La lección de Bob Pop en primera persona sobre cómo se sienten las víctimas de una violación

La lección de Bob Pop en primera persona sobre cómo se sienten las víctimas de una violación
Sin comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

El juicio a La Manada, y especialmente las pruebas presentadas por la defensa, han puesto en la agenda de actualidad nacional un tema muy viejo: ese segundo juicio al que tiene que someterse una víctima. Como comentamos la semana pasada, la psicología ya ha recogido cómo no todas las reacciones a un episodio traumático son iguales.

Pero la evidencia no es capaz de romper un mito con tantos siglos de historia. Y por eso aún hay gente que cree que porque la chica de los Sanfermines estuviese feliz y contenta después de su presunta violación está mintiendo.

A veces la ciencia no basta. A veces necesitamos escuchar y leer experiencias de primera mano de otras supervivientes para comprender la dimensión psicológica por la que pasas después de uno de estos sucesos. Y aunque hay bastantes mujeres que han contado su experiencia estos días, parece que pocos testimonios van a servir tanto para romper con ese prejuicio como el que se vio ayer en un late show presentado por Buenafuente.

Bob Pop, Roberto Enríquez bajo el personaje y uno de los colaboradores culturales habituales del programa, dejó desconcertados a los espectadores en directo de Late Motiv. Primero parecía estar contando una divertida anécdota de correrías nocturnas salvajes en su época de juventud. Donde acaba en mitad del Retiro desnudo pidiéndole una bolsa de basura que le ofrecen los limpiadores del parque y teniendo que conjuntarla “con unos mocasines marrones, insisto en este drama”.

De la risa se pasa a la tensión nerviosa (hay incluso quien en un primer momento, en el plató, no puede contener las carcajadas). Bob Pop no está contando una aventura cualquiera, sino un suceso traumático del que, como explica, primero la pasas “hecho una mierda, llorando, vomitando y pasando mucho asco” pero que después se convierte en un subidón y una energía renovada por saber que, pese a todo, sigues vivo.

"Por eso creo que es un buen momento para que la gente que se permite juzgar a una víctima de la agresión de una manada de hijos de puta o de un solo hijo de puta, que esa gente sepa que al día siguiente estás hecho una mierda, es una putada, pero también te tienes que reír porque lo más importante es que has sobrevivido", cerraba el colaborador.

Comentarios cerrados
Inicio