación no es delito, difundirlo por Twitter sí

"La manada de Albacete": bromear por WhatsApp con una violación no es delito, difundirlo por Twitter sí
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Una universitaria albaceteña ha denunciado a un grupo de jóvenes que, en el transcurso de una conversación en un grupo de WhatsApp, “bromeaban” con la posibilidad de violarla. En esa conversación vemos cómo varios jóvenes daban una serie de opiniones bastante salvajes y perturbadoras para el observador ajeno.

Por lo que sabemos, el proceso es el siguiente.

La chica (Elvira Ibáñez, según alega ella en su perfil de Twitter) recibe de una fuente de origen desconocido los fragmentos de conversación donde unos estudiantes hablaban de ella como objeto sexual de forma un tanto denigrante. Esa fuente también le pasó capturas de un segundo grupo de chat compuesto por los mismos chicos donde se identifican a sí mismos como “manada” y dicen que su oficio es violar, sin referirse concretamente a ninguna de sus potenciales víctimas, tampoco la joven universitaria. El que ha tenido acceso a esa conversación termina poniendo nombre y apellidos a esos usuarios, junto con un mensaje de apoyo.

"Nuestro oficio es violar": el clima de la España post-manada

Entonces la joven subió esa filtración en sus stories de Instagram, cosa que ha servido para que algunos de sus seguidores en esa plataforma difundan, al mismo tiempo, esas capturas en sus cuentas de Twitter y Facebook así:

Cabe la posibilidad de que en todo este proceso, además, Ibáñez tenga en su posesión más material vejatorio que no haya dado a conocer en sus stories.

Entonces se produjo un efecto de bola de nieve y más gente, especialmente en Albacete, se enteró del suceso. La joven aludida en la conversación ha dicho que les ha denunciado, el clamor popular lamenta esta demostración de que las manadas son muchas y varios partidos políticos e instituciones han salido en apoyo de la estudiante y rechazando esa cultura por la que hombres se permiten bromear sobre un tema tan serio. Los medios ya se han hecho eco de todo el suceso.

En redes también hemos observado un efecto rebote. Hay quien ha puesto el derecho de intimidad de los chicos señalados por encima del perjuicio de la víctima. Ella ha difundido en su Instagram unos mensajes que se dijeron en un contexto privado. ¿Qué es entonces desde el punto de vista legal más relevante en este caso? ¿Tiene visos de prosperar la querella de una mujer que ve cómo un grupo de hombres quiere “reventarle la vagina a pollazos para dejarla medio muerta”?

Sin garantías de que estemos ante amenazas y coacciones

Para esto hablamos con Javier Prenafeta, abogado especializado en derecho tecnológico y socio del bufete 451.legal. Como nos afirma inicialmente, Prenafeta considera que falta mucha información como para poder hacer una valoración completa del caso. Pero si lo que hemos visto en redes sociales se corresponde con la realidad de la denuncia, es posible que quien se encuentre al final en un aprieto sea precisamente la universitaria.

Aunque habría que ver todo el contenido de los mensajes, lo que tiene relevancia es que la chica no formaba parte de la conversación:

“El tipo delictivo al que podría haberse acogido la chica es por amenazas y coacciones. El delito de amenazas se da cuando te diriges al amenazado diciendo que le vas a hacer daño. Para que sean coacciones ocurre lo mismo, ella tendría que haber recibido un mensaje por el que se sienta obligada a hacer algo en contra de su voluntad, pero por lo que vemos aquí la joven no es receptora de las mismas. Tampoco hablamos de un delito por agresión sexual porque no ha habido ningún contacto entre ellos. En general me parece difícil que pueda ser delictivo”.

Como matiza el abogado, los mensajes tampoco pueden considerarse delito de odio, ya que hasta el momento la discriminación que se ha contemplado en estos casos es hacia personas de otra raza, religión, ideología, orientación sexual, etc., pero no de género.

