El techo de gasto: la resaca de los excesos pre-crisis que ha intervenido Madrid pese al superávit

El techo de gasto: la resaca de los excesos pre-crisis que ha intervenido Madrid pese al superávit
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Las cuentas del Ayuntamiento de Madrid estarán, a partir de ahora, bajo la tutela del Ministerio de Hacienda. O lo que es lo mismo, Cristóbal Montoro pasará, semanalmente, un control a los ingresos y a los gastos del consistorio de la capital. Con este movimiento de ficha, por parte de la administración del Estado, se termina de fraguar un enfrentamiento entre el Ayuntamiento de Madrid y Montoro que ya venía de lejos.

¿El motivo? El techo de la regla de gasto que Madrid lleva incumpliendo desde 2015.

Vale, pero ¿qué es eso de la regla de gasto?

Es la Ley de Estabilidad Presupuestaria que fue aprobada allá por el 2012 por parte del Partido Popular y junto a los votos de la ya extinta CiU, UPyD y UPN.

La ley sostiene que los ayuntamientos no pueden efectuar un incremento del gasto público por encima de la barrera que marca el crecimiento de la economía nacional, es decir, el PIB. Dicho de un modo más sencillo: las administraciones locales tienen prohibido incrementar su inversión, aunque cierren el ejercicio con superávit. Así, el remanente debe entrar dentro del montante destinado para subsanar las deudas. Algo que aprovecha el Ejecutivo central para cumplir las ordenes del déficit por parte de Bruselas.

Y esa barrera de referencia la fija el Ministerio de Economía. De tal manera que para 2015, se fijó en 1,3%, para 2016 en 1,5% y para 2017 en 1,7%. El aumento del gasto no puede ser superior a estos números. Con esta nueva norma el ahorro ha sido tal, que los Ayuntamientos llegaron a acumular en 2016 casi 20.000 millones de euros por sus remanentes de tesorería.

Una deuda exorbitante que llevó al techo

La regla de gasto, se aprobó, como decimos en 2012. Un periodo que fue especialmente delicado para la economía española. No había más que echar un vistazo a las cifras: la deuda de las corporaciones locales alcanzaba su pico más alto de los últimas décadas. Entonces, Hacienda movió ficha.

Deuda Corporaciones Locales

Una buena parte de estas cifras llegaban del Ayuntamiento de Madrid, cuya endeudamiento no dejaba de crecer y el montante ascendía, entonces, hasta los 7,7 mil millones de euros.

Pero… ¿cómo se pudo llegar hasta esa cifra? La respuesta se encuentra en la época en la que Alberto Ruíz-Gallardón (quien por cierto está siendo investigado por presuntos delitos de malversación de caudales públicos, prevaricación y falsedad documental) estaba al frente de la alcaldía de Madrid. Durante su mandato se realizaron una serie de obras públicas que dispararon, y de qué manera, el gasto del consistorio. Los siguientes son sólo algunos ejemplos:

La joya de la corona: la M30

Es sin duda la joya de la corona. La obra por antonomasia de la era Gallardón. La reforma de la vía que rodea todo el centro de Madrid se inició en 2004. En un principio, su presupuesto fue de 1.700 millones de euros, pero más tarde pasó a los 4.200 millones. El baile de números ha durado desde entonces. Incluso, hoy no se sabe el importe exacto de lo que pagarán (y seguirán) pagando los madrileños por la M30.

¿La última cifra? Fue el mes pasado, cuando el consistorio de Madrid la tasó, según sus cuentas, en más de 9.000 millones de euros.

Madrid Obras M 30 Puente De Toledo 20070210a

El Ayuntamiento se muda a Cibeles

En 2007 Gallardón decidió trasladar la sede del Ayuntamiento de Madrid al antiguo edificio de Correos de la capital. Aquí el montante asciende hasta los 500 millones de euros. Además de la obra, fue necesario efectuar el cambio de titularidad del edificio, así como una cesión por parte del Estado del suelo municipal y un largo etcétera que fueron incrementando el importe.

Este es, además, otro de los casos más llamativos. Tras la auditoria de la deuda, se reveló una desviación del 1.225% en el traslado del Ayuntamiento a Cibeles.

