Credit Suisse está en serios problemas. La pregunta es si estamos ante un Lehman Brothers europeo

Credit Suisse
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La amenaza de otro "Lehman Brothers" pero en Europa crece con un gran candidato como protagonista: Credit Suisse. El segundo banco suizo y uno de los bancos más grandes del mundo está en serios problemas y ya lucha por su supervivencia. Un resultado desfavorable podría saldarse con un impacto similar al causado por la quiebra del banco estadounidense Lehman Brothers en 2008, cuando la entidad financiera se declaró en quiebra y provocó un efecto dominó que derivó en la mayor crisis económica de la historia desde la Gran Depresión.

Ahora, las especulaciones en torno al futuro del gigante bancario suizo aumentan en los mercados, en los círculos empresariales y políticos.

En caída. Credit Suisse ha alcanzado un nuevo mínimo histórico: sus acciones cayeron un 12%, a 3,64 euros. En pocas palabras, el banco ha perdido alrededor del 60% de su valor de mercado en sólo un año y está en camino de sufrir la mayor caída anual de su historia. Su presidente, Ulrich Koerner, lleva semanas tratando de calmar a los mercados después de que los swaps de incumplimiento crediticio hayan subido como la espuma.

Para entender el fenómeno hay que saber cómo funcionan los swaps de incumplimiento crediticio, o CDS. Son un instrumento que permite a un inversor intercambiar su riesgo crediticio con otro inversor, lo que da pistas de la percepción del mercado de un riesgo creciente. Ahora se está acercando a máximos, subiendo a casi un 15%, niveles no vistos desde 2008 cuando se produjo la crisis de Lehman Brothers.

Situación crítica. La compañía lidia con la especulación del mercado, las salidas de los banqueros y las dudas de capital mientras busca establecer una ruta segura. La semana pasada, su presidente reconocía que se enfrentan a un "momento crítico". Por eso, el prestamista ha comenzado una remodelación radical en su banca de inversión que podría incluir la destrucción de miles de puestos de trabajo durante varios años, según apuntaba Bloomberg en este artículo.

Los analistas estiman que la empresa necesitaría recaudar 4.000 millones de euros de capital incluso después de vender algunos activos para financiar cualquier reestructuración.

Lavado de cara. Credit Suisse es un banco universal, que ofrece servicios y productos principalmente en Suiza. Pero es conocido mundialmente por su banca de inversión (comercio, acuerdos como fusiones y adquisiciones, bonos, etc) y operaciones de gestión de patrimonio. Y es esa banca de inversión la que le ha puesto en grandes dificultades, aunque fue, durante mucho tiempo, una de sus grandes fuentes de ingresos.

De hecho, los errores del banco de inversión han sumido a Credit Suisse en numerosos escándalos sucesivos en los últimos años. En 2021 se vio envuelto en la quiebra del controvertido prestamista Greensill Capital y del fondo de cobertura estadounidense Archegos Capital. También admitió el año pasado que había defraudado a los inversores en el escándalo de los "bonos del atún" de Mozambique, que le supuso una multa de más de 350 millones. Y estos planes de reestructuración forman parte de un lavado de cara para poner fin a esa imagen poco limpia.

Lo que le espera. De codearse con una multinacional como Morgan Stanley hace 10 años a tener sólo una cuarta parte del tamaño por ingresos. La junta de Credit Suisse se enfrenta ahora a la pregunta de si continuar con un derramamiento de sangre o dar portazo. El problema es que cerrar un banco de inversión no es del todo sencillo. Primero, es caro. Alrededor de 18.000 personas están actualmente empleadas en esta división y despedirlos implica un coste brutal. Hay que recordar que a Credit Suisse ya le costó 1.300 millones de euros ejecutar su reestructuración de 2015.

En segundo lugar, los costes debilitarían la posición de capital del grupo. Y no tiene tanto margen de maniobra. Su índice de capital actual es de 13,5%. Una reestructuración a gran escala requeriría un aumento de capital, diluyendo aún más las acciones que se han desplomado más del 50%. No obstante, Credit Suisse no es el primer banco de inversión europeo en hacer recortes. Pero ahora más que nadie muestra que desmantelar un banco puede ser tan costoso como construir uno.

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