Exámenes presenciales en plena tercera ola. Así va la batalla entre estudiantes y universidades

Aglomeraciones en los pasillos de las universidades.
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La tercera ola del Covid ha provocado un choque en las universidades españolas. Hace días veíamos imágenes insólitas de pasillos desbordados de estudiantes, sin apenas distancia de seguridad entre ellos. En plena época de exámenes, surge el debate de si los alumnos deberían realizar las pruebas presencialmente o de manera online en sus casas. Durante este curso escolar marcado por la pandemia del Covid, parte de la comunidad educativa critica que se está poniendo en riesgo la salud de los alumnos, el profesorado y el personal administrativo al hacerlos ir a los centros, en vez de darles la posibilidad de hacer los exámenes de forma telemática.

¿Qué dicen las universidades? Los rectores abogan que ir al exámen de forma presencial es el criterio adecuado a seguir. ¿Por qué? Por el simple hecho de que es la naturaleza de la propia universidad. Y por lo que ha costado conseguir volver en septiembre. “No hay que perder la esencia universitaria”, dicen. Además, hacen hincapié en que los exámenes online no tienen las mismas garantías. "Por algo la Uned, que es una universidad a distancia, realiza sus exámenes presenciales", señalan. Por otro lado, alegan que durante estos meses se han encontrado con mucha picaresca en las pruebas online. Es decir, trampas de todo tipo.

El Ministerio de Universidades defiende la seguridad de los protocolos que se están aplicando con control de accesos, entradas y salidas diferenciadas, aforos limitados en facultades y aulas, entradas escalonadas, reprogramación de exámenes para los alumnos en cuarentena y pruebas online para alumnos vulnerables. De hecho, la Consejería de Sanidad madrileña avisaba de que solo se han registrado entre un 0,2% y un 2% de positivos, dependiendo del campus. El ministerio incluso compartió en Twitter una nota informativa en la que el ministro, Manuel Castells, aseguraba que las universidades están cumpliendo con los protocolos sanitarios para la realización de los exámenes presenciales.

La protesta estudiantil. Los estudiantes, por el contrario, siguen subiendo a las redes fotos de aglomeraciones en los pasillos y las aulas y piden clemencia a las instituciones. "Si estamos en una tercera ola, no entendemos por qué la vía telemática, que tenemos presente desde junio, no se puede aplicar", señalaban los Representantes de Estudiantes de las Universidades Públicas (Creup). Denuncian que tras la negativa de los rectores se esconde falta de previsión e incapacidad para adaptar las pruebas de evaluación a un modelo telemático. Las universidades, que al igual que los institutos no se han terminado de adaptar en tiempo y forma a las repercusiones de los rebrotes, podrían estar poniendo en riesgo la salud de los estudiantes.

Algunos ya indican que se están saltando sus propios criterios para obligarles a hacer presenciales sin garantías sanitarias —véase aulas sin ventanas y filas de decenas de alumnos apiñados—en uno de los peores momentos de la pandemia. Son 30.000 los alumnos de la Universidad Autónoma de Madrid y más de 300.000 en toda la región. Lo que está claro es que no puede ir tanta gente de golpe a los centros, que ya está desbordando los metros y los autobuses que llevan hasta los campus.

El examen presencial y con portátil. A todo esto se suman algunas excentricidades que todavía no conseguimos comprender, pues nadie ha sido capaz de explicarlas bien. Como lo estrafalario —y a la vez ridículo—que es tener que acudir a la universidad a realizar un examen pero desde su propio ordenador portátil, exponiéndose de lleno al contagio. El motivo, está claro, siguen siendo las trampas y el "desconocimiento" de realizar una prueba online. Esto está sucediendo en la Universidad de Almería (UAL) y también en la UV de Valencia, donde el curso comenzó con un modelo de semipresencialidad en el que, por grupos rotatorios, acudían a las aulas con una reducción del aforo al 25%.

La sorpresa llegó cuando el 14 de diciembre el Vicerrectorado de Ordenación Académica publicó una instrucción en la que establecía la posibilidad de exámenes presenciales, dejando elegir al profesor si hacerlo así o no. El alumnado, cansado de que la institución académica tome decisiones que le afectan directamente sin contar con ellos, congregó todas sus quejas bajo el hashtag #ExamenesVirtUALes.

La picaresca y las trampas en remoto. El coronavirus ha propiciado que la enseñanza ‘online’ adquiera cada vez más peso, pero no siempre todo es tan bonito como parece. El estudiantado se las ha ingeniado en algunas ocasiones para hacer trampas en los exámenes y aprovecharse de los puntos flacos de las pruebas en remoto. Los profesores estudian ya cómo blindar los exámenes a distancia para que no se produzcan plagios. La Facultad de Derecho de la UGR, por ejemplo, advertía a sus alumnos que ha detectado la creación de grupos organizados de estudiantes con la intención de realizar la prueba de forma fraudulenta aprovechando las redes sociales y les ha advertido que estar conectado a una de estas aplicaciones y mostrar cualquier conducta sospechosa durante la prueba de evaluación supondrá la obtención automática de un cero en esta convocatoria.

En la UNED también tuvieron un caso similar. El centro expedientó a 21 alumnos que copiaron a través de WhatsApp durante un examen realizado el pasado mes de junio a través de la aplicación AvEx. En una prueba de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería de la Universidad de Sevilla todos los alumnos sacaron un diez, cuando el índice de aprobados habitual es del 60%. Incluso hemos visto en los últimos meses anuncios en Internet de personas que se ofrecen por 20 o 30 euros a realizar el examen por el alumno. Lo hemos contado en Magnet. "Profesora de Lengua y Literatura, con experiencia como correctora de Selectividad, me ofrezco a hacer exámenes por ti por 30 euros", rezaba un anuncio.

Más suspensos. La semipresencialidad impuesta en determinados niveles educativos por miedo a un aumento de los contagios ha hecho que el curso escolar sea un desastre. Solo en el primer trimestre los suspensos de los alumnos de tercero de la ESO en la Comunidad de Madrid aumentaron entre un 15% y un 20%, según datos de Adimad. La falta de clases y las interrupciones en la enseñanza evidencian un bajo rendimiento académico. Un estudio revela que se consigue un efecto de un 1% de la desviación estándar en indicadores de aprendizaje por cada 10 días que se pierden de clase. Solo dando una hora más de clase por semana durante todo el curso escolar en las materias principales aumenta el rendimiento de los exámenes en alrededor del 6% de una desviación estándar. Esto ya es un claro indicador de por qué se está suspendiendo más y por qué el modelo de enseñanza está fallando.

La selectividad. Pero por si fuera poco, también está el dilema de la selectividad. El borrador redactado en noviembre por los ministerios de Universidades y Educación contemplaba la posibilidad de establecer una EBAU online, que ha quedado en saco roto. Ahora, con una situación epidemiológica que es peor, se ha descartado esta posibilidad y se insta expresamente a las CCAA y universidades a garantizar "su normal celebración" aunque haya restricciones por el virus. Basta mencionar que hay algunos alumnos "confinados" que ni siquiera residen en los municipios donde se celebran las pruebas.

Una alumna de la Universidad Rey Juan Carlos resumía muy bien la situación: "Tenemos miedo y rabia por hacer exámenes en plena ola. No nos han escuchado y, en cambio, han venido compañeras desde Londres a examinarse, mientras que otros de Galicia se lo han dejado todo para junio por miedo a trasladarse". Mientras, Ministerio, rectores y asociaciones de alumnos siguen en pie de guerra por los exámenes. Son sólo algunos de los estragos que ha dejado la pandemia en nuestro país.

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