El joven peruano no se ha suicidado imitando a Por trece razones. Y si lo ha hecho, aún no lo sabemos

El joven peruano no se ha suicidado imitando a Por trece razones. Y si lo ha hecho, aún no lo sabemos
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La epopeya mediática de Por trece razones ha alcanzado su punto culminante durante la mañana de hoy, cuando diversos medios hispanoamericanos han recogido la noticia de Perú 21 informando del suicidio de un joven que, tras su muerte, ha dejado un puñado de grabaciones en su ordenador. ¿Para quién? No lo sabemos. ¿Con qué motivación? Las noticias no lo cuentan. Y sin embargo, aquí estamos: hablando de cómo Por trece razones ha transcendido, al fin, las pantallas.

Hay algunos matices a tener en cuenta, en cualquier caso: primero, ninguna fuente familiar o policial ha informado dos días después de la tragedia de que Franco Alonso Lazo Medrano, el ingeniero industrial de 23 años, hubiera visto la serie de Netflix; segundo, Perú 21 habla de dos notas de suicidio distintas, una dedicada a una chica llamada Claudia y otra con instrucciones que hablan de unas grabaciones en su ordenador, pero no de culpables, responsables o causa-efecto.

Es decir: la conexión es tenue, y ahora mismo tiene mucho de imaginada por la prensa y poco de real.

A Medrano se le dibujan así similitudes con Hannah Baker, el personaje que graba trece cintas de audio dedicadas a trece culpables de su suicidio poco antes de arrebatarse la vida. La serie recorrería de este modo las causas y las consecuencias del acoso, el menosprecio y la aquiescencia de las autoridades en el bullying de Hannah. Sus cintas, su acto final, sería una suerte de venganza final con moraleja incluida.

Las notas son habituales, pero no suelen ser vengativas

Y si las comparaciones son demasiado tentadoras, la realidad es algo más testadura: Medrano ha decidido quitarse la vida por motivos que aún desconocemos. Las pistas iniciales y el enfoque de los medios peruanos (que en ningún momento citan Por trece razones) apuntan al "desengaño amoroso" y a la figura de Claudia, "a quien dice amar y le desea que le vaya bien", junto a otra nota con "nombres" a los que dirigir unas grabaciones alojadas en su ordenador.

Vale, eso sí se parece a Hannah, ¿pero hasta qué punto esto es o no es habitual?

Hannah
Hannah Baker.

Pese al cliché, la evidencia científica muestra que la mayor parte de las personas que se quitan la vida lo hacen sin dejar mayores señales. Sin embargo, es una práctica relativamente común: en este estudio se calcula que hasta un máximo del 42% de los actos de suicidio van acompañados de notas o mensajes de uno u otro modo; este otro reduce el porcentaje al 30% (con mayor incidencia en las mujeres, menos propensas al suicidio); este otro, al 43% (y la tendencia aumenta con la edad).

No sólo se trata de la nota, sino de lo que dice la nota: poco o nada tendría de relación el destino del joven peruano con el de Hannah Baker si las grabaciones de su ordenador tuvieran un carácter amoroso o sentimental, lo más frecuente en estos casos. Como se analiza en este estudio, neutralizando notas falsas, la mayor parte de mensajes van dedicados a familiares y a amigos, a hablar del futuro o de cuestiones emocionales, y no tanto de culpabilizar o de buscar responsables.

Es relativamente habitual que haya notas de suicidios: eso sí, casi siempre tienen un carácter emocional o hablan de cuestiones futuras, no señalan culpables

De modo que tenemos un joven que ha dejado dos notas de suicidio, algo no mayoritario pero sí habitual, y un patrón de comportamiento que dice que las notas no suelen tener un contenido vengativo o punitivo. ¿De dónde surge entonces la relación con Por trece razones? Por un lado, de las grabaciones: estamos acostumbrados a que las notas de suicidio sean notas, y no archivos MP3, y la similitud lo asocia directamente a la serie.

Por otro y más importante, de un clásico atemporal de la psicología: el efecto Werther.

Suicidio
Una escena de "Por trece razones".

Lo explicamos en su momento aquí: cuando Goethe escribió las aventuras y desventuras de un joven romántico que decide suicidarse, la leyenda se acrecentó hasta el punto de que miles de jóvenes europeos optaron por su mismo destino. La historia tiene tanto de leyenda como de realidad, dado que hasta la segunda mitad del siglo XIX no se identificó un suicidio directamente inspirado en el joven Werther imaginado por Goethe, en sus ropajes y en su tormento amoroso.

Desde entonces la ciencia ha descubierto un fortísimo vínculo entre la divulgación de noticias de suicidios y el aumento de los suicidios: el efecto Werther ejercería de llamada a otros suicidas, que al leer noticias sobre cómo otras personas deciden quitarse la vida hacen lo propio. Sin embargo, también sabemos que hablar sobre el suicidio puede contribuir a frenarlos: lo importante no es narrar el hecho en sí, sino cómo lo narramos de tal modo que podamos prevenir futuras tragedias.

La profecía autocumplida de Por trece razones

Por trece razones trataba de explorar este último camino, de hecho, una reflexión sobre el bullying en el instituto y sobre las devastadoras consecuencias de un suicidio que impulsara un debate sosegado sobre la materia y que sirviera de efecto Werther a la inversa. Al margen o no de su éxito, la serie recibió un sinfín de críticas por conseguir precisamente lo contrario: un efecto Werther puro en el que Hannah se convertiría en un personaje mitológico a imitar por otros jóvenes con similares problemas.

Desde entonces y tras decenas de reportajes, artículos y columnas de opinión sobre si Por trece razones es una serie que incita o previene el suicidio, la idea de un Franco Alonso Lazo Medrano que decidiera ejercer de Hannah en la vida real dejando notas en forma de grabaciones ha sobrevolado el horizonte mediático. Y de ahí que, aunque sepamos poco sobre las cintas, algunos titulares ya afirmen que están dirigidos a los "responsables" o a las personas "supuestamente implicadas". Un "como en Por trece razones" que, sin más información, es pura elucubración.

¿Pero cuánto hay de cierto en el efecto Hannah de Por trece razones? Hasta ahora poco, pero no por falta de tentativas (de la prensa o de los críticos): al poco de estrenarse, dos jóvenes australianas intentaban quitarse la vida en el instituto tras dejar sendas notas de suicidio. Tanto algunos padres como otros foros culparon a la serie, pese a las nulas evidencias que la conectaran al suicidio, y algunos llegaron a pedir su retirada.

Así, en un clima repleto de artículos de expertos denunciando el potencial efecto Werther de Por trece razones y en un contexto mediático impulsado por lo viral, un caso como del de Medrano ha convertido a la serie en una suerte de profecía autocumplida... Por parte de los propios medios de comunicación. Pero lo cierto es que a esta hora un joven se ha quitado la vida en Perú y que una serie habla mejor o peor del suicidio. El vínculo entre ambos hechos sigue siendo un interrogante.

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