San Francisco cree haber encontrado la solución a la contaminación de los mares: el hipermegacolador marino

San Francisco cree haber encontrado la solución a la contaminación de los mares: el hipermegacolador marino
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No es ningún proyecto ilusorio. Ya está construido y sobre ruedas. Imagina una barrera flotante gigante, de 600 metros de diámetro mediante segmentos móviles. A medida que avanza, impulsado por el viento y las olas, irá atrapando el plástico. El proyecto sin ánimo de lucro Ocean Cleanup es una red de pesca, un Pac-Man, como lo han llamado algunos, que irá devorando eso que hemos tirado al mar contaminándolo hasta destruirlo. Un armatoste de coste no revelado (se estima que el primer prototipo ha supuesto entre 20 y 40 millones) y que durante estas semanas probará su capacidad receptiva antes de lanzarse en los próximos meses a las costas de San Francisco.

Pero, ¿cómo no se le había ocurrido a nadie? A fin de cuentas hay miles de científicos dedicados en todo el mundo a estudiar y paliar los efectos de la contaminación en nuestros océanos, ¿no? Boyan Slat, holandés que lidera Ocean Cleanup desde hace cuatro años, cuando apenas había cumplido la mayoría de edad, habría hecho morder el polvo a todos los aburridos investigadores del planeta con su gran idea: la mega red, el barrendero de los mares. En 2014 Slat aseguraba que su sistema podría eliminar en 10 años mitad de toda la basura inorgánica que hemos lanzado al mar. Él solito y su megaconstrucción acabaría con uno de los problemas más urgentes de nuestra era. Charlas Ted, el apoyo de varios inversores de Silicon Valley, centenares de entrevistas y noticias a modo de publicidad gratuita y, ahora por fin, el prototipo terminado y las costas de San Francisco como campo de pruebas.

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Las sopas de plástico: o islas de basura, masas de deshechos que, gracias a las corrientes oceánicas, se acumulan formando clústeres movedizos y letales para la biomasa marina. Actualmente existen cinco: Atlántico Norte y Sur, el Índico, Pacífico Norte y Sur. Es la del Pacífico Norte la que Ocean Cleanup pretende erradicar primero.

¿Y cuánto plástico van a devorar? A medida que avanzaba el proyecto las estimaciones del equipo de Slat se han ido haciendo más modestas. Nuestros mares tienen a día de hoy casi 7 mil millones de toneladas de plástico. 87.000 toneladas en la zona entre California y Hawaii que queda en el radar del Pac-Man marino. De aquí a 2019 la barrera prevé quitar 68 toneladas. 68 por cada estructura, claro: cuantas más estructuras fabrique Ocean Cleanup, más rápido acicalaremos los mares.

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Una idea no testada: el principal problema de esta propuesta, y la razón por la que muchos científicos se han echado a la yugular de este invento viral que ha atraído la atención de decenas de grandes inversores, es que no ha hecho ni una sola prueba de campo de su eficacia. Esta red, propulsada por el viento y las olas, tiene tres metros de profundidad, mientras el 95% de los deshechos acaban en profundidades marítimas superiores a tres metros. Los agujeros de su red son de dos centímetros de diámetro, con lo que casi todo el plástico y microplásticos se filtrarán por sus aberturas, mientras que peces, tortugas y mucha vida vegetal marina quedará atrapada por las redes. La costa pacífica podrá parecer más limpia, ya que se va a recoger la basura flotante, pero el impacto medioambiental se teme que vaya a ser mínimo.

Ciencia del siglo XX para problemas del XXI: si hasta ahora ningún equipo de científicos había propuesto esta idea que parece sacado de un capítulo de Los Simpsons es porque dudan de su validez, pero también porque, según ellos, desvía la atención del principal problema. No es más limpio el que más limpia, sino el que menos ensucia. La solución por la que optan la mayoría de organizaciones en pos de la biodiversidad es la de prevenir el volcado de basura plástica vía mejores políticas de gestión de residuos y el rediseño de envases. Programas con muchísimo menos atractivo que un colador itinerante del tamaño de un estadio de fútbol diseñado por un chaval de 18 años.

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