En condiciones normales, lo lógico hubiera sido que Donald Trump ganara las elecciones

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Mucho se ha escrito y mucho más se escribirá sobre el aparente fracaso del Partido Demócrata en las elecciones de la semana pasada. Pese al previsible acceso de Joe Biden a la Casa Blanca, sus márgenes en los estados clave han sido inferiores a los previstos por las encuestas. Y en paralelo, el Partido Republicano ha mantenido su mayoría en el Senado y ha menguado el dominio de los demócratas en el Congreso. Biden se aproxima así a una legislatura compleja sin espacio para maniobrar.

¿Es esta una lectura correcta?

Sí y no. Si pensamos en lo optimista de las encuestas, sí. Pero si pensamos en el contexto estructural en el que se celebraron las elecciones, no. Lo ilustra un dato: la mayoría de estadounidenses (un 56%) consideraban antes de los comicios que su vida era mejor respecto a cuatro años atrás. Que su posición económica había mejorado. En 2012 y 2004, las dos últimas ocasiones en las que un presidente en el cargo se presentaba a la reelección, el porcentaje era del 45% y del 47% respectivamente.

Trump partía de una posición más favorable.

¿Por qué? Porque Estados Unidos ha ido a más económicamente bajo su mandato. El PIB se ha expandido a un ritmo del 2,5% interanual durante los últimos cuatro años, por encima de las cifras registradas en la segunda legislatura de Obama (2,3%). En febrero, antes de que el coronavirus arrasara la economía mundial, su administración presumía de haber alcanzado el mínimo histórico de desempleo (3,5%) en el último medio siglo. Y la recuperación en el tercer trimestre del año, pandemia mediante, ha sido buena (un 33% anualizado, equivalente a un 7,4%).

CARES. A esto hay que añadir otro factor fundamental en año de elecciones: en marzo, el Congreso aprobó la ley CARES, un programa de ayuda federal para paliar los efectos del coronavirus que incluía transferencias directas de dinero (hasta $1.200) para todas aquellas personas por debajo de los $75.000 anuales. Aquel programa tuvo un apoyo transversal (Kamala Harris, futura vicepresidenta, planteó meses más tarde $2.000 mensuales para miles de estadounidenses).

Traducido: hoy miles y miles de electores llegaban al día de los comicios con mucho más dinero en el bolsillo. Condiciones económicas que, de forma general, suelen favorecer al partido en el gobierno.

Problemas. Trump tenía a su favor a) las condiciones económicas y b) la presidencia. Sólo tres presidentes han perdido la reelección en el último medio siglo antes que él: George H. W. Bush, Jimmy Carter y Gerald Ford, cuyo caso es muy particular (ni siquiera fue elegido con anterioridad, sino que heredó el cargo). En Estados Unidos, lo más normal, es revalidar el mandato, y más cuando hay bonanza económica. A falta de que se reúna el Colegio Electoral el 14 de diciembre, Trump no lo conseguirá.

Popularidad. ¿Qué ha fallado entonces? Una explicación intuitiva apuntaría a la popularidad. A nivel histórico, el grado de aprobación del presidente ha estado muy correlacionado con su resultado electoral. Se trata de uno de los "fundamentals" que, al contrario que la economía, perjudicaban a Trump: su aprobación neta (el porcentaje de votantes que aprueban su gestión vs. el porcentaje que la desaprueban) se encontraba en un -8.

Visto así, la derrota de Donald Trump (en torno al 47% del voto) sería más lógica, más comprensible en un contexto histórico.

Y el coronavirus. Pero hay otro factor diferencial: la epidemia. Pese a que su gestión de la crisis no ha tenido un impacto discernible en su popularidad agregada (42% de aprobación en marzo, 44% en octubre) ha favorecido que el Partido Demócrata movilizara con más ímpetu a su electorado. Si tan sólo el 24% de los republicanos consideraba a la pandemia entre sus principales causas de voto antes de las elecciones, el porcentaje se disparaba al 82% entre los demócratas. Unas bases demócratas ya muy movilizadas por el partido, tras el fracaso imprevisto de 2016.

La altísima participación y el ligero vuelco electoral (el voto popular ha sido muy similar respecto al de cuatro años atrás y el 97% de condados del país han votado lo mismo que entonces) hacen más plausible un fracaso de Trump mucho antes que del Partido Demócrata. Porque en condiciones normales, sin epidemia, el resultado quizá habría sido diferente.

Imagen: Carlos Barria/Reuters

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