El argumento para vacunar (y para no vacunar) a los políticos primero

Politicos Vacunados
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España asiste pasmada a la cascada de políticos locales que han decidido ponerse la vacuna sin que, en teoría, fuera su turno. El último ejemplo, el más sonado y quizá el más sangrante, es el de Manuel Villegas, consejero de Sanidad de Murcia. Su justificación es llamativa: considera sus labores al frente de la consejería como un trabajo "esencial" en la "gestión directa de la epidemia". Circunstancia que aumenta su "riesgo de exposición", según el protocolo publicado por el Ministerio de Sanidad.

¿Es así? Y si no lo es, ¿debería ser así?

El escándalo. Hay varios matices a la defensa de Villegas, que se ha negado a dimitir y que acude hoy al Consejo Interterritorial de Sanidad. El principal, las propias directrices del ministerio: "En esta primera etapa, la vacunación se centrará solamente en el personal que de manera específica realiza actividades que exigen contacto estrecho con personas que puedan estar infectadas de SARS-CoV2". Sólo una interpretación torticera de esta frase podría considerar a un político "personal específico".

Varios centenares. Hay otro problemas. Villegas extendió la vacuna a su departamento. Según La Verdad, hasta 400 personas de la Consejería de Salud y del Servicio Murciano de Salud han accedido a la primera dosis (incluida la esposa del consejero). Es un hecho difícilmente conciliable con las prioridades inmediatas del ministerio, a saber, residencias de ancianos y trabajadores de los centros sanitarios. Los demás van después. Y esto incluye a los representantes públicos, gestionen o no la pandemia.

Villegas, acaso consciente de esto, se ha defendido así: "Una vez se les ha vacunado a ellos [al personal sanitario directo], hemos empezado con la vacunación de centros de trabajadores externos que trabajan para luchar contra la pandemia. Soy sanitario de segunda línea y pertenezco al grupo tres, como marca el ministerio". Es decir, su consejería tan sólo estaba adelantando los plazos de vacunación.

Más ejemplos. Villegas no ha sido el único político que se ha vacunado de forma anticipada, mucho antes de lo que le habría correspondido por grupo de edad o riesgo sanitario. Cuatro alcaldes (tres de la Comunidad Valenciana y uno de Andalucía) también se han administrado la primera dosis pasando por encima del protocolo. Algunos de ellos han defendido su decisión en aras de "no tirar" dosis de vacunas que, de otro modo y según su defensa, habrían terminado en la basura. Es otro argumento difícil de conciliar con un ejemplar desempeño de su posición pública.

En otros países. ¿Pero hasta qué punto tendría sentido vacunar primero a los políticos, precisamente para dar ejemplo? La respuesta varía en función del país. En Estados Unidos, uno de los primeros grupos en acceder a la vacuna fue la clase política. Joe Biden, Kamala Harris, Mitch McConnell o representantes jóvenes y de menor rango como Alexandria Ocasio-Cortez ya han recibido su primera dosis. Todos ellos lo hicieron de forma pública. Ocasio-Cortez narró en Instagram todo el proceso.

En Israel, Benjamin Netanyahu, primer ministro, fue el primer ciudadano en vacunarse. Lo hizo en directo, en la televisión. "He pedido vacunarme primero, junto al ministro de Sanidad, para servir de ejemplo personal e invitaros a todos a la vacunación", explicó. Bien es cierto que Netanyahu, de 71 años, es población de riesgo. También que Israel ha sido el país más efectivo en la administración de la vacuna.

Ejemplo. Es importante remarcar que ni en Estados Unidos ni en Israel el argumento para vacunar primero a la clase política fue el de la "esencialidad" de su cargo. Más bien la ejemplaridad. Vacunarse para despejar dudas sobre la efectividad o los riesgos de la vacuna. Es un asunto de especial importancia en Estados Unidos, donde el escepticismo hacia la pandemia es elevado, o en otros puntos de Europa donde el movimiento antivacunas es potente, como Francia o Europa del Este.

Polémica. La campaña estadounidense, acostumbrada a movilizar a su población a través de ejemplos públicos antes que mediante la confianza en las instituciones, no estuvo exenta de polémicas. Representantes como Ted Cruz o Ilhan Omar decidieron esperar a su turno, priorizando al personal sanitario. Trabajadores de la salud mostraron su descontento tras meses batallando a la enfermedad en condiciones precarias. No tanto "liderar mediante el ejemplo", sino un discutible privilegio.

El opuesto. En otros países, el ejemplo público de sus políticos ha sido... Ser como cualquier otro ciudadano. Esperar a su turno. Una forma de liderazgo más efectiva, por lo que tiene de igualadora y democrática, que el acceso prioritario a la vacuna. En Canadá, Trudeau lo verbalizó del siguiente modo:

Cuando le toque a las personas sanas de unos 40 años, estaré tan en primera línea como pueda (...) Soy muy entusiasta sobre las vacunas, y ciertamente quiero mostrar a todo el mundo que son seguras y que podemos confiar en nuestros médicos. Pero hay mucha gente vulnerable que necesita esas vacunas mucho más rápido que yo, y vamos a asegurarnos de que la pueden recibir primero. Porque esa es la prioridad.

Angela Merkel expresó una idea muy similar: "Me vacunaré cuando me toque". Similar argumento ha esbozado Boris Johnson Desea vacunarse en la televisión para incentivar a quienes aún tengan dudas, pero no se saltará su turno. La opinión pública de Canadá, Alemania o Reino Unido es muy distinta a la estadounidense. La confianza de sus ciudadanos en el estado es alta, y su efectividad en otras campañas de vacunación ilustra que el sistema, no la movilización de famosos o políticos, funciona.

En todos los casos, la conversación ha rotado más en torno a la ejemplaridad que en torno a la "esencialidad" de su trabajo como gestores de la epidemia (son numerosos los políticos que la han padecido). El argumento de Villegas, en ese sentido, es una nota discordante.

Imagen: Susan Walsh/AP

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