Cómo de probable es que la carne de cerdo que llega a tu plato salga de una granja intensiva

Cómo de probable es que la carne de cerdo que llega a tu plato salga de una granja intensiva
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El ser humano come muchísima carne. Sólo en los países en vías de desarrollo el consumo anual asciende a los 30 kilos. En los industrializados, la cifra se dispara a los 80. De media, el planeta come alrededor de 41 kilos al año de productos cárnicos. Y la cifra es ascendente, gracias al desarrollo de países antaño pobres y a la reticencia de los estados desarrollados a reducir su consumo.

De modo que cabe preguntarse, ¿cómo estamos logrando producir tanta carne? La respuesta de un tiempo a esta parte yace en las granjas industriales, grandes complejos que sistematizan la producción y que, a menudo, someten a los animales a condiciones indignas. La mayor parte de la carne de pollo ya se produce de este modo (un 67%), mientras que la de cerdo está cerca (un 47% en 2007: la cifra seguramente haya aumentado).

En España, el cerdo es el rey, y el porcentaje de más arriba es menor. Anoche Salvados emitió un programa en el que analizó las condiciones de una granja en Murcia en la que los animales aparecían en malas condiciones. Aunque no se explicaba, la granja acogía a animales enfermos. La polémica sirvió para plantear cuándo dejaremos de comer carne, como analizan nuestros compañeros de Xataka, y si estamos desarrollando inmunidad a los antibióticos o no, entre otras cuestiones (rebatidas aquí por El Pozo).

Dado el enorme interés que las condiciones de los animales que llegan a nuestro plato despierta entre el consumidor, cada vez menos ajen a las prácticas de la industria, nosotros hemos querido responder a una pregunta deslizada en el programa: ¿cómo de probable es que la carne de cerdo que llega a tu plato salga de una granja intensiva?

Cada vez más cerdos, cada vez menos granjas

Para averiguarlo lo mejor es acudir a los datos ofrecidos anualmente por el Ministerio de Agricultura. En ellos, se identifica cuántos cerdos hay en España y en qué condiciones se han producido (condiciones que, por obligación legal, deben cumplir con la normativa europea para asegurar su bienestar sanitario).

Cerdo
En España hay medio cerdo por cada persona. (Green Fire/Flickr)

El primer aspecto llamativo es el aumento de las cabezas de ganado porcino en los últimos diez años: de los 26.000.000 de cerdos que se contaban en España en 2007 hemos pasado a los 28.600.000 de mayo de 2017, un aumento de dos millones y medio de animales influido tanto por el elevado consumo de productos cárnicos nacional (alrededor de 54 kilos al año por persona) como por el crecimiento del mercado de exportaciones en Europa y China.

España es una potencia del cerdo. Ya supera a Alemania en número de cabezas porcinas (el históricos líder europeo) y produce un millón y medio de toneladas anuales para exportación (el 20% del producto se marcha a China; en Europa, los principales destinos siguen siendo Francia, Portugal e Italia). Los españoles consumimos 2.200.000 toneladas de carne porcina al año, y las granjas nacionales producen un total de 3.500.000 toneladas.

Cada año, España produce más de tres millones y medio de toneladas. La mayor parte se destina a consumo interno, aunque cada vez más producto se exporta a países como China

Y aquí está la clave, ¿qué tipo de granjas? La mayor parte de ella son intensivas, o lo que es lo mismo, industriales. Según la ley del año 2000 que regula las explotaciones porcinas, son aquellas en las que los cerdos son alojados en las mismas instalaciones, "donde se les suministra una alimentación fundamentalmente a base de pienso compuesto, incluida la explotación al aire libre, denominada «sistema camping» o «cabañas»".

Un 79,6% de las granjas españolas son intensivas. El porcentaje ha caído en los diez últimos años: en 2007, el 83% de las granjas eran industriales. Al mismo tiempo, el volumen de granjas extensivas (aquellas donde el cerdo es pastoreado y se alimenta en dehesas) ha crecido, pasando del 13,5% de 2007 al 16% de 2017.

Cerditos
Las explotaciones comunes, al aire libre o techadas, son las más comunes. (Brian Johnson & Dane Kantner/Flickr)

Sí, cada vez hay más cerdos y cada vez hay menos granjas. Esto se explica porque la producción se está concentrando. El ministerio identifica cuatro grandes grupos de explotaciones intensivas: las "reducidas" (menos de 4,8 unidades de ganado mayor, UGM), las de grupo 1 (hasta 120 UGM), las de grupo 2 (hasta 360 UGM) y las de grupo 3 (hasta 860 UGM). La mayor parte de las granjas españolas son "reducidas" (un 21% en 2017).

