Contra el garrafón, un código QR: el plan del gobierno español para combatir tus peores resacas

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Quién no ha sucumbido a las consecuencias inherentes al consumo de alcohol una mañana de domingo cualquiera. El peso de doscientos yunques recayendo sobre tu cabeza, las arenas del Sáhara navegando por tu boca, la incapacidad física para escapar de la cama. La respuesta por defecto de millones de españoles a tan penosa condición siempre ha sido la misma: "Ayer me echaron garrafón" (inmediatamente después de "dejo de beber"). Ahora, el gobierno quiere poner fin al dramón.

¿Cómo? Valiéndose de las mil y una maravillas de la tecnología, Según revela El Independiente. Al parecer, el Ministerio de Sanidad desea incorporar un código electrónico en los precintos de todas las bebidas espirituosas (o "derivadas", por encima de los 22 grados). Su objetivo primario es asegurar que todas las botellas serivdas en los establecimientos hayan pagado sus impuestos. Y la consecuencia directa es más información para el consumidor.

¿Por qué? Porque los precintos incorporarán un código QR con toda suerte de datos sobre el origen del alcohol. Mediante una aplicación, será posible conocer el origen de producción y embotellado, la graduación, la capacidad del recipiente e incluso incormación comercial al gusto de vendedor. ¿Creemos que un bar peca de garrafón? Tan sencillo, en teoría, como pedirle la botella, escanear el código y descubrir el pastel.

Proceso. Por el momento se trata de un borrador, y el gobierno lo está enmarcando dentro de una normativa específica para los impuestos especiales. Pero es un paso, quizá definitivo, hacia el destierro del garrafón, objeto de toda clase de quebraderos de cabeza. Tan maldito líquido mueve más de 10 millones de litros anuales en el mercado negro. Redes mafiosas como la desmantelada en 2014 contaban con precintos falsos de Hacienda, etiquetas, armas de toda clase y 65.000 litros en almacén.

Sólo en Galicia se calcula que el 70% del aguardiente se comercializa de forma ilícita. En Murcia, años atrás, la Policía desarticuló una trama que recuperaba botellas de whiskey de la basura y las rellenaba con garrafón. 

Incentivos. Es un problema de salud pública, pero también de fiscalidad. El garrafón agujerea las cuentas de Hacienda anualmente, evadiendo IVA e impuestos especiales (el alcohol, no en vano, es uno de los productos de consumo más gravados). España recauda 800 millones de euros gracias al alcohol, pero podrían ser aún más. El interés del gobierno parte de ahí, y no tanto del bienestar matutino de sus ciudadanos (lo consideraremos una externalidad positiva).

Mito. Porque, ¿cuánto hay de mito en el alcohol de baja calidad servido en los bares? Los datos ofrecidos por el Ministerio de Sanidad, en base a sus análisis y controles, apuntan hacia la leyenda: sólo el 1% de las muestras suelen ser fraudulentas. Como explican en Hipertextual, parte del alcohol barato que bebemos en bares son productos deshechados por los productores y comercializados a bajo precio. Peores calidades matizadas por las bebidas gaseosas, pero legales.

Y pese a todo, las incautaciones de garrafón anuales son numerosas (21.000 botellas en una redada en 2018), y la UE estima que la industria pierde 1.300 millones de euros anuales por su culpa. España sigue siendo el país europeo que más garrafón consume. Un código QR quizá se quede corto.

Imagen: Pexels

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