Todo lo que me ha enseñado Kolobee, la app que me ha hecho descubrir mi ciudad por primera vez

Todo lo que me ha enseñado Kolobee, la app que me ha hecho descubrir mi ciudad por primera vez
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Llevo más de 12 años viviendo en Madrid con el automatismo de cualquier peatón: voy del punto A al punto B, entro y salgo del metro... Desde hace un par de años, además, lo hago con la mirada fija en el móvil como casi todos los conciudadanos que me cruzo. Y sé que me estoy perdiendo algo, rincones e historias que van más allá de la ruta monumental típica para turistas o los trucos de los guías.

Desde hace un par de semanas uso Kolobee en algunos de mis trayectos. Se trata de una app que convierte el mapa de tu ciudad en una ruta de secretos por descubrir, en hitos que desbloquear y en cosas que tengo a dos palmos de casa. La paradoja es que la app me está haciendo levantar la cabeza y aprender más de mi barrio que en esos diez años previos sin smartphone.

¿Sabes dónde vives?

Serreria

Mi calle actual, por ejemplo, era un nombre a memorizar, porque me mudé hace menos de tres meses. Está llena de empresas mayoristas, espacios de coworking para frilancistas, un bar, una magnífica panadería. De bolardos en los que dejarte las rodillas, pese a que es semipeatonal desde hace años. Pero no tiene restos de su origen. Nada más salir de casa, Kolobee me dijo que es porque su origen data del siglo XIII. De cuando todo esto era campo y en mi futura calle se levantaba una casa de ídem.

Eso sí, de un origen en el que se mezclan los Caballeros de la Orden de Santiago recuperándose de una batalla granadina que casi los aniquila, un rey de mi comunidad natal -Sancho IV de Castilla- y un Maestre de Santiago que no tenía que haberlo sido y que dejó la casa en herencia a la Orden. Y hoy, no queda nada, excepto un indicador de Kolobee que me ha hecho descubrir que mi anodina calle madrileña nació entre la sangre de la Reconquista y ese deseo de tener una segunda residencia vacacional.

Que se preparen los amigos cuando visiten mi nuevo hogar, que traigan cafeína en el cuerpo: porque les pienso contar todo esto si no usan la app. Incluso a los que ya me leen por aquí.

Mi barrio es inaudito

Esgrima
"Calle de la Extraña Costumbre".

A dos pasos, cuando Madrid ya era más grande, hay una calle llamada "de la Esgrima". En mi cabeza se batían en duelo frente a un horno panadero reconvertido en escuela de baile, a dos pasos de una esquina que es el paraíso del tatuador. Y sí, pero no: resulta que un maestro de esgrima (de Lope de Vega, entre otros) aprovechaba los festivos para que los madrileños se divirtiesen en plan Street Fighter: Golden Century Edition, con predecible y accidentado devenir. La calle se llama así para recordar a la gente que antes había cosas mucho peores que el botellón en las aceras. Tampoco había aceras, pero eh.

Dos calles más allá, unos niños se metían en la jaula de un oso y salían ilesos. Bajo Atocha, y un sting me descubre que "aquí hubo una serrería". Y un poco más arriba un cuadro del Ángel de la Guarda. Tío, no me acordaba del Ángel de la Guarda desde que salí del colegio -que hubiese traído regalos: mira los Reyes Magos, siguen petándolo y ni siquiera tenían nada que ver con el asunto-. ¡Un rinoceronte se cargó a un panadero en mi barrio!

Rinoceronte

Cada paso me alucina más y me hace más consciente de que no tengo ni idea de qué esconde mi ciudad adoptiva.

Todo esto es nuestro

Stings
Mi colección de cromos madrileños.

Kolobee tiene un objetivo: "la divulgación y difusión del patrimonio cultural español de una forma entendible", según declaraban sus creadores a El Heraldo de Aragón. Es algo que se ha intentado muchas veces, pero que yo al menos no había visto ejecutado así, tan directo y atractivo.

Yo me enteré de su existencia por Twitter, cuando un amigo mencionó algo sobre asesinatos históricos en su barrio. ¿Quién no quiere saber si ha tenido un Jack el Destripador de bolsillo en su zona? En general, ¿quién no quiere saber más de sus pisadas y sus escenarios, lejos de hitos arquitectónicos y santos y conmemoraciones políticas?

También me fascina el uso, y cómo la he adoptado como propia: puedes llevar el móvil en el bolsillo y configurar la app para que te avise cuando desbloquees un punto de interés. Momento de pararse y descubrir sus historias, sus anécdotas o incluso el morro que le echan las ciudades a los personajes históricos en ocasiones:

Pablo Picasso
"Aquí vivió un adolescente durante un año"

No habría reparado en esa fachada cercana a mi hogar sin la app:

Picasso

Y me ha servido para reírme bastante de los resquicios que aprovechan los discursos oficiales de las ciudades: "aquí vivió un genio cuando no había hecho nada aún y se fue antes de hacer cualquiera de las cosas por las que le conoces".

Pero lo importante es que he empezado un álbum -tanto mental como de fotos- de mi ciudad. He descubierto que la Puerta del Sol estaba habitada por el Diablo, y que una de sus calles toma su nombre de cuando los Comuneros la bloquearon con carretas a modo de primitivas barricadas. Y que allí mismo, observando un escaparate de una librerías que hace mucho que no existe, murió asesinado José Canalejas en 1912.

Canalejas

Echo en falta la posibilidad de añadir mis propias fotos o recortes al mapa, pero es un principio. O enlaces que me lleven más allá de lo que los "stings" me cuentan. Echo en falta cosas que no sabía que necesitaba, porque hasta ahora no había tenido entre manos algo así.

Y, cuando se me acabe, cuando ya no queden zonas grises en mi mapa, querré volver a mi Salamanca natal armado con Kolobee y ver si la conocía tanto como pensaba. Pero, al menos en Madrid, todavía me queda bastante para explorar mi nueva afición, empezando por mi antiguo barrio:

Malasana

No se me ocurre mejor forma de añorarlo que redescubrirlo entero.

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