El corto animado que resume a la perfección qué se siente cuando te estás durmiendo en clase

El corto animado que resume a la perfección qué se siente cuando te estás durmiendo en clase
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Todos hemos estado ahí: una noche parcialmente en vela, una semana complicada, una clase a primera hora de la mañana, un profesor tedioso, una lección densa, un pupitre atractivo, un silencio sepulcral en las cuatro esquinas del aula. Todo invita a quedarse dormido en plena lección a las nueve de la mañana, cuando las horas de sueño escasean, cuando el tedio general del amanecer penetra hasta lo más profundo de tu alma.

Y todos nos hemos dormido en clase en alguna u otra ocasión. Unos con más arte que otros. Los había capaces de arremolinarse en torno a sus brazos y superar cualquier obstáculo que la posición natural de la columna vertebral planteara. Los había tan diestros en el noble arte del sueño matutino que habían entrevisto las almohadas esondidas en los duros pupitres de madera del colegio. Los había hábiles o desesperados, el huevo o la gallina, hasta el punto de mantenerse en letargo recto, disimulado, durante horas.

Quien haya atravesado los anteriores estadios se sentirá enormemente identificado con lo relatado en "Afternoon Class", el corto animado de cuatro minutos realizado por el director coreano Seoro Oh. En él, podemos sumergirnos en los avatares diarios del estudiante somnoliento: la cabeza se tambalea de un lado a otro como un cúmulo de ladrillos incapaces de resistirse a los encantos de la gravedad, los ojos se entreabren en ángulos de imposible sostenimiento, sueños cotidianos atacan la rutina normal de la clase.

El trabajo es fantástico porque a través de la animación es capaz de transmitir sensaciones muy arraigadas en todo estudiante poco madrugador que se precie. Captura de forma precisa las emociones y el estado de letargo permamente, despierto de cuerpo pero dormido mentalmente, que los alumnos atraviesan al punto de la mañana. Un sentimiento universal que castiga de forma rutinaria a los adolescentes del planeta.

En el caso de Oh, ha querido transmitir lo que él sentía cuando se enfrentaba a sus clases vespertinas. Es decir, después de la hora de comer, un estadio de letargo que afecta a todo ser humano que se precie en los cinco continentes. Sin embargo, las sensaciones son muy similares a las que se experimentan al punto de la mañana.

Se trata de un castigo: como hemos comentado en más de una ocasión, no todas las personas están biológicamente preparadas para sostener una clase al punto de la mañana. La mayor parte de los jóvenes, de hecho, tienen patrones de sueño, cronotipos, muy tardíos, y sus picos de actividad se reparten en la tarde-noche. Para ellos, madrugar no sólo es contraproducente en términos de rendimiento académico, sino que les supone un castigo equivalente al de un adulto mediano levantándose a las cuatro de la mañana.

Sucede lo mismo para quienes, siendo alondras, madrugadores, acuden a clase por la tarde: su pico de actividad baja, se quedan dormidos y sufren las consecuencias de jornadas escolares demasiado largas que se adentran en la tarde.

Diversos estudios han mostrado la fuerte correlación entre hábitos de sueño tardíos, búhos, y malos resultados económicos. Si has sentido lo que el vídeo cuenta en alguna ocasión, no eres un vago, posiblemente el esquema de horarios escolar esté diseñado contra ti. Vives en una pequeña tiranía de madrugadores. El último trabajo pulicado sobre la materia, señalaba que en aras de sincronizar mejor los hábitos de sueño de los estudiantes, convendría retrasar una hora o dos el inicio de las clases.

¿Ir al colegio a las 8AM? Aunque haya quien abogue por horarios a la carta para satisfacer a búhos y alondras, no gracias. Pero hasta entonces, muchos seguirán viviendo día tras día situaciones como las del corto animado.

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