El asalto al Capitolio fue mucho peor de lo que aparentó a primera vista

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Una pregunta atraviesa el debate público estadounidense cinco días después del asalto al Capitolio: ¿asistimos a un golpe de estado? La respuesta depende de a quién dirijamos la pregunta: algunos comentaristas opinan que sí; otros lo niegan categóricamente; mientras algunos se limitan a plantear las distintas definiciones de "golpe" para que cada uno de nosotros elaboremos una respuesta. Sea como fuere, algo parece claro: el asalto fue más grave de lo que aparentó a primera vista.

Bastante más grave.

Las muertes. Comenzando por el aspecto más traumático del asalto: las víctimas. Cinco personas han muerto ya a consecuencia de los enfrentamientos entre las fuerzas de seguridad y los manifestantes. Dos de ellos son policías. El primero, Brian Sicknick, falleció a causa de las lesiones sufridas durante la defensa del edificio. El segundo, Howard Liebengood, se quitó la vida pocos días después, un suicidio que sus superiores atribuyen a los acontecimientos del miércoles.

La violencia. Las primeras imágenes del asalto mostraron a una variopinto y excéntrico abanico de seguidores de Trump entrando en el Congreso. En apariencia, con tranquilidad. Durante los últimos días han proliferado los vídeos de lo que entre tanto sucedía en el exterior. La violencia fue aguda. En esta pieza, por ejemplo, un reducido grupo de policías se defiende de centenares de asaltantes. Les atacan con bates de béisbol, palos de hockey, patas de mesa (y mesas enteras) y luces cegadoras.

En este otro vídeo se aprecia cómo los asaltantes atrapan a un policía y lo arrastran hacia las escalinatas, donde el grueso de manifestantes se agolpaba. Allí un reducido grupo comienza a atestarle golpes con toda suerte de objetos (una bandera estadounidense incluida) sin que sus compañeros puedan hacer nada por defenderle. No se sabe si el policía en cuestión es Sicknick. Otro ángulo muestra el ensañamiento de los seguidores de Trump con las fuerzas de seguridad del Capitolio.

El plan. Descontado el carácter violento del asalto, la cuestión es si surgió de forma espontánea o de una planificación. Todo apunta a lo segundo. Diversos grupos implicados en la manifestación llevaban días discutiendo sus detalles en espacios como "Wild Protest", Parler o "TheDonald.win". Fue en este último foro donde se repartieron planos del Capitolio (y de sus túneles) y donde se solicitó a los participantes la utilización de material de asalto (como bridas, cuerdas o armamento).

Los planes para irrumpir en el Capitolio se difundieron en plataformas abiertas y públicas, accesibles para los servicios de inteligencia y la policía del edificio. Los asaltantes habían mostrado su intención de asaltar el Congreso, repartiendo tareas entre los asistentes y compartiendo información táctica. ¿Qué falló?

El fracaso. El hundimiento del perímetro policial sigue siendo objeto de escrutinio y debate. Algo sí parece evidente: los policías desplegados en el acceso al Capitolio intentaron desde un primer momento detener a los asaltantes. Este vídeo muestra el primer intento (exitoso) de romper la seguridad del edificio. Varias docenas de asaltantes irrumpen frente a tres o cuatro policías de forma violenta. Tras proteger las vallas y enfrentarse a los agresores, huyen completamente superados.

Otras piezas muestran escenas similares. A las ya referidas más arriba podemos añadir esta, frente a las escalinatas principales del Capitolio, donde un nutrido grupo de policías se ve acorralado por miles de seguidores de Trump. La policía del Capitolio sí se enfrentó a los asaltantes, aunque no contó ni con la fuerza numérica ni con los recursos suficientes para detenerlos. ¿Por qué? En gran medida por un fallo en el protocolo de seguridad. Las agencias del gobierno respondieron muy tarde y la Guardia Nacional llegó dos horas después de los hechos.

Las dudas. Este es el misterio a resolver en la reacción de las autoridades durante la mañana del miércoles. Un reportaje de Business Insider, apoyado en fuentes de inteligencia francesas y de otros países de la OTAN, apunta a una dejación de funciones consciente por parte del gobierno. Uno de los jefes de seguridad del Capitolio, ya dimitido, ha afirmado que altos cargos del Senado y del Congreso se negaron hasta en seis ocasiones a solicitar la asistencia de la Guardia Nacional.

Su despliegue sólo puede ordenarlo el Pentágono, un brazo del ejecutivo. Hay motivos para la suspicacia, si bien altos cargos militares han explicado que su ausencia y aparente laxitud en la respuesta al asalto se debía a un principio de precaución. No deseaban repetir las escenas del verano, cuando al Guardia Nacional reprimió con dureza las manifestaciones y los disturbios causados por la muerte de George Floyd.

Las teorías. Es evidente que las imágenes iniciales no hacen justicia a la gravedad de los hechos. ¿Pero hasta dónde estaban dispuestos a llegar los asaltantes? Diversos periodistas encargados de cubrir las protestas sobre el terreno han narrado cómo algunos seguidores de Trump entonaron cánticos como "Colguemos a Mike Pence" o cómo exigieron localizar de inmediato a Nancy Pelosi, líder demócrata del Congreso.

Lejos del folclore habitual de una manifestación, tales expresiones casaban a la perfección con los mensajes rastreados días antes en varias plataformas. Durante los enfrentamientos, la policía descubrió dos artefactos explosivos en las inmediaciones del Capitolio. Uno de los asaltantes acudió con un rifle semiautomático y tenía preparados una decena de cócteles molotov. Al menos dos individuos accedieron al Congreso con bridas de plástico, empleadas para esposar y retener a sospechosos.

Si sólo se era una manifestación, ¿de dónde surgen los planos, el armamento, las bridas? El ataque fue planificado y premeditadamente violento. Y es probable que los instigadores desearan llevarlo más allá. Uno de los mensajes de Parler planteaba la siguiente disyuntiva: "¿A quién querrías despachar primero? 1) Nancy Pelosy 2) John Roberts 3) Pence 4) Cualquier otro. Me inclino por Nancy, pero debería ser Pence". ¿Existía la intención de tomar a los congresistas como rehenes, de ejecutarlos? Si la respuesta es "no", los asaltantes se esforzaron en disimularlo.

Imagen: Reuters

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