¿Por qué la gente vuelve a creer en los ovnis?

¿Por qué la gente vuelve a creer en los ovnis?
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En los 90 el interés público por los ovnis y las abducciones alienígenas alcanzó máximos sin precedentes mientras que programas como “Expediente X” o “Alien Autopsy” (“Autopsia alienígena” un programa que resultó ser un fraude) ocupaban las franjas horarias de máxima audiencia y el Instituto Tecnológico de Massachusetts llegó a organizar una conferencia académica sobre el fenómeno de las abducciones.

Pero durante la primera década del siglo XXI el interés por los ovnis empezó a decaer y algunos grupos de investigación amateur como el British Flying Saucer Bureau se disolvieron.

En 2006 el historiador Ben Macintyre sugería en The Times que Internet se había “cargado” a los ovnis. El acceso a la información y la facilidad a la hora de intercambiar ideas había hecho que predominaran los escépticos y, según Macintyre, la gente ya no veía ovnis porque ya no creían en ellos.

Los datos dan la razón a Macintyre cuando dice que, a la hora de creer en los ovnis, la razón se acabó imponiendo. Según un sondeo de Gallup de 1990 el 27 por ciento de los estadounidenses creía que “los extraterrestres habían visitado la Tierra en algún momento del pasado”. Dicha cifra ascendió al 33 por ciento en 2001 antes de volver a caer hasta un 24 por ciento en 2005.

Sin embargo “Expendiente X” ha vuelto e incluso Hillary Clinton se ha comprometido a revelar todo lo que el gobierno estadounidense sabe sobre los alienígenas si sale elegida presidenta. Mientras tanto, un artículo reciente del Boston Globe escrito por Linda Rodriguez McRobbie sugiere que la creencia en los ovnis puede estar aumentando.

Se refiere a una encuesta de Ipsos del año 2015 donde un 45 por ciento de los estadounidense cree que los extraterrestres han visitado la Tierra.

Aunque la ciencia pueda suprimir la creencia en fuerzas misteriosas, dichas creencias siempre volverán porque la necesidad de creer es algo innato a la menta humana

¿Dónde se ha quedado la razón? ¿Por qué la sociedad occidental sigue fascinada con los fenómenos paranormales? Si la ciencia no acaba de forma automática con la creencia en los ovnis ¿Por qué los avistamientos y las abducciones siguen poniéndose de moda cada ciertos años?

Hasta cierto punto, se trata de una cuestión política. Aunque la existencia de agentes del gobierno como en “Man In Black” no sea más que una leyenda urbana, la gente poderosa y las instituciones pueden influenciar los niveles de estigma que rodean a estos temas.

Los sociólogos de las religiones también han sugerido que el escepticismo se ve contrarrestado por una tendencia social diferente, algo a lo que denominan “reilusionamiento”. Estos sociólogos dicen que, aunque la ciencia pueda suprimir la creencia en fuerzas misteriosas, dichas creencias siempre volverán porque la necesidad de creer es algo innato a la menta humana.

Una nueva mitología

La razón triunfa desde, por lo menos, el discurso del sociólogo Max Weber en 1918 “La ciencia como vocación” en donde señalaba que el mundo moderno da por hecho que todo se reduce a explicaciones científicas. “El mundo”, decía, “está desilusionado”.

Al igual que ocurre con muchos eventos inexplicables, al principio los ovnis fueron considerados como temas de gran importancia científica. La gente se preguntaba qué estaba pasando y los científicos estudiaron el tema para “desmitificarlo”.

La ufología moderna (el estudio de los ovnis) normalmente se remonta a un avistamiento hecho por el piloto Kenneth Arnold. Cuando volaba sobre Monte Rainier el 24 de junio de 1947, Arnold describió nueve objetos con forma de disco que la prensa pasaría a llamar “platillos volantes”.

Unas semanas más tarde, el periódico Roswell Daily Register informaba de que el ejército había recuperado un platillo volante que se había estrellado. Para finales de 1947 los estadounidenses denunciaron otros 850 avistamientos.

