Cómo una movilización anticatalanista boicoteó un homenaje por los atentados de Barcelona

Cómo una movilización anticatalanista boicoteó un homenaje por los atentados de Barcelona
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La posible independencia de Cataluña tiene diversas lecturas: desde las notorias consecuencias económicas para la región (como la marcha de sus dos principales entidades financiera a otros puntos de España) como decisiones políticas gravísimas y sin parangón en la historia reciente de España (como una DUI o la activación del artículo 155 de la CE). Pero también tiene otra, acaso más preocupante: la social.

Hasta ahora, la fractura social era una realidad más o menos soterrada de Cataluña. Este reportaje de El Confidencial, por ejemplo, ilustra cómo numerosos independentistas y no independentistas han roto relaciones laborales, amistades e incluso foros familiares por el polarizado debate sobre la secesión. De un tiempo a esta parte, la tendencia se ha trasladado al resto de España, donde la exhibición de banderas o las manifestaciones nacionalistas han proliferado.

Pensemos en Zaragoza, a mitad de camino entre Madrid y Barcelona y un buen medidor de la temperatura política del país. Desde la aceleración del procés, la ciudad ha vivido una agresión a la presidenta de las Cortes de Aragón, una manifestación de 6.000 personas convocada por Falange de las JONS y diversas espontáneas muestras de celebración de las fuerzas de seguridad del estado. Todo eso y algo más.

La semana que viene Zaragoza celebra las Fiestas del Pilar, la festividad popular por antomasia de la capital aragonesa. Como cada año, el Ayuntamiento rinde diversos homenajes a personalidades ilustres de la cultura local, hijos predilectos y ciudades o colectivos de otros puntos de España y el mundo a los que se entrega medallas conmemorativas. Se trata de un acto simbólico que causa pocas polémicas anualmente.

Una medalla para Colau que no es para Colau

Este año, en cambio, la entrega de medallas ha despertado una pasional y por momentos irracional reacción popular. El motivo es sencillo: una de ellas la recibirá Ada Colau, alacaldesa de Barcelona, célebre equidistante en el asunto catalán (participó en el referéndum del domingo pasado para votar en blanco, en un notable ejercicio de oncevarismo).

Ayuntamiento El Ayuntamiento de Zaragoza. Desde su balcón se declarará el pregón, como cada año. (FRANCIS RAHER/Wikipedia)

En rigor, y esto es importante, la medalla no es de Colau. El Ayuntamiento de Zaragoza decidió por unanimidad (es relevante recalcarlo: PP y Ciudadanos votaron a favor) entregar las medallas de este año a la "sociedad civil" y a los servicios de emergencia de Barcelona y Cambrils por sus actuaciones tras los atentados islamistas de agosto. Ambas ciudades tienen profundos vínculos con Zaragoza y Aragón (una numerosa colonia aragonesa) y parecía de lo más justo y pertinente.

Tanto es así que todos los grupos municipales de pleno, conservadores, progresistas o nacionalistas, lo creyeron conveniente. Parte de la ciudad, al parecer, no tanto.

Como es tradición, los depositarios de las medallas participan en los actos de ceremonia de apertura de las fiestas, que tendrán lugar este sábado 7 de octubre en el balcón del Ayuntamiento, frente a la gigantesca plaza del Pilar. Allí acuden concejales, autoridades políticas, condecorados, hijos predilectos, invitados de honor y el pregonero, que en esta ocasión será Kase O, célebre rapero, icono de la ciudad y figura clave para entender el Hip Hop de España.

Obviamente, tanto Colau como la alcaldesa de Cambrils iban a participar en la ceremonia, apareciendo por el balcón. Es aquí donde empiezan los problemas.

Pedrico Pedro Santisteve, alcalde de Zaragoza. (Barcelona En Comú/Wikipedia)

Con la cercanía del pregón, diversas cadenas virales comenzaron a circular por los grupos de WhatsApp llamando al boicot. Se argumentaba que el pregón "no se traicionaba" y que no se debía "politizar" un acto tan importante como la noble apertura de fiestas. El motivo era Colau, "secesionista", cuya figura resulta muy controvertida entre el nacionalismo español, y que alimentaba el latente anti-catalanismo de parte de Zaragoza y Aragón.

Las redes sociales se calentaron. Los medios locales, como El Periódico de Aragón, recogieron el descontento de muchos usuarios por la posibilidad de que Colau participara en el pregón. Y el Ayuntamiento de Zaragoza comenzó a observar con nerviosismo la progresiva llamada al boicot y la ya segura pitada al alcalde de la ciudad, Pedro Santisteve.

Un boicot malinterpretado y significativo

Se da la casualidad de que el ayuntamiento está en manos de Zaragoza en Común, alianza entre Podemos e Izquierda Unida, y a la sazón aliado natural de Barcelona en Común, la plataforma de Colau en Barcelona. La coincidencia hizo que muchos vieran en la visita de Colau connotaciones políticas. Nada más lejos de la realidad, como atestiguan tanto la naturaleza del premio, "a la sociedad civil", como el apoyo de PP y Ciudadanos a la medalla.

A estas alturas, sin embargo, era demasiado tarde: gran parte de la ciudad quería o quería creer que el premio era "para Colau". "Por Colau". No por Barcelona y su ejemplar respuesta al terrorismo.

Ada Ada Colau el día de su investidura como alcaldesa de Barcelona. (Barcelona en Comú/Wikipedia)

Quizá el punto culminante fuera la apertura de un Change donde se instaba al Ayuntamiento de Zaragoza a impedir la parafernalia de las alcaldesas de Barcelona y Cambrils en el balcón del consistorio, nada menos que el día del pregón. 80.000 firmas después, lo que había nacido como una reivindicación para "despolitizar" un pregón que estaba despolitizado había teñido de política, de polarización en torno a Cataluña, toda la ceremonia.

La polémica ha ido creciendo, y es posible que en el pregón se den cita los habituales de la ceremonia y numerosos grupos en protesta por Santisteve, Colau y la situación catalana en general. Un ejercicio de reprobación que probablemente se tiña de banderas y que representa el grado de crispación y tensión que está alcanzando también la sociedad española.

El Ayuntamiento de Zaragoza y Ada Colau, viendo la proyección de la crisis de imagen, han acordado que la presencia de la alcaldesa se limite a la entrega de medalla. No estará en el balcón. Lo que a estas alturas no impedirá, posiblemente, la pitada a Santisteve y la demostración de presencia de quienes se oponen al independentismo. Entre tanto, la otra mitad de la ciudad observa entre el pasmo y la impotencia lo sucedido.

Es solo un ejemplo, uno de tantos, de las brechas en la convivencia diaria.

Imagen | GDNQ

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