¿Fue la exhumación de Franco un "funeral de estado"? Los motivos para creer que no

Franco Saliendo
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Francisco Franco abandonó ayer el mausoleo que se había construido para reposar durante el resto de la eternidad. Su féretro salió de la cripta del Valle de los Caídos porteado por sus nietos y bisnietos, y fue transportado en helicóptero hasta el cementerio de Mingorrubio, en El Pardo, la que antaño fuera su residencia. Las imágenes, históricas, ponen punto y final a un largo culebrón político y judicial cuyos primeros cimientos se remontan a la Ley de Memoria Histórica, y que ha encontrado resolución definitiva mediante el gobierno de Pedro Sánchez y a escasos días de las elecciones generales.

El carácter electoral de la medida emborronó una jornada que, de otro modo, habría generado un consenso automático entre todas las facciones de la izquierda española. Desde primera hora de la mañana se avivó la polémica en torno a la naturaleza del acto. Diversas figuras políticas o periodísticas relacionadas con Podemos, Izquierda Unida o Barcelona en Comù tildaron el porteado del féretro o la presencia de ultraderechistas a las afueras del complejo monástico como un "homenaje" y, en el colmo de la hipérbole, como un "funeral de estado".

Un segundo, cabe recordar, puesto que a su muerte Franco ya disfrutó de uno. La presencia de enseñas preconstitucionales, de protagonistas destacados del golpe de Estado de 1981, como el coronel Antonio Tejero, y las condecoraciones militares que engalaron el (extraño) ataúd del dictador contribuyeron a realzar, según los detractores del acto, la figura de Franco. Salía del Valle de los Caídos no como un vulgar exhumado, en la puerta trasera de una furgoneta, transportado por dos funcionarios, sino como un personaje de cierta altura. Como un ex-jefe de Estado.

¿Pero fue realmente un segundo "funeral de estado"? Hay motivos para creer que la acusación es un tanto exagerada. Esta es una recopilación de los motivos de disputa.

La presencia de un ministro

Se trataba de Dolores Delgado, ministra de Justicia y a la sazón única representante del gobierno de España en el proceso de exhumación. Su figura causó un gran revuelo, en tanto que se interpretó como una deferencia del estado (presencia del ejecutivo, nada menos) hacia la familia Franco. En realidad Delgado tuvo un rol absolutamente marginal en el proceso. Figuraba allí como Notaria Mayor del Reino (un título, por otro lado, alucinante) y no rindió honor ninguno al dictador.

Más aún, como revela aquí El País, el secretario general de la Presidencia del Gobierno, Félix Bolaños, había acordado con la familia Franco que la ministra no entablara contacto con ninguno de los herederos. Francis Franco viajó en el helicóptero junto a Delgado sin cruzar media palabra. En silencio. En ningún caso Delgado "ofició" la ceremonia (en tanto que no existió).

El helicóptero del reino

Un tuit muy compartido de Albano Dante-Fachín, político catalán de alegre actividad en las redes sociales, ilustraba otro supuesto agravio inconcebible: el féretro sería transportado por un helicóptero donde lucían, ufanas, las letras del "Reino de España". Como cabría esperar, la exhumación del cadáver de Franco tuvo cierta participación de los funcionarios del Estado. Ya fuera para el complejo proceso de extracción como para su transporte, realizado por un helicóptero del Ejército del Aire. Como todos los demás, porta las insignias del estado español.

Nada de esto significa que España rindiera un segundo desfile triunfal a Franco con debe a las arcas públicas, como sugería Dante-Fachín, sino que el Estado español sólo tiene helicópteros donde luce tanto su bandera como su nombre oficial: el Reino de España. Hubo cierta sorna con este asunto en Twitter, recordando el celebrado sketch de Martes y 13 a cuenta de mantequillas Tulipán o divagando sobre una exhumación realizada por Desatranques Jaén.

Los militares "se cuadraron"

A colación del helicóptero, otra de las cuestiones más comentadas durante la tarde de ayer: los representantes militares "se cuadraron" frente al féretro y a los familiares de Francisco Franco. Prueba indeleble del funeral de estado, en tanto que el Ejército, otrora eje fundamental del franquismo, "rendía honores" a su ex-general. ¿Qué sucedió en realidad? Que tres militares (probablemente los pilotos del helicóptero encargado de transportar el ataúd) realizaron el saludo militar frente a Francis Franco (se llevaron la mano derecha a la visera de la gorra).

