Las claves de la especulación farmaceútica que convirtió a Martin Shkreli en el hombre más odiado del mundo

Las claves de la especulación farmaceútica que convirtió a Martin Shkreli en el hombre más odiado del mundo
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Martin Shkreli tiene 32 años, una investigación federal sobre su cabeza, el odio de buena parte de Estados Unidos dentro y fuera de Internet, y la responsabilidad más o menos directa de que el NASDAQ del sector se desplomase el lunes casi un 5% (con ayuda de Hillary Clinton). Y la culpa de todo la tienen la avaricia y un medicamento de 1953, la pirimetamina.

Este fármaco se usa para tratar la malaria, la tosmoplamoxis y el SIDA. Shkreli ordenó su subida de precio de la noche a la mañana más de un 5.500%, se rió de los que se quejaron, insultó a periodistas y, finalmente, se ha echado atrás en parte. ¿Cómo ha conseguido un tipo que se dedica a jugar a la ruleta rusa con vidas humanas montar semejante cirio?

¿Quién es Martin Shkreli?

Shkreli1

Imagina que en el año 2000 un becario de 19 años de un fondo de alto riesgo recibe una visita de la SEC, la gente encargada de perseguir a gente como el Jordan Belfort de "El Lobo de Wall Street". Aunque no encontraron nada raro en su actividad, el primer titular protagonizado por Martin Shkreli ya revelaba que al bisoño neoyorquino, descendiente de inmigrantes albaneses y croatas, le gustaba apostar fuerte como short seller del sector farmacéutico. Sin ninguna experiencia en temas médicos.

Espera, ¿un short qué?

Alguien que apuesta por el fracaso ajeno para enriquecerse. El modus operandi simplificado: yo te vendo para dentro de unos días algo que no tengo a un precio de 10 aunque hoy valga 15, porque espero que en ese plazo se hunda hasta valer 5. Como tú ya pagaste, lo puedo comprar a ese precio antes de dártelo y me forro porque eres un pringado. Si sale bien, claro.

Ahora imagínate que me dedico a eso con empresas farmacéuticas. Voy a hacer lo que sea para conseguir que mis apuestas salgan bien. A lo mejor me acusan de montar una web para difundir rumores que hundan los valores que me interesan. A lo mejor monto mi propio fondo de inversiones en 2006 y me dedico a comprar acciones de otras empresas para detener una fusión entre dos farmacéuticas porque me conviene. A lo mejor me meto en varios consejos de administración a torpedear lo que haga falta, o trato de que las autoridades sanitarias no aprueben medicamentos de empresas a las que necesito hundir a corto plazo. Para cuando la SEC vuelva otra vez a por mí en 2012 ya habré formado mi propia empresa a largo plazo. Y volverán a no encontrar nada punible.

Es exactamente la carrera que emprendió Shkreli entre 2000 y 2012.

¿Qué hizo entonces?

Nasdaq
Retrophin acusa a Shkreli de haber sacado la compañía a bolsa sólo por beneficio personal.

Para 2011 parecía que Shkreli se había domesticado. Formó Retrophin, una farmacéutica que dirigía desde la misma oficina en la que gestionaba su fondo de alto riesgo y que no contaba con medicamentos propios, sino ideas de producto. La empresa salió a bolsa en 2014 e inmeditamente después compró Manchester Pharmaceuticals, haciéndose así con un par de medicamentos ya aprobados para la venta.

El problema es que parte del consejo creía que había salido a bolsa para hacerse con el dinero necesario para solventar sus problemas con los inversores de su fondo. Peor: que estaba desviando dinero de Retrophin con el mismo objetivo. A finales de año, entre acusaciones de acoso y múltiples problemas en la empresa, Shkreli dimitía -el consejo ya había aprobado su destitución- y unos meses más tarde formaba Turing Pharmaceuticals, la empresa por la que ha saltado a la infamia. Retrophin le ha demandado por 65 millones de dólares malversados: 59 millones en acciones y el resto en dinero líquido.

