Bajar los impuestos a los ricos no genera más crecimiento económico (pero sí les hace más ricos)

Amancio Ortega
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Durante la década de los ochenta, los asesores económicos de Ronald Reagan popularizaron un término a la postre definitorio de su política fiscal: "trickle-down economics". Resumido brevemente, presentaba las rebajas impositivas para las rentas más altas aprobadas por su gobierno como una ganancia para el conjunto de la sociedad. Si los ricos pagaban menos impuestos tendrían más capacidad para generar puestos de trabajo y crecimiento. El conjunto de la economía se beneficiaría.

El debate. Desatada del término, la idea ganó tracción en casi todos los países desarrollados. Entre los años ochenta y la actualidad la presión fiscal sobre las rentas más altas cayó, duplicando la riqueza del 1%. La competencia entre estados y el miedo a que los más ricos trasladaran su riqueza y sus rentas a países con sistemas fiscales más amables promovió una carrera a la baja, similar a la que se ha dado dentro de España con algunos impuestos (como el de Patrimonio).

En España, de hecho, el debate se ha reavivado durante los últimos meses fruto del interés del gobierno y de algunas autonomías de "armonizar" la fiscalidad del país. El foco se ha puesto sobre Madrid, cuya política impositiva es muy generosa para con las rentas altas. Díaz Ayuso ha defendido a menudo postulados similares al trickle-down: "Nuestra decisión política de bajar impuestos tiene como consecuencia mayor inversión, más empleo y mejores servicios sociales".

¿Funciona? Dado lo recurrente del argumento, son numerosos los estudios que han tratado de analizar su hipótesis, es decir, que las bajadas de impuestos a los ricos generan crecimiento. Uno recién publicado por dos economistas de la London School of Economics (LSE) niega la mayor: los recortes impositivos no tienen un impacto significativo ni en la creación de empleo ni en el crecimiento macroeconómico. A cambio, sí contribuyen a ensanchar la brecha entre rentas altas y bajas.

Su argumento. El trabajo se puede leer en su totalidad aquí. Una conclusión intuitiva: "Los grandes recortes fiscales aumentan la porción de riqueza nacional en manos del 1% durante los años posteriores a la reforma (...) La magnitud del efecto es significativa; de media, cada reforma fiscal aumenta el porcentaje de la riqueza nacional en manos del 1% hasta un 0,8%". Dicho de otro modo: según los autores, las rebajas impositivas hacen que los más ricos sean un poquito más ricos en relación al resto del país.

Es decir, aumentan la desigualdad. En beneficio de las clases más pudientes.

¿Contrapartida? Se trata de un resultado previsible. La cuestión es si, como argumentan los defensores de las reducciones de impuestos, tiene una contrapartida positiva para el resto de la sociedad. El estudio la niega: "El rendimiento económico, medido a partir del PIB per cápita y la tasa de desempleo, no se ve significativamente afectado por los recortes impositivos para los ricos. Los efectos estimados para estas variables son estadísticamente indistinguibles de cero, y este hallazgo es válido tanto para el corto como para el medio plazo".

Los autores basan su argumento en el análisis comparado de dieciocho países desarrollados (Australia, Austria, Bélgica, Canadá, Alemania, Dinamarca, Finlandia, Francia, Irlanda, Italia, Japón, Países Bajos, Noruega, Nueva Zelanda, Suecia, Suiza, Reino Unido y Estados Unidos) a lo largo de los últimos cincuenta años.

¿Consenso? No todos coinciden. Otros estudios han defendido un impacto positivo, si bien marginal, de las rebajas fiscales. Al "incentivar a los individuos a trabajar, ahorrar e invertir", se explica en este trabajo, los beneficios impositivos pueden "relocalizar recursos en los sectores económicos hacia un mayor valor añadido, resultando en un aumento de la eficiencia y ampliando el tamaño de la economía". Similares palabras han servido para apoyar los recortes de Reagan o de Bush.

Estos últimos, de hecho, obtuvieron un gran consenso social, pese a beneficiar a las clases más pudientes, fruto de las ideas preconcebidas sobre el beneficio económico general de los recortes. Algunos trabajos han encontrado una correlación negativa entre impuestos bajos y crecimientos (subrayando la tesis de este estudio); y otros han observado un efecto insignificante. Neutro.

Recaudación. La evidencia sobre el efecto de los impuestos bajos en la economía parece marginal. Cuestión distinta es que su aumento solvente todos los males fiscales de un país. Como hemos visto en alguna ocasión, los impuestos a las grandes fortunas en España y otros países acarrean deficiencias (por su facilidad para la evasión, Patrimonio incluido) y no disparan la recaudación del estado (aunque uno podría argumentar que €900 millones sólo en Madrid es mucho dinero).

¿Quién paga? Desde este punto de vista, una reforma fiscal que aspire a emular los modelos sociales y progresivos de los países nórdicos pasaría antes por subir la presión fiscal sobre las clases medias que sólo sobre las altas. Cuestión complicada. Como sabemos, la mayoría de los españoles preferiría no pagar más impuestos (aunque sí más servicios públicos). Sea como fuere, algo parece claro: justificar las rebajas fiscales a los ricos por su impacto en la economía es, cuanto menos, optimista.

Imagen: GTRES

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