7 votos: la escueta diferencia que mantiene a Argentina en la retaguardia mundial del aborto

7 votos: la escueta diferencia que mantiene a Argentina en la retaguardia mundial del aborto
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Dos meses ha durado la alegría entre el movimiento feminista argentino y las asociaciones en favor del aborto: el tiempo que ha mediado entre la aprobación de la nueva ley en el Congreso, la primera que aspiraba a legalizar la interrupción del embarazo antes de las primeras 14 semanas de gestación, y su caída definitiva en el Senado. Argentina continuará a la retaguardia mundial de la justicia reproductiva y, como la abrumadora mayoría de Latinoamérica, seguirá al margen de la ley.

Y será así por siete votos de diferencia.

¿Por qué? Porque como en la mayor parte de sistemas parlamentarios del planeta, el proceso político argentino establece que toda ley tramitada en el Congreso sea confirmada o tumbada en el Senado. El pasado junio los legisladores de la cámara baja aprobaron por 129 votos a 124 un proyecto de ley muy similar al español que legalizaba por primera vez el aborto en Argentina. Ayer, ante una expectación histórica dentro y fuera del país, 38 senadores dijeron "no" frente a 31.

No habría nueva ley y el aborto seguiría penalizado. La vigente data de 1921.

¿Qué cambiaba? En la actualidad, Argentina establecía cláusulas penales a la interrupción del embarazo excepto en un puñado de supuestos excepcionales. Los más destacados, la violación (a demostrar) o el riesgo de vida para la madre. La ley incluía una serie de plazos que marcaban la fecha límite para el aborto libre y voluntario en las 14 semanas. Era avanzada, pero no excepcional: como vimos en su día a cuenta del caso irlandés, casi todas las legislaciones modernas en torno a la interrupción del embarazo marcan fechas similares. Es el estándar legalizado.

¿Quién dijo "no"? Si algo revelan ambas votaciones, tanto la favorable como la opuesta, es que el aborto continúa siendo una cuestión muy discutida en Argentina. No hay un consenso. Este mapa ilustra que también es una cuestión territorial: fueron los senadores del noroeste del país, provenientes de regiones más pobres y conservadoras, quienes marcaron el devenir de la ley. La elección demográfica del Congreso (criterios poblacionales) indica que sí hay una mayoría (exigua) en favor del aborto; la lógica geográfica y regional del Senado la tumbó por precaria.

¿Y ahora? Argentina ha vivido movilizaciones históricas en favor de la ley. El lema #SeráLey ha resultado finalmente infructuoso, pero las imágenes de las protestas, de las marchas y la emocional expectación ante los resultados ilustran lo asentado de la reivindicación. Es improbable que todo esto se detenga a medio y largo plazo. Argentina ha pasado 170 días polarizada y enconada en un debate que ha alumbrado un movimiento aunado bajo un color, el verde, y bajo una petición concreta.

Sigue habiendo más de 300.000 abortos anuales en el país, y no dejarán de darse porque la ley haya sido congelada. La cuestión, probablemente, redoblará su intensidad cuando se reforme el Código Penal y se abra, de nuevo, el melón del aborto.

¿El contexto? Entre tanto, Argentina se mantendrá a la cola de los derechos reproductivos en el mundo. Es un furgón muy poblado. Sólo Uruguay y Cuba (además de México DF) han despenalizado el aborto en todos sus supuestos, permitiendo a sus mujeres un acceso libre, seguro y gratuito. Desde Chile a Colombia, pasando por Brasil o Costa Rica, todos los demás países de su entorno mantienen los supuestos penales. Y pocos se han acercado a la legalización tanto como Argentina.

Imagen: Natacha Pisarenko/AP

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