Estamos dedicando millones a combatir el cambio climático. La gran pregunta es si son fiables los modelos en los que nos basamos

Estamos dedicando millones a combatir el cambio climático. La gran pregunta es si son fiables los modelos en los que nos basamos
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Cae de cajón: para acertar en la diana lo primero es centrar bien el tiro. Quizás suene a afirmación de Perogrullo, pero cuando hablamos de política medioambiental manejar análisis bien definidos puede marcar la diferencia entre un uso adecuado de los recursos o dilapidarlos de mala manera. En juego hay inversiones cuantiosas. Y, lo realmente importante, actuar a tiempo y con eficacia para paliar uno de los grandes retos que afrontamos a medio plazo: los efectos del cambio climático.

En la comunidad científica surgen críticas que cuestionan la pertinencia de, al menos, una parte de los modelos utilizados por las instituciones para combatir el cambio climático. Andy Pitman, director del Australian Research Council´s Centre of Excellence for Climate Extremes acaba de poner el dedo en la llaga al afirmar que los estudios que manejan autoridades reguladoras y bancos centrales podrían no ser todo lo buenos que ellos creen. Al menos para los fines que se emplean.

Pitman no cuestiona tanto la validez de los análisis en general, como el uso que les estamos dando y el provecho que pretendemos sacarles. En un artículo publicado en Environmental Research Climate, el experto australiano señala los “problemas inherentes” cuando se echa mano de escenarios climáticos globales para explorar riesgos a otras escalas, como por ejemplo la local.

Objetivo: centrar bien el tiro

"Aquí nos centramos en demostrar los problemas inherentes a la aplicación de escenarios climáticos globales 'top-down' para explorar los riesgos financieros a escalas geográficas relevantes para las instituciones financieras (por ejemplo, a escala de ciudad)", recoge el informe.

“La temperatura media global aporta poca información sobre cómo cambiarán los riesgos que probablemente sean importantes para el sector financiero a escala de ciudad", señala el estudio, que acaba recomendando la revisión de los enfoques que pasan de escenarios globales a locales.

Su principal advertencia es que podríamos estar usando modelos válidos para calcular cómo cambiará el clima promedio a medida que pasan las décadas, pero poco útiles cuando se trata de detectar riesgos extremos localizados, lo que, a su vez, se traduciría en malas estimaciones.

“Sin lugar a duda, estamos sobreestimando el costo del cambio climático en algunas áreas y subestimándolo enormemente en otras. Necesitamos tomarnos este asunto en serio, no limitarnos a acceder a la información que circula y pensar que podemos empaquetarla para hacer evaluaciones económicas adecuadas”, explica Pitman a The Guardian. El riesgo, abunda, es acabar asignando ingentes sumas de dinero y esfuerzos a afrontar amenazas climáticas mal enfocadas.

“Si se van a invertir miles de millones o billones de dólares, hay que asegurarse de que se cuenta con el asesoramiento científico adecuado sobre cómo interpretar la información climática”, recalca el experto: “Creo que es una obviedad, pero los reguladores no lo están haciendo”.

El análisis de Pitman se centra en modelos como los empleados por Network for Greening the Financial System (NGFS), encargado a su vez de asesorar a un centenar de bancos centrales y diferentes reguladores, estudios globales que solo manejan regiones de 100x100 km.

En su plan corporativo 2022-2023, el propio APRA (Australian Prudential Regulation Authority) identifica como “riesgo clave” el manejar un marco “débil o mal diseñado”.

Imagen de portada Misbahul Aulia (Unsplash)

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