¿Qué vende Turing, la nueva compañía de Shkreli?

Aparte de otros medicamentos en desarrollo, Shkreli se llevó el Vecamyl consigo -más bien, lo compró mediante engaños, a través de una farmacéutica interpuesta, que adquirió el medicamento y lo vendió justo después a Turing- y, en agosto de este año, se hizo con los derechos para Estados Unidos del Daraprim, el nombre comercial de la pirimetamina que comentábamos al principio. Por 55 millones de dólares. Ambos medicamentos eran los únicos aprobados para su venta en Estados Unidos:

Turing
La web de Turing revela que sólo el Daraprim y el Vecamyl podían recetarse al público.

Inmediatamente después, subió el precio de 18 a 750 dólares la tableta. Algo que el New York Times denunció el 20 de septiembre, abriendo las puertas de la furia ciudadana.

¿Cuánto cuesta el Daraprim?

En 2014, a 13,50 dólares la tableta, el Daraprim ingresó 9,9 millones de dólares, antes de que Turing lo "heredase" a 18 dólares (que ya era elevado: unos años antes su laboratorio original, GlaxoKline, lo vendía a un dólar la tableta). Y eso que fue un año malo para el medicamento, con 4.000 recetas menos que en 2011. Pero da igual: si el Daraprim se recetase al mismo ritmo en 2016 que en 2014, el precio que le puso Shkreli le haría recuperar esa inversión de 55 millones de dólares en más o menos un año.

Para que quede claro: con vender algo menos de 75.000 tabletas con ese nuevo precio, habría recuperado la inversión. En un medicamento para tres enfermedades potencialmente letales.

Sede Turing
La sede de Turing en Nueva York.

¿Y por qué nadie fabrica un genérico para hundir el precio?

Cierto: la patente del principio activo hace tiempo que expiró, pero hay un problema: Shkreli controlaba la distribución del Daraprim. Lo que, en la práctica estadounidense, quiere decir que el resto de laboratorios no tendrían fácil hacerse con la cantidad de Daraprim suficiente para probar y producir su hipotético genérico. Y sí, es algo intencionado por parte de Shkreli, que ya había expresado en Retrophin, como recogía el New York Times, que se trataba de una estrategia para "fastidiar a los genéricos".

¿Qué pasó cuando se supo esto?

La noticia del New York Times provocó un estallido mediático. Shkreli hizo la ronda televisiva tratando de explicar que no le movía la avaricia, "sino lo contrario: necesitamos ese dinero para seguir en activo. (...) El Daraprim no da beneficios a su antiguo precio"... Y entre insultos, llamando "imbécil" a un periodista especializado, John Carroll, que le preguntó en Twitter que por qué había subido el precio.

Reddit llamó al boicot de la compañía, varios médicos se quejaron de los abusos y de la escasez de Daraprim desde la subida... Y entonces llegó Hillary Clinton. Un sólo tuit suyo

bastó para hundir más de un 4,5% los valores biotecnológicos del NASDAQ. ¿La propuesta de Hillary? Poner un tope de 250 dólares al precio de cualquier medicamento. Una propuesta que ha puesto de los nervios a la asociación de las grandes, Phrma, que ha emitido un comunicado en contra, a la vez que anunciaba en Twitter que "Turing no representa los valores de nuestros miembros".

¿Cuál es la situación actual?

Mala para Shkreli. En un intento de anular el desastre de relaciones públicas en el que se había metido, el director ejecutivo prometió bajar el precio del Daraprim... Pero sin decir cuánto.

Para empeorar las cosas, también se ha desvelado que el caso Retrophin ha vuelto: Martin Shkreli está siendo oficialmente investigado por las autoridades federales, debido a sus prácticas en la empresa que fundó en 2011, justo cuando se ha convertido en el supervillano oficial de la semana. Desde luego, nadie en el sector le va a perdonar que haya despertado el interés de los presidenciables y el Congreso con un año de primarias y campaña por delante.

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