Cuando luchar en redes puede convertirse en vulneración de derechos ajenos

Por eso es importante saber cómo se ha accedido a esa información. “Los chats por WhatsApp son conversaciones electrónicas con secreto de comunicaciones. Yo no puedo revelar una conversación de otro de la que yo no sea parte, así que primero tendríamos que ver si ha habido vulneración de las comunicaciones, que es un derecho fundamental; si ellos han dado el consentimiento para que la conversación se haga pública. Si no ha sido así, ella podría estar en mayor riesgo que ellos por haber difundido datos personales y por difamación, independientemente de que estén hablando de ella, de que lo que hayan dicho se corresponda con la realidad y de que ellos sean o no unos impresentables”.

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“A nivel jurídico tiene relevancia que se trate de una conversación privada, protegida por el derecho de las comunicaciones, y no pública. En el contexto de las conversaciones privadas entre gallitos, donde se dicen burradas y tonterías entre amigos, en principio no puede demostrarse necesariamente una intención de realizar lo que se dice, aunque ojo, dependiendo del caso tal vez sí podría demostrarse que sí se vaya a realizar el delito. Sin embargo, si es un comentario en abierto, como puede serlo en un Twitter que no tenga el perfil restringido, sí cabe la posibilidad de que el receptor se sienta más amenazado, porque cualquiera puede leer eso”.

Como vemos, ha sido todo un riesgo que la chica expusiese el mensaje que recibió en su Instagram stories, pero a su vez la chica podría estar protegida. El perfil de Elvira que ha mostrado la conversación es ahora mismo privado y no sabemos si lo fue cuando subió las conversaciones de los chicos. Tiene más de 5.000 seguidores. Como nos explica Prenafeta, "esto también se planteó recientemente en el chat de los guardias civiles que escribieron amenazas a Manuela Carmena y son casos similares. Aunque el grupo de WhatsApp tenga muchos participantes o tú en tu Instagram tengas muchos seguidores no quiere decir que sea un mensaje público. Sigue siendo privado independientemente del número de receptores".

Por tanto, si se descubre que su perfil estaba restringido cuando lo compartió, los universitarios sólo podrían denunciar a las personas de otras redes sociales que hicieron capturas de la "story" de esta chica, como la tuitera Blancagru, pero no a la chica en sí. En caso contrario la joven sí podría exponerse a esa denuncia.

La pelota está en su tejado: si ves riesgo, denuncia

Esta conversación entre chicos ha tocado la fibra del público por mostrar un tipo de mirada al otro, a la mujer, especialmente deshumanizado. Sabemos por los chats originales de La Manada del caso de Pamplona que no sólo actuaban así, sino que se alentaban unos a otros con comentarios sobre las mujeres muy similares. Desde hace un tiempo son cada vez más las muestras de que en los círculos masculinos se da a veces esa cultura donde se cruza la línea del sano diálogo sobre la pulsión sexual al terreno de la mirada misógina. Hay miedo a que, incluso, en estos contextos, se induzca a otros a cometer abusos sexuales mientras que nadie hace nada por evitar que sus amigos actúen así.

A nivel pedagógico ya hay mucha gente alzando su voz para criticar estas conductas de forma genérica, pero... ¿No puede hacerse nada entonces a nivel legal cuando vemos un caso concreto y real para evitar que se perpetúen estas actitudes y comentarios?

Como nos explica Prenafeta, sí. Pero no es tarea de los que estén fuera de la conversación, sino de los que estén dentro. “Si un participante dentro de un chat cree que el comentario de alguien puede derivar en delito, esa persona que ha visto el mensaje tiene la obligación de denunciarlo a la policía. Pero si la denuncia la hace alguien que ha accedido de manera ilegal a la conversación no sólo no vale, sino que se podría anular la prueba. Por eso hay que tener cuidado. Aunque tú quieras evitar un daño al difundir conversaciones ajenas privadas te puedes exponer a una infracción del derecho al honor o a la intimidad de otra persona”.

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