Cómo la industria del gas de Siberia puede convertirse en un aliado inesperado contra el cambio climático

Cómo la industria del gas de Siberia puede convertirse en un aliado inesperado contra el cambio climático
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El permafrost es la capa de tierra que permanece helada e (con más de 1.000 metros de espesor en algunos lugares) en las regiones del Ártico bajo la superficie de la tierra. Esta capa se formó durante los últimos millones de años de la Edad de Hielo.

Ahora, debido a la influencia del calentamiento global, esta capa se está derritiendo y la ciencia sugiere que podemos haber llegado a un punto de no retorno en que se va a desencadenar un cambio climático fuera de control, a menos que encontremos nuevas formas de intervenir en este proceso.

El problema está en que el permafrost contiene grandes cantidades de metano, un gas natural que se está liberando progresivamente a medida que el hielo se derrite. El metano es un potente gas de efecto invernadero, hasta 80 veces más dañino para el calentamiento global que el dióxido de carbono.

Es un proceso que no podemos detener, pero lo que sí podemos hacer es capturar el metano a medida que sale a la superficie. La industria del gas cuenta con la tecnología para hacerlo y se puede unir a la lucha contra el cambio climático.

Problemas en la tundra

Los científicos que trabajan en el norte de Siberia anunciaron en marzo de este año que habían identificado unos 7.000 pequeños montículos creados por el metano liberado bajo tierra y que está empujando el suelo hacia arriba. Dichos montículos tienen entre 50 y 100 metros de diámetro.

En 2014, los científicos también empezaron a descubrir extraños cráteres en el paisaje que parecen haberse formado como resultado de explosiones. Por lo visto, la presión en el interior de los montículos se acumula hasta que una enorme burbuja de metano se libera con una fuerza explosiva. Estas liberaciones de gases violentas son peligrosas para las personas y las infraestructuras, por lo que los científicos están trabajando en formas de prevenir la amenaza local.

Melting Pingo Wedge Ice
Pingos en Canadá.

También se han descubierto montículos similares en aguas poco profundas de la plataforma continental siberiana y en 1995 un buque de perforación dio con uno por accidente, liberando una gran burbuja de metano que casi supuso el hundimiento de la embarcación.

Estas emisiones tienen consecuencias globales, puesto que se trata de una nueva fuente masiva de gases de efecto invernadero, haciendo que un cambio climático fuera de control sea más probable. Sin embargo, hay algo que la industria del gas puede hacer al respecto.

La buena minería

La industria ya tiene experiencia en la recogida de veta de carbón y de gas de esquisto a partir de un gran número de pozos relativamente pequeños que están distribuidos de forma muy amplia. Debería ser posible utilizar la misma tecnología para aprovechar estas enormes burbujas de gas antes de que revienten, recogiendo el metano y el transportándolo al mercado.

Si no es viable a nivel comercial, los subsidios financiados internacionalmente podrían proporcionar un incentivo para la industria del gas.

Si no hay ninguna forma de comercializar el gas, al menos podría ser quemado para convertirlo en CO₂. Esto sería mucho mejor para el medio ambiente que permitir que el metano se escape a la atmósfera, pero los gobiernos tendrían que asumir los costes.

Siberia
El descongelamiento de Siberia puede tener potenciales consecuencias catastróficas para el planeta. (NASA)

Las compañías petroleras, por su parte, se están planeando explotar las reservas de metano congelado situadas muy por debajo de la superficie del Ártico y que es poco probable que salgan a la atmósfera por procesos naturales en un futuro próximo.

Para ser objeto de explotación, hace falta estimular las reservas estables de diferentes maneras, como por ejemplo mediante el bombeo de agua subterránea caliente. Sin embargo, si las empresas extractoras de gas se centrasen en estas reservas estables de metano, lo que harían sería contribuir al cambio climático en lugar de combatirlo.

Cualquier medida para animar a las empresas a que usen el metano del ártico tendría que garantizar y proteger que no pase algo así.

Y ahora también el fondo marino

Se ha descubierto un segundo tipo de emisiones de metano procedente del fondo marino del Ártico. La zona es poco profunda, con una profundidad media de 50 metros, y antaño se trataba de tierra seca hasta que se congeló.

Ahora se está derritiendo bajo el mar en determinados lugares que se conocen como taliks.

El resultado es que estas áreas del fondo marino (algunas tienen una superficie de 100 metros de diámetro mientras que otras llegan hasta un kilómetro) emiten continuamente pequeñas burbujas de metano que están saliendo a la superficie y acaban en la atmósfera.

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Rusia tiene planeados diversos gaseoductos en Siberia.

Los científicos rusos llevan años estudiando estas emisiones y su último estudio, publicado a finales de 2016 , muestra cómo se ha expandido el área desde el que se producen dichas filtraciones de gas.

Su conclusión es que el ritmo de degeneración de permafrost puede haber aumentado y que la cantidad de metano que se libera del fondo marino del Ártico es comparable con las emisiones procedentes de la tundra. Debería ser posible colocar algún tipo de cúpula sobre las emisiones de metano marinas para poder llevar el gas a la superficie de forma controlada.

La industria del gas ya dispone de la tecnología para llevarlo a cabo. Sin embargo, esta tecnología también tiene como objetivo estimular la liberación de otras reservas de metano que de forma natural no saldrían a la superficie.

De nuevo, esto sería contraproducente desde el punto de vista medioambiental y, de nuevo, si la industria recibiera ayudas para recoger el metano de esta manera y transportarlo al mercado, o incluso quemarlo, tendría que haber controles estrictos para asegurar que no se extraería metano adicional más allá de las emisiones naturales.

Gaz
Quién le iba a decir a Gazprom que terminaría siendo útil contra el cambio climático. (Greg Westfall/Flickr)

Ahora se cree que aunque reduciéramos las emisiones humanas de gases de efecto invernadero a cero en un futuro próximo, no sería suficiente para prevenir un calentamiento global catastrófico. También debemos tomar medidas para reducir las emisiones de origen natural.

Si tenemos en cuenta el ritmo de los cambios tecnológicos que ocurren en la industria de las energías renovables, el papel del gas como combustible de transición no va a durar tanto como a la industria le gustaría. Sin embargo, si se consigue encontrar una manera de recoger las emisiones de metano del deshielo de la capa permafrost, se habrá asegurado más tiempo de vida.

La Cumbre del Clima de París preveía que los países desarrollados tendrían que invertir cien mil millones de dólares al año para subvencionar los esfuerzos de los países en desarrollo para reducir las emisiones de efecto invernadero. Si fuera posible encontrar esa cantidad de dinero para financiar la recogida de las emisiones de metano del Ártico, las medidas que hemos enumerado podrían ser factibles.

The Conversation

Autor: Andrew Hopkins, Profesor Emérito en Sociología de la Universidad Nacional de Australia.

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Traducido por Silvestre Urbón.

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