Joan Cornellà: viñetas para confirmar que nos encanta el humor muy jodido

Joan Cornellà: viñetas para confirmar que nos encanta el humor muy jodido
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Tiene más de cuatro millones de followers en Facebook y un 1.1 millones en Instagram. Para muchos de los que no le sigan, este historietista será "el tipo raro de los dibujos turbios". Y para sus admiradores, se trata del tipo que ha sabido condensar en tiras de entre una a seis viñetas el humor más bestia que circula por la red.

Una foto publicada por Joan Cornellà (@sirjoancornella) el

Es muy probable que ya hayas visto a sus imágenes. Animales, tullidos, fetos, hombres trajeados de mirada exultante y actitud extremadamente agresiva. Joan Cornellà se atreve a sobrepasar todos los límites en sus ilustraciones de colores chillones y moral descuidada.

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En sus tiras cabe reírse de hombres que se penetran analmente a sí mismos (emulando así el símbolo vial que indica el cruce de discapacitados). De policías que lloran por disparar a un condenado a muerte que debía ser electrocutado instantes más tarde. O de mujeres que se equivocan al echar a recién nacidos al contenedor de cartón (cuando debieran arrojarlo a la orgánica).

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Este autor catalán empezó ya a demostrar en 2010 su talento al publicar Abulio, su primer álbum que apareció publicado por Glénat y que ganó algunos premios del mundo del cómic. En este tiempo ha colaborado en publicaciones como El Jueves, La Cultura del Duodeno, El Periódico, Le Monde, TMEO, el diario Ara y The New York Times.

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Las tiras mudas que le han popularizado al funcionar tan bien en Facebook han contado con una ventaja añadida: el lenguaje visual es universal. Como contaba en esta entrevista para Doze Mag, la inmensa mayoría de sus visitantes de la web son extranjeros, de Japón, Estados Unidos o Inglaterra. Son los que le hacen pedidos mayoritarios, y sus trabajos anteriores, con viñetas en castellano, no han funcionado en ventas ni remotamente que lo que lo han hecho las imágenes de historias corrientes. Como añadido, el humorista puntúa que prácticamente ningún pedido de los que le hacen son clientes españoles.

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Fue precisamente aprovechando el éxito de sus historias corrientes cuando desde la editorial Bang ediciones le propusieron sacar tanto en España como en Francia un volumen de recopilaciones Mox Nox, que tuvo mejor repercusión económica que sus anteriores obras impresas.

Después, Cornellá le ofreció directamente a sus seguidores la opción de participar en el Kickstarter para subvencionar su siguiente proyecto, con el que convertiría en animación algunos de sus gags más conocidos. No sólo consiguió el apoyo presupuestario necesario para crear sus videos de humor, sino que acumuló un 20% más de lo que pedía inicialmente. Como muchos otros artistas gráficos de alta popularidad en las redes, es directamente desde su página web donde sus seguidores pueden adquirir sus obras.

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En cuanto a sus influencias, podemos ver en el dibujo del catalán el estilo underground de Drew Friedman, Daniel Clowes y Petter Bagge, referencias directas que suele citar (y de quienes además prefiere las historietas cortas a las novelas gráficas). Así el trabajo de Cornellá se acerca más a algo que podríamos definir como post underground, un estilo más propio de la asepsia actual de nuestra vida digital.

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Sus pequeñas viñetas, como las de Molg H., hacen que lo grotesco golpee nuestras retinas, y de alguna forma sus pequeñas lecciones de vida deforman cosas que nos parecen demasiado reales.

Es decir, Cornellá presenta unas sucesiones de hechos con una lógica interna que, desde fuera, parecen totalmente desquiciados (pero coherentes). Además, el estilo visual de sus viñetas es serio e iconoclasta, como una suerte de panfletos como los que aparecen en los vuelos comerciales sobre qué hacer en caso de emergencia. La suma de estos dos factores hace que sus historias corrientes funcionen como manual de instrucciones para la vida con un giro inquietante que induce a la subversión.

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Como vemos, no es sólo el gore, sus expresiones gráficas también exudan existencialismo. Hay una constante presencia de la muerte, de su absurdo y el temor que nos inspira, aunque reprimamos su presencia en nuestro día a día. Cuando ves a un hombre feliz prenderse fuego a la cabeza para poder entrar al club de moda una carcajada interna brota en nosotros, para después notar que todo ese cinismo no provoca más que que nos revolvamos en el sillón.

Las hiperbólicas imágenes de Cornellá nos provocan la risa automática, pero tras la carcajada viene el clic: el autor ha logrado hacernos entender que hay algo que no funciona como debería en nuestra mente.

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Aunque cada cierto tiempo alguien le acusa de enfermo o pervertido, no parece que sea ese el caso de Cornellá. El dibujante es una persona con una apariencia y unas costumbres tan calmadas, y que su dibujo funcione como terapia de choque. Él mismo lo cuenta en esta entrevista, a él ni siquiera le gusta ver videos truculentos, de amputados o imágenes snuff, es mucho más tranquilo. Pero luego, al coger los lápices (o el micrófono), es cuando brota de él esa negrura que conecta con todos nosotros.

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