Image 20160704 19124 1ss9o12 La primera página del 6 de julio de 1947 del periódico Roswell Daily Record

Durante los años 50 la gente empezó a decir que había contactado con los habitantes de estas naves y muchas veces se trataba de encuentros eróticos.

Por ejemplo, uno de los primeros “abducidos” fue un mecánico californiano llamado Truman Bethrum a quien habían llevado a una nave del planeta Carion capitoneada por una hermosa mujer llamada Aura Rhanes (la mujer de Bethurum acabó divorciándose, alegando la obsesión que tenía su marido con Rhanes). En 1957, el brasileño Antonio Villas-Boas relataba cómo había tenido un encuentro similar donde le habían llevado a una nave y una vez allí le habían forzado a reproducirse con un alien femenino.

Los psicólogos y los sociólogos han propuesto algunas teorías acerca de este fenómeno. En 1957, el psicoanalista Carl Jung planteaba que los ovnis tenían una función mitológica que ayudaba a la gente del siglo XXI a adaptarse al estrés producido por la Guerra Fría (aunque para Jung no impedía la posibilidad de que los ovnis existieran).

Además, las costumbres sociales estadounidenses estaban cambiando a un ritmo muy rápido a mediados del siglo XX, sobre todo en cuanto a cuestiones de raza, género y sexualidad. Según el historiador W. Scott Poole, las historias de relaciones sexuales con alienígenas podrían ser una forma de procesar y hablar sobre esos cambios. Por ejemplo, cuando el tribunal supremo norteamericano finalmente declaró como anticonstitucionales las leyes que prohibían el matrimonio interracial en 1967, el país llevaba ya años hablando de Betty and Barney Hill, una pareja interracial que decía haber sido explorada por alienígenas.

Lore, una mujer contactada por alienígenas, también empezó a aplicar “ideas científicas” como manera de reformular algunas de las fuerzas misteriosas asociadas con las religiones tradicionales. El experto en folclore Daniel Wojcik denomina la creencia en alienigenas benévolos como “tecno-milenarismo”. En vez de Dios, algunas de las personas que creen en los ovnis piensan que será algún tipo de tecnología alienígena lo que salve al mundo. La secta Heaven’s Gate (puerta del cielo), cuyos miembros se suicidaron de forma colectiva en 1995, era uno de los grupos religiosos que estaba a la espera de la llegada de los alienígenas.

Mejor que no hables del tema

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A pesar de las dudosas historias de las personas que decían haber sido contactadas, las fuerzas aéreas estadounidense se tomaron los avistamientos de ovnis en serio, organizando varios estudios, incluyendo el Project Blue Book de 1952 a 1969.

En 1966, las fuerzas aéreas utilizaron a un equipo de la Universidad de Colorado dirigido por el físico Edward Condon para investigar los informes sobre ovnis. Aunque el equipo falló a la hora de identificar el 30 por ciento de los 91 avistamientos examinados, el informe de 1968 llegaba a la conclusión de que no tenía utilidad alguna seguir estudiando el fenómeno. Condon añadía que los profesores de instituto que permitían a sus alumnos leer libros relacionados con los ovnis en relación con alguna asignatura estaban haciendo un flaco favor a las facultades críticas de los estudiantes y a su capacidad de desarrollar un pensamiento científico.

Basando su decisión en el informe, las fuerzas aéreas concluyeron el Project Blue Book y el congreso de los Estados Unidos dejó de invertir en la investigación sobre ovnis.

Diversos sociólogos sugerían que a mayor estatus social y más conexiones sociales, menor es la probabilidad de que una persona diga que cree en algún tipo de fenómeno paranormal

Tal y como explicaba el académico religioso Darryl Caterine en su libro “Haunted Ground" (tierra embrujada), “entre los disturbios por los derechos civiles, los festivales de amor de los hippies y las protestas antiguerra por todo el país, Washington estaba oficialmente del lado de un universo racional”.

Si bien la gente seguía creyendo en los ovnis, expresar demasiado interés por el tema tenía un precio. En 2010, los sociólogos Christopher D. Bader, F. Carson Mencken y Joseph O. Baker averiguaron que un 69 por ciento de los estadounidenses declaraba creer en, por lo menos, un tema paranormal (astrología, fantasmas, ovnis, etc.).