Ayuntamiento De Madrid

Preparando los JJOO, parte I: La Caja Mágica

Este proyecto nació con el fin de convertirse en el escenario principal de unos Juegos Olímpicos que finalmente la ciudad de Madrid nunca albergó. Es otra de las obras fetiche de Gallardón, y un símbolo de los excesos de gasto que la ciudad, bajo su mandato y de similar modo a otros consistoruis españoles, incurrió antes de la crisis. El presupuesto inicial fue de 120 millones de euros. Finalmente, se pagaron 294.

Caroline Wozniacki And Dinara Safina At The 2009 Mutua Madrilena Madrid Open

Y reparando los JJOO, parte II: el centro acuático de la Peineta

El centro acuático de la Peineta también nació en el pretexto de los JJOO. Las obras se paralizaron en 2010, pero la inversión fue de más de 100 millones de euros. Estas fueron algunas de las obras faraónicas que terminaron por disparar la deuda del Ayuntamiento de Madrid durante la etapa de Gallardón en casi un 300%.

Así, el endeudamiento de la capital ha seguido una línea ascendente desde el 2002 hasta 2013, sobre todo durante el mandato de Gallardón. El año 2014, con su predecesora, la popular Ana Botella, todavía aún en el cargo, fue el primero en el que la deuda consiguió reducirse en algo más de mil millones de euros. Ahora, Con Manuela Carmena al frente del consistorio desde 2015, la tendencia ha seguido siendo la misma. La deuda de Madrid sigue cayendo.

Deuda Ayto Madrid

Entonces ¿por qué ahora Hacienda controlará las cuenta?

Con Manuela Carmena no sólo se ha conseguido seguir reduciendo, y cada vez más, la deuda. Además, el consistorio de la capital goza de un superávit que no cosechaba en años. Sin ir más lejos, el pasado ejercicio lo cerró en 1.022 millones de euros. Por hacernos una idea, Barcelona, que es el segundo Ayuntamiento más grande, no llegó ni a los 120 millones.

Superavitmadrid

El problema es que, a pesar de que las cuentas de Madrid estén cada vez más saneadas, Manuela Carmena lleva sin cumplir la regla de gasto desde 2015. Es decir, sin cumplir la ley. Ese año la superó en 16,9 millones de euros y en 2016 la cifra que sobrepasó la regla de gasto alcanzó los 349 millones de euros.

Regladegasto

La regla de gasto afecta en gran parte a las corporaciones locales con más superávit, ya que un mayor déficit lo que obliga es a los Ayuntamientos a limitar más el techo de gasto. Lo contrario hace manejar sus cuentas con cierta holgura. Y Madrid es un buen ejemplo de ello. En el pasado ejercicio, el consistorio de capital no cumplió con la regla de gasto por distintos motivos, según explica en su plan económico financiero.

Se llevó a cabo la adquisición de un edifico en la calle Alcalá 45, que alberga las sedes de las áreas de gobierno de Economía y Hacienda, de Participación Ciudadana, Transparencia y Gobierno Abierto, por el importe de unos 104 millones de euros. Además, añade gastos de 101 millones de euros, derivados de sentencias y resoluciones judiciales que no estaban previstas en el presupuesto, así como un cambio de política en materia de vivienda que ha costado 70,4 millones.

La vida después de la intervención

Los Ayuntamientos viven, desde entonces, con un indirecto control por parte del Estado. Sin ir más lejos, este mismo año el Ejecutivo de Mariano Rajoy ordenó a Manuela Carmena paralizar 577 obras, la mitad de las cuales ya estaban en marcha. Esos fondos, que por cierto ya estaban financiados, iban destinados al asfaltado de calles, colegios, centros de mayores, cementerios, etc.

Desde el Gobierno central reclaman, por su parte, que esas obras se están llevando a cabo fuera de la ley, ya que ejecutar su presupuesto implica pasarse de la regla de gasto. Mientras tanto, desde el consistorio municipal aseguran que no paralizará ninguna de las obras, pues son actuaciones de mejoras de la ciudad y que además han sido aprobadas en el pleno. Algunas iniciativas, por cierto, también con el consentimiento del Partido Popular.

De cualquier manera, el Ayuntamiento de Madrid no es el primero que se las ve con la regla de gasto. El pasado octubre, más de 600 alcaldes y concejales firmaron un manifiesto contra una ley, dicen, que sirve para salvar las cuentas del Ministerio de Hacienda, mientras que deja a un lado los intereses de las pequeñas administraciones.

Imagen | Victor J. Blanco/GTRES

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