¿Qué significa esto? El sistema de medición es algo complejo: una "unidad de ganado mayor" varía en función del tamaño y la tipología de animal. Por ejemplo, un cochinillo lechón representa 0,02 UGM, mientras que una cerda en ciclo cerrado asciende a los 0,96 UGM. En general, una granja intensiva "reducida" tiene pocos cerdos, por lo que su producción es mucho más limitada. Son las grandes explotaciones de los grupo 2 y 3 los que asociamos a las imágenes de hacinamiento.

¿Y qué ha pasado con ellas? Que han crecido. En 2007 representaban el 8,9% de las granjas totales en España, y en 2017 ya suponen el 11,7%. Son más de 10.000 en todo el territorio nacional, y el factor que ha permitido el aumento del número de sacrificios (43 millones al año) pese al descenso global del número de explotaciones (hemos pasado de 99.000 granjas en 2007 a 86.000 a día de hoy).

La concentración también es geográfica

Así las cosas, la lectura sería clara: la mayor parte de las granjas de cerdos en España son intensivas, es decir, industriales, pero no demasiado grandes. Un término medio entre las condiciones insalubres como las mostradas en Salvados y la idílica dehesa extremeña. Además, las explotaciones extensivas habrían aumentado (gracias al empuje del cerdo ibérico), por lo que la granja tipo española sería menos horrible de lo que pudiéramos pensar.

Ahora bien, la cuestión es cuántos cerdos produce cada tipo de granja. Y es aquí donde la balanza se decanta en favor de las grandes explotaciones intensivas.

Iber
Sólo un 16% de las granjas son extensivas. (Ana Rey/Flickr)

Para entenderlo, lo mejor es recurrir a la geografía: sólo dos comunidades autónomas acaparan el 51% de la producción porcina en España, Aragón y Cataluña. Entre ambas suman 14.700.000 cabezas de cerdo, y la abrumadora mayoría de ellas se concentran en granjas industriales (ni Aragón ni Cataluña tienen grandes explotaciones de ibérico, el cerdo que de forma más habitual pasta lejos de los recintos cerrados). El caso catalán (el primer productor nacional con diferencia) es significativo: en 2017 contaba cero granjas "reducidas".

De forma sintomática, tanto Aragón como Cataluña tienen muy pocas explotaciones. En 2017 ambas sumaban tan sólo 10.307, de las cuales más del 90% entraban en las categorías 1, 2 y 3 (entre 120 y 820 UGM). De media, sus explotaciones suman más de 1.500 cerdos cada una. Pese a acaparar más de la mitad de las cabezas de ganado nacionales, tan sólo suman el 12% de las granjas.

Entre Aragón, Cataluña y Castilla y León se produce el 66% del porcino en España, y en todas ellas las granjas intensivas muy grandes son cada vez más comunes

En agregado, entre ambas sumaban el 52% de la producción anual española (en toneladas). Si añadimos a la tercera autonomía con mayor volumen de carne porcina, Castilla y León, el resultado es abrumador: dos tercios de la producción de carne de cerdo en España (el 66%) se concentra en comunidades donde las granjas muy intensivas son mayoritarias. Es decir, es bastante probable que el chorizo de tu bocata o el filete de cerdo de tu menú diario provenga de una granja industrial.

La lectura es consistente con la dirección de la industria. Durante los últimos diez años el porcentaje de explotaciones incluidas en el grupo 2 y 3 del ministerio (las más grandes) ha crecido un 8% y un 23% respectivamente. Entre tanto, las reducidas han caído un 68% en el mismo periodo. Pese a que un buen número de granjas han entrado en categorías especiales (destinadas a actividades de selección, multiplicación, agrupamiento o inseminación), la tendencia es clara. Producimos más en menos espacio.

Cerdos Dos
(Y'amal/Flickr)

En gran medida, el proceso es el resultado de un sector que debe competir con gigantes globales, y donde la concentración del mercado es útil para producir comida competitiva tanto en casa como en el exterior. La caída de los precios de venta del cerdo (producto, en gran medida, de la saturación del mercado) ha provocado que muchos granjeros independientes y con explotaciones pequeñas entren en crisis.

Tras un periodo de adaptación a la normativa europea, el sector español vivió un auge del número de explotaciones gracias a los precios altos del mercado. Como se explica en este reportaje de El País, aquello provocó que muchas de las nuevas explotaciones optaran por aunar miles de cerdos para aumentar la producción y evitar pérdidas. De un tiempo a esta parte, el interior peninsular se ha llenado de nuevas granjas porcinas de grandísima escala, generando empleos y también problemas medioambientales.

En general, los datos corroboran la foto global. Más cerdos y menos granjas.

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