'¿Quién está matando a los moñecos?' y la lucha de Barrio Sésamo por conservar la pureza de los teleñecos

'¿Quién está matando a los moñecos?' y la lucha de Barrio Sésamo por conservar la pureza de los teleñecos
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El tráiler es para verlo (y por eso te lo dejamos a continuación). Este verano las audiencias podremos ¿disfrutar? de esta mugrienta e irreverente ficción en la que Melissa McCarthy comparte protagonismo junto a un policía retirado en Los Ángeles en un mundo en el que humanos y teleñecos coexisten haciendo claras diferencias de clase entre ambas especies. Los chistes consisten en muñecos animados haciendo como que son prostitutas, gángsters, heroinómanos y prolíficos generadores de semen.

Nuestros ojos parecen no creer lo que ven en las imágenes. Por una parte, porque los encargados de la distribución de The Happytime Murders han decidido llamarla en español '¿Quién está matando a los moñecos?', así con la o.

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Pero sobre todo... ¿es cierto lo que ponía al principio? ¿Se trata de los mismos creadores de aquellas películas familiares llamadas 'Los Teleñecos en cuentos de Navidad' y 'Los Teleñecos en la Isla del Tesoro'? Pues parece que sí, dirige Brian Henson, osea, el hijo de Jim Henson. Parece que el mundo de las franquicias se ha vuelto aún más loco.

Sesame Street (Sesame Workshop) versus los Muppets (Henson Alternative vía The Jim Henson Company) versus The Muppets Studio (The Walt Disney Company)

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De izquierda a derecha, el presidente de Walt Disney Studios, Rich Ross, Lisa Henson, directora ejecutiva, y Brian Henson, presidente de The Jim Henson Co. 20 de marzo de 2012.

He aquí el problema con esta adaptación y las denuncias que ha suscitado. La película de los “moñecos” la ha producido Henson Alternative, la productora audiovisual adulta del grupo The Jim Henson Company. Ésta última compañía es, en última instancia, la de Jim Henson, creador original de la gran familia de la Rana Gustavo, y cuyo emporio está ahora dirigida por sus herederos. Los denunciantes son Sesame Workshop, que son los que poseen los derechos de Sesame Street o Barrio Sésamo.

Bien: en 2004 Disney compró a The Jim Henson Company las propiedades intelectuales de los Muppets (Teleñecos) así como todos sus productos anteriores. La familia Henson se quedó con Fraggle Rock, pero todo lo de Barrio Sésamo también lo había perdido ante Sesame Workshop, a quienes los Henson les habían vendido los derechos anteriormente. Disney metió todos sus derechos muñequiles bajo un mismo holding, The Muppets Studio, que es el que nos ha dado las recientes y luminosas películas de los Teleñecos. "Muppet" o “Teleñeco” es ahora una marca registrada propiedad de Disney, aunque Sesame Workshop puede seguir aplicándolo para referirse a sus personajes. La Rana Gustavo tiene su propia, particular y larga historia legal.

The Muppets

¿Entonces qué posee realmente The Jim Henson Company? “Los derechos sobre el resto de sus personajes, biblioteca de programa y activos” de la obra de Jim Henson. Es decir, los Fraggles, Cristal Oscuro, Sid el niño científico… y algunos otros productos menos memorables del maestro. Mientras intentan explotar el potencial de estas marcas, también tienen permitido jugar con los diseños muppetísticos de su padre, como vemos en ¿Quién está matando a los moñecos?, donde no veremos a Gustavo, a Piggy o a Elmo pero pensaremos fuertemente en ellos.

La actual denuncia a los “moñecos”

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Al lío. La denuncia de Sesame Workshop acusaba a la familia de Henson de uso inapropiado de referencias de Barrio Sésamo en su campaña de márketing, como en “No sésamo, sólo barrio”, como dice el eslogan promocional de la peli. Esta frase perjudica, según ellos, a la marca de Barrio Sésamo, infantil y para toda la familia.

“La promoción de ¿Quién está matando a los moñecos? debería funcionar o fracasar en por sus propios méritos, no en base a un cínico y desleal intento de engañar y confundir al público asociándola con el programa infantil más celebrado de la historia”, lamentaban en el comunicado público acerca de la demanda que cursaron, que sólo pide el cambio de su estrategia de comunicación, en ningún caso la prohibición de la película. Para desgracia de Sesame Workshop, la corte estadounidense ha desestimado su recurso alegando que serán los padres los responsables de introducir o no en las salas a los niños a una película calificada para mayores de 18 años.

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En verdad, parece que lo que ha molestado no es tanto que haya una película pasada de rosca con copycats de sus marionetas registradas, sino que sea The Jim Henson Company quien está detrás del proyecto. Que el hijo, también responsable de otras películas anteriores y amables de los teleñecos el que la lleve a los cines, haga que en su campaña se fusionen en nuestra mente Jim Henson, Barrio Sésamo y Teleñecos, haciendo que éste parezca un producto genuino de los Muppets, por así decirlo. Con todo esto estarían dañando irremediablemente el imaginario Muppet como mundo puro y casto, uno que insistentemente durante décadas el programa infantil y educativo ha querido reforzar.

El “barrio” siempre estuvo ahí

Sin embargo, y aunque ni a Barrio Sésamo ni a Disney les guste reconocerlo, los teleñecos siempre han tenido una dimensión muy macarra. Fue el propio Henson padre el que llevó a sus criaturas completamente fumadas al Saturday Night Live cantando junto a Lily Tomlin. Ese mismo año, Henson ordenó titular el episodio piloto de The Muppet Show Sexo y Violencia, aunque no aparecía mucho de estos temas durante el metraje.

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Tampoco enfadó a Jim Henson la famosa película de 1989 de Peter Jackson El delirante mundo de los Feebles, sátira perversa y negrísima tanto de la creación del juguetero como de la propia ideología blanca e inocente de Barrio Sésamo. Por ella pasean ratas de felpa sidosas, hipopótamas bulímicas, gatas guarrillas, conejos sifilíticos y erizos violadores, entre otros delirantes ejemplos.

Porque ver el lado perverso de nuestros ídolos infantiles vende. Hace tan sólo 15 años tuvo también éxito mundial la obra teatral Avenue Q, donde versiones poco disimulados de Epi y Blas, El monstruo de las Galletas y otros tantos le cantan sobre al racismo, al porno, a las drogas, a la homosexualidad y al conservadurismo político.

Fotos: Damian Dovarganes, Richard Termine.

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