Un cachete a tiempo no arregla nada: prohibir pegar a los niños reduce la criminalidad adolescente

Un cachete a tiempo no arregla nada: prohibir pegar a los niños reduce la criminalidad adolescente
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Podemos poner fin a la eterna discusión: a día de hoy tenemos bastantes pruebas de que, en caso de que dudes de la conveniencia de darle o no una reprimenda física a tus hijos, es mejor que optes por otros métodos. Un macroestudio elaborado con datos de la OMS ha analizado los resultados de 400.000 niños en 88 países a lo largo de varias décadas, entre las que algunos países impusieron prohibiciones a cualquier tipo de maltrato físico sobre los niños, incluido el bofetón.

Clave. La escala de la investigación (basada en diversas bases de datos recopiladas por la OMS) Esto ha permitido hacer una evaluación de si existe una asociación o no entre la prohibición del castigo corporal y la prevalencia de la delincuencia juvenil. Los investigadores usaron como medida de delincuencia el número de adolescentes que se había metido en alguna pelea física con familiares o amigos en los doce meses anteriores a la encuesta.

No es buena idea. Y sí. En los treinta países con leyes en las que existe un veto total al castigo físico la violencia entre los adolescentes varones era un 69% menor que comparado con la media de los países en los que todavía no se había aprobado ningún tipo de prohibición. La violencia entre adolescentes mujeres también caía un 42%. En los países intermedios, con alguna prohibición pero no una total, las chicas mostraban ratios de violencia un 56% menor, pero los niveles de violencia de los chicos se mantenía en porcentajes similares.

Cautela Como explica Elizabeth Gershoff, la doctora en Ciencias Familiares al frente del estudio, hay que ser cautos a la hora de interpretar los resultados. No se puede explicar por qué los jóvenes de unos países (de todo el mundo, de muy dispares contextos culturales) son menos agresivos que los de otros. Es decir, que no sabemos si son menos agresivos por la prohibición o porque la ciudadanía estaba más predispuesta a ver el castigo como algo pernicioso, como parece indicar la predisposición del país a introducir el veto en un primer momento.

Consecuencias. En cualquier caso, el impacto de la violencia es claro. Del estudio: "Los hallazgos son negativos. Aunque tradicionalmente se supone que dar un tortazo es dar una lección para corregir un mal comportamiento, todos los niños que reciben estos golpes no son ni más obedientes ni se comportan mejor. Los cachetes están vinculados a mayores niveles de agresividad, mayor comportamiento delictivo, más problemas de salud mental, peores relaciones con los padres y pone a los hijos en mayor riesgo de abuso físico cuando se convierten en padres".

O dicho de otra forma, que la violencia engendra violencia, y que diciéndole a un niño que esta es una forma válida de comportamiento la ejercerá más fácilmente con amigos y compañeros. Pese a que los investigadores buscaron aspectos positivos entre los niños de países sin veto al castigo físico, no encontraron ninguno, ni a nivel de desarrollo, ni de obediencia a la autoridad, ni nada.

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