Los españoles hablamos peor inglés que los suecos o los portugueses. Y sí, el doblaje es culpable

Los españoles hablamos peor inglés que los suecos o los portugueses. Y sí, el doblaje es culpable
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El doblaje ha sido objeto de infinitos debates en los círculos cinematográficos. Uno de los argumentos más disputados entre sus detractores y defensores ha sido la cuestión idiomática. Al privar a los españoles de una exposición prolongada al inglés (o a otros idiomas), el rendimiento lingüístico del país se ha deteriorado. ¿Cuánto hay de cierto en ello? Según un estudio comparado, bastante.

¿Qué dice? Que aquellos países donde los subtítulos se impusieron al doblaje disfrutan hoy de una población más docta en el dominio del inglés que otros. El trabajo, publicado por un grupo de investigadores en el Journal of Economic Behavior & Organization, parte de los resultados estandarizados del TOEFL para demostrar la causalidad. Controlando otros factores, los subtítulos mejoran un 17% el rendimiento idiomático.

Ejemplos. Para ello se valen de diversos casos prácticos. En Portugal, por ejemplo, las autoridades locales priorizaron los subtítulos frente al doblaje, al contrario que en España: como resultado, hoy los portugueses puntúan más alto en los exámenes de inglés, pese a que las condiciones socioeconómicas de ambos países son similares. Sucede lo mismo en Austria o Países Bajos, o en Flandes y Valonia (Bélgica).

Otros factores. El estudio controla una amplia variedad de factores, como el tamaño de la comunidad idiomática, el gasto en Educación, la ratio de profesores/alumno en Primaria y Secundaria, o la proximidad lingüística al inglés de los respectivos idiomas nativos. En todos los casos, el empleo de subtítulos frente al doblaje dispara las puntuaciones TOEFL hasta tres puntos. En especial en el apartado de "listening".

¿Por qué? El estudio es interesante porque se adentra en las causas históricas. Cuando las grandes producciones estadounidenses comenzaron a llegar a Europa, sólo aquellos países con grandes poblaciones, como Francia, Alemania o España, pudieron sostener la cara industria del doblaje. En Dinamarca, Suecia o Países Bajos los subtítulos resultaban más rentables. En gran medida, fue una cuestión de economía de escala.

A largo plazo los resultados fueron divergentes. Mientras los holandeses y los flamencos quedaban expuestos al inglés durante décadas, los valones y los austríacos, englobados en comunidades lingüísticas más grandes, no. Pese a compartir características demográficas, económicas y culturales, su nivel de inglés es hoy más bajo.

Cambio. Esto no quiere decir que los subtítulos expliquen totalmente la disparidad de rendimientos idiomáticos a lo largo y ancho de Europa. Funcionan como factor extra. ¿Se puede cambiar? El estudio es pesimista: allá donde el doblaje se consolidó como herramienta de traducción predominante, la audiencia lo prefiere (con mucha diferencia) sobre los subtítulos. Es el fruto de una larguísima tendencia.

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