Aunque sus conclusiones también sugerían que a mayor estatus social y más conexiones sociales, menor es la probabilidad de que una persona diga que cree en algún tipo de fenómeno paranormal. Los solteros dicen creer en lo paranormal más que las personas casadas y las personas con ingresos más bajos dicen creer en lo paranormal más que las personas con ingresos más altos. Puede que aquellas personas con “algo que perder” tengan motivos para no creer en lo paranormal (o por lo menos para no decirlo).

En 1973, el Instituto Estadounidense de Aeronáutica y Astronáutica realizó una encuesta a sus miembros acerca de los ovnis. Varios científicos afirmaban haber visto objetos no identificados e incluso algunos llegaron a contestar que los ovnis son extraterrestres o, como mínimo, “reales”. Sin embargo, el físico Peter A. Sturrock sugería que los científicos respondieron a las preguntas sin sentirse presionados solamente porque se garantizaba su anonimato.

John Mack, psiquiatra de Harvard, llegó a ser un símbolo del estigma en la investigación sobre ovnis al haber colaborado estrechamente con personas que habían sido abducidas (a los que llamaba “experimentadores”). Aunque seguía teniendo sus dudas acerca de la existencia de los alienígenas, defendía a los experimentadores y argumentaba que había que tomarse sus historias en serio.

Sus jefes no estaban muy contentos y en 1994 la facultad de medicina de Harvard abrió una investigación sobre su trabajo: una acción sin precedentes contra un profesor titular. Finalmente, Harvard abandonó el caso, respaldando la libertad académica de Mack, pero el mensaje era claro: tener la mente abierta sobre el tema de los ovnis era algo malo para tu carrera.

Razón y reencantamiento

Hillary Clinton In November 2014 Hillary Clinton ha prometido revelar toda la información sobre los ovnis si sale elegida presidenta

¿Si Hillary Clinton es candidata a la presidencia, qué hace hablando de ovnis? Puede que parte de la respuesta sea que los Clinton tengan vínculos a una red de personas influyentes que han ejercido presión al gobierno para que desvele la verdad sobre los ovnis. Entre ellos están el millonario Laurence Rockefeller (que financió las investigaciones de John Mack) y John Podesta, director de la campaña de Clinton y defensor de que se sepa toda la verdad desde hace años.

Pero puede que también se trate de un círculo cultural más amplio. Sociólogos como Christopher Partridge han sugerido que un desilusionamiento lleva a un reilusionamiento: mientras que la secularización puede haber debilitado la influencia de las religiones tradicionales esto no quiere decir que la gente haya pasado a ser escéptica y desilusionada.

Por el contrario, muchos son los que han explorado espiritualidades alternativas que la iglesia previamente había estigmatizado como “supersticiones” (todo lo que va desde la salud holística a las profecías mayas). El auge de la autoridad científica puede que, de forma paradójica, haya abierto el camino a la mitología de los ovnis. Quizás se está produciendo un cambio similar en la esfera política donde el lenguaje del pensamiento crítico se ha vuelto en contra del establecimiento científico.

En los años 60, el congreso de los Estados Unidos lo dejaba en manos del Informe Condon y a día de hoy los políticos conservadores rebaten ideas sobre el cambio climático, la evolución y la eficacia de las vacunas. Estos disidentes nunca dicen que sus afirmaciones son “anticientíficas”, sino que más bien se trata valientes ejemplos de la libertad de investigación.

Donald Trump puede haber sido el primer candidato a la Casa Blanca en descubrir que las ideas raras ahora son un activo en vez de una obligación. En un clima político donde el lenguaje de la razón se usa para atacar la autoridad científica, discurrir sobre la posibilidad de que existan ovnis simplemente ya no tiene el estigma que solía tener.

Autor: Joseph P. Laycock, Profesor adjunto de Estudios Reliogiosos, Texas State University

The Conversation

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Foto | Mark Nozell

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