La crisis logística se va a cobrar otra víctima estas Navidades: los grandes descuentos

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Durante años, los consumidores nos hemos acostumbrado a planificar nuestras compras. O mejor dicho, a aplazarlas. ¿Qué necesidad habría de adquirir un producto en octubre cuando en apenas mes y medio disfrutaríamos de jugosos descuentos gracias al Black Friday o a la campaña de Navidad? Esta lógica, incentivada por los minoristas y por la industria, podría tener los días contados. Al menos durante una temporada. Y la culpa, una vez más, la tiene la crisis logística.

Adiós regalos. Lo cuenta The Wall Street Journal: la delicada situación de muchos vendedores, la inflación y el bloqueo de la cadena de suministro van a deprimir las ofertas durante los próximos meses. Si durante la última década la norma había oscilado entre el 10% y el 30%, llegando en muchas ocasiones al 50%, este invierno tendremos que conformarnos con el 25% en el mejor de los casos y con el 5% en el peor. Habrá excepciones, pero la lectura es clara: no vamos a encontrar tantas gangas.

Ya sucedió en 2020. La última campaña de Navidad sirvió de advertencia. La mayoría de vendedores llegaron a la recta final del año sin aliento y con el inventario bajo mínimos, lo que les impidió aplicar su tradicional estrategia de precios. Lejos de representar un momento puntual en la industria minorista, la escasez se ha convertido en la norma: el volumen de productos online etiquetados "sin existencias" ha crecido un 172% respecto a enero de 2020. Y sin fondo de armario, las tiendas ya no pueden ofrecer aquellos jugosísimos descuentos de Navidad.

Entra la inflación. Es probable que la era de los hiperdescuentos haya llegado a su fin. Gran parte de aquellas estrategias, tan agresivas, bebían de tipos de interés bajos y de dinámicas deflacionarias en los principales mercados de consumo. Hoy las dinámicas han cambiado: la inflación en España aumenta al 4% interanual y un 3,1% desde enero; mientras que los precios reales de zona euro aumentaron sólo en septiembre un 3,4%, el porcentaje más abultado desde 2008. Todo está más caro que nunca, llámese energía, café o... Ese smartwatch que tanto anhelas.

Crisis global. Hemos visto en otras ocasiones cómo el coronavirus desencadenó un terremoto logístico. Cuando la economía se reactivó muchas industrias se habían re-escalado, privando al mercado de contenedores o de músculo productivo. Esto ha tenido dos consecuencias a corto plazo: todo tarda más en llegar, porque no hay inventario; y todo está más caro, porque hay más demanda que oferta. Lectura: si quieres ese regalo de Navidad al que llevas siguiendo la pista durante meses, compra ya.

Y no esperes grandes descuentos.

El impacto. ¿Es la Gran Crisis Logística que nos atormenta el resultado de una coyuntura muy concreta o la nueva normalidad que cambiará nuestra forma de consumir para siempre? La pregunta ha ocupado análisis y opiniones de todo tipo. Aquí se argumenta en favor de lo segundo. El coronavirus sólo habría acelerado la transformación de la industria logística, una menos orientada a los inventarios sobredimensionados que facilitaron la era de los grandes descuentos (y del lo-quiero-lo-tengo) y más hacia precios más altos y producción local.

Es decir, el retail llevaba años viviendo una ficción donde los costes reales de producir y traer el stock de China, a lo grande, se aplazaban al futuro. La pandemia sólo ha facilitado su vuelta a la realidad. El mañana, así, pasaría por pagar más por todo lo que estábamos comprando a precios bajos. O por comprar menos.

Imagen: Toby Melville/Reuters

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