Hacernos vegetarianos no va a salvar el planeta. Sus alimentos no son más ecológicos

Hacernos vegetarianos no va a salvar el planeta. Sus alimentos no son más ecológicos
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Carne de Brasil, aguacates de México, cordero de Nueva Zelanda, vinos de Sudáfrica y judías verdes de Kenia... la lista de la compra puede ser muy internacional y muchos son los que cuestionan la sostenibilidad de la importación de alimentos desde lugares tan lejanos. En este caso nos preguntamos si el cambio a una dieta vegetariana para reducir las emisiones causadas por la producción de carne es algo tan sostenible como podríamos pensar.

La influencia del comercio internacional de alimentos en las dietas locales y las diferentes opciones culturales se han disparado durante los últimos años. Las cadenas de suministro de alimentos operan a nivel mundial y entregan productos rurales a casi 4.000 millones de personas que viven en ciudades y pueblos.

Este principio fue lo que originó el primer instituto de investigación agrícola del mundo hace unos 150 años, cuando los fundadores de Rothamsted vieron el potencial de la tierra agrícola que rodeaba Londres para abastecer a la creciente población urbana. En pleno siglo XXI, puedes tener prácticamente cualquier producto del mundo en tu bolsa del pan.

Muchas personas son conscientes de lo que comen, sobre todo en cuanto a la salud y el medio ambiente, pero ¿cuál es el impacto de todo esto? Cada vez se nos anima más a comer menos carne para combatir el cambio climático y el consumo de carne, al menos en la Unión Europea, se ha visto reducido y estabilizado en alrededor de 42 millones de toneladas durante los últimos 15 años.

Ahora también existen nuevas etiquetas para diferentes tipos de consumidores de carne: flexitarianos (los que solo comen carne a veces) o “los reducetarianos” (aquellos que aspiran a reducir su consumo de carne) que reflejan las diferentes formas en las que la gente está tratando de reducir el consumo de carne.

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¿Y qué pasa con todas las frutas, verduras y alimentos básicos que viajan por el mundo? ¿Acaso son más sostenibles que consumir carne? El crecimiento de las compras de alimentos éticos constituyen ya cerca del 10% de las compras de alimentos en el Reino Unido, llegando a suponer el doble que el del tabaco.

El consumo de carne, al menos en la Unión Europea, se ha visto reducido y estabilizado en alrededor de 42 millones de toneladas durante los últimos 15 años

Pero además del impacto del transporte aéreo, la explotación de los recursos de la tierra a nivel mundial determina la sostenibilidad de los alimentos que comemos: la producción de alimentos puede destruir o desplazar los recursos naturales con el fin de abastecer la creciente demanda.

Por ejemplo, el cambio en la explotación del suelo para aumentar la producción de aguacate en México está desplazando la selva o el devastador impacto del aceite de palma no certificada que se utiliza no solo en alimentos, sino también en toda clase productos. Y luego está el tema del desperdicio de alimentos...

Medir la sostenibilidad de la comida

Sin embargo, lo primero que tenemos que ser capaces de hacer es medir el impacto medