El arriesgado plan de Reino Unido contra el coronavirus: inmunidad de grupo y sin distancia social

Boris Johnson
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Durante la rueda de prensa en la que esbozó su plan maestro para combatir al coronavirus, Boris Johnson pronunció siete palabras que estremecieron a medio Reino Unido: "Muchas familias perderán a sus seres queridos". La clase de retórica que un dirigente utiliza en un contexto bélico. Pero también un resumen acertado para la arriesgada estrategia que su gobierno quiere plantear contra la epidemia.

Excepción. Reino Unido no seguirá el camino de Italia, España o Francia. No cerrará escuelas. No restringirá eventos multitudinarios. No recomendará medidas extremas de distanciamiento social. En su lugar, el ejecutivo de Johnson desea que su población desarrolle un concepto habitualmente dedicado a las vacunas: "Inmunidad de grupo". O que una amplia mayoría pase el virus y se inmunice.

Estrategia. La lógica de Johnson y sus asesores sigue así. Dado que detener la pandemia es imposible, es preferible controlar su desarrollo. Durante la fase inicial de contagios, el gobierno desea que los británicos sigan haciendo vida normal y que el grueso de la población de bajo riesgo, la mayoría, se infecte (en torno al 60% o la 80% como mínimo).

Contraída la enfermedad, el gobierno recomienda pasar siete días en casa. Y superada, volver al puesto de trabajo y al pub. Entre tanto no se clausurarán restaurantes o bares, y tampoco se incentivará el teletrabajo. De regreso a la vida social, los británicos recuperados no podrán contagiarse de nuevo y no podrán transmitir el virus a los demás.

Escenario lejano. Johnson aspira a combatir al coronavirus en el largo plazo, en lugar de las batallas inmediatas planteadas por Italia o China. A meses vista, el grueso de la población habrá pasado el virus, la economía no se habrá detenido en seco y los británicos habrán desarrollado anticuerpos para plantar cara a la enfermedad cuando regrese, como se espera, en futuras oleadas estacionales. ¿Buena idea, no?

Riesgo. Es aquí donde entran las siete inquietantes palabras de su rueda de prensa: "Muchas familias perderán a sus seres queridos". La teoría es sólida, pero cuestión distinta es la práctica. Reino Unido aspira a controlar el flujo de contagios, pero existen muchas probabilidades de que fracase, poniendo en altísimo riesgo a los grupos de riesgo (ancianos, inmunodeprimidos, otros enfermos) y colapsando igualmente los hospitales.

Es decir, pueden perder el control de la pandemia. Exactamente lo que el resto de países está evitando a toda costa.

Debate. La inusual estrategia británica ha espoleado un intenso debate entre los expertos. Richard Horton, director de la revista médica The Lancet, respondió así al anuncio:

El Gobierno está jugando a la ruleta rusa con los británicos y estamos ante un grave error (...) Boris Johnson alega que están siguiendo la ciencia, y eso no es verdad. La evidencia es clara. Lo que necesitamos son medidas urgentes imponiendo cierres y la distancia social.

Otros han sido más benevolentes. "El gobierno está intentando cuadrar un complejo equilibrio entre no alarmar a la población, no dañar a la economía y controlar la epidemia", ha explicado otro epidemiólogo. Como mínimo, la estrategia de Johnson ha ganado la atención de la opinión pública, si bien desde el escepticismo o la virulenta crítica por pasiva y peligrosa.

Una razón de peso para dudar: ni siquiera comprendemos bien cómo se desarrolla la inmunidad al COVID-19.

Marcha atrás. ¿Hasta qué punto Johnson podrá sostener el órdago? Por lo pronto, la Premier League decidió suspender unilateralmente la competición, pese a que el gobierno no lo contemplaba. Tras un aumento de 200 casos en un día, el gobierno rescindió parte de sus ambiciosos planes y filtró a la prensa la cancelación de "reuniones masivas", como conciertos o espectáculos deportivos, para el fin de semana que viene.

Los hogares de la tercera edad ya han sido cerrados; las elecciones municipales de Londres, aplazadas; y la policía ha adquirido poderes para arrestar a todos los infectados no en cuarentena. Es decir, puede que la gravedad de la pandemia sobrepase los optimistas planes de Johnson mucho antes de lo previsto.

Imagen: Simon Dawson/AP

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