Nada que ver con "cuadrarse", un gesto mucho más protocolario y formal que obliga a los soldados a mantener una pose recta e inamovible frente a cualquier dignatario o superior. En este caso, el saludo fue ordinario y acorde a la costumbre de cualquier cuerpo militarizado español en plena faena. No tuvo nada de especial. Cualquier conductor detenido por la Guardia Civil habrá comprobado que los agentes, al dirigirle la palabra, también le saludan del mismo modo.

Los "Viva Franco" y las banderas

Como era de prever, un puñado de fascistas se personó a las puertas del Valle de los Caídos para mostrar sus respetos al difunto dictador. Se prodigaron en vivas a Franco y a España, en un ejercicio de abierta apología no reprimido por ningún policía allí desplegado. Hubo pancartas y también banderas de España preconstitucionales. La escena se repitió en Mingorrubio, con unos doscientos franquistas reunidos para la inhumación del cadáver. Todos los periodistas enviados al Valle coincidieron en algo: la escena fue dantesca.

Mucho antes que un "homenaje" con honores de estado a Franco, la presencia de figuras a mitad de camino entre lo gagá y lo extravagante supuso una "humillación", como relata una de las periodistas presentes en ambas ceremonias, para los familiares, henchidos de orgullo y aún portando el nombre de la "Casa de Franco". Las imágenes panorámicas del Valle de los Caídos contrastan fuertemente con el funeral de estado que Franco sí recibió en 1975: nadie, absolutamente nadie, accedió al Valle. No hubo multitudes. Sólo una general sensación de desamparo.

Tejero, por cierto, sí apareció. Y no, no pudo franquear el cordón policial ni para acceder a la basílica, pese al rumor.

El enfado de la familia

Nada ilustra mejor el escaso carácter laudatorio de la exhumación que el enfado de la familia Franco. Como se explica en este artículo de El País, hubo al menos dos enfrentamientos directos entre Francis Franco y un agente de policía. El primero a su llegada al Valle de los Caídos, cuando trató de acceder con una bandera preconstitucional (la misma con la que su abuelo fue enterrado) a la cripta. Se le requisó, por petición expresa del gobierno. La segunda cuando otros agentes, ya en Mingorrubio, impidieron la salida de la familia al sospechar que portaban consigo fotografías del entierro, también vetadas por el ejecutivo.

Se ha filtrado un vídeo del momento. Uno de los nietos exclama "¡Esto es una dictadura!", sin sonrojo aparente, y otros forcejean y se encaran físicamente con los agentes. Ya durante la exhumación se requisaron todos los teléfonos móviles, para enfado de Francis Franco, nieto mayor. Pese a que el control se relajó en Mingorrubio, cuando una de las bisnietas procedió a fotografiar la inhumación los agentes procedieron a requisarle el aparato, causando otro enfrentamiento. "Usted no manda aquí, el que manda es ese señor", le espetó Francis a un policía, señalando a Félix Bolaños.

Dos imágenes para resumir el día

En otra crónica se relata el espanto de parte de los familiares, llantos incluidos, al escuchar el estruendo de las radiales perforando el mármol de la tumba. El proceso estuvo plagado de complejidades (los operarios tuvieron que emplearse a fondo entre un suelo embarrado por el paso de las cañerías de los monjes, de estancia permanente en el monasterio) y tuvo poco de honorable o de placentero para la familia Franco. Sólo el porteado hacia el automóvil, con una escarapela rojigualda, el escudo de armas familiar y la cruz de San Fernando (una distinción que el Estado español nunca le ha retirado), revistió cierta dignidad.

Pero nada más. Cuando los familiares de Franco abandonaron la puerta mayor de la basílica, lo que se encontraron fue un coche fúnebre y la más absoluta nada. Nada que ver con las multitudes, las salvas militares, la guardia de honor, el desfile triunfal y la pompa ceremonial de cualquier funeral de Estado. Incluido el suyo propio.

Imagen: Emilio Naranjo/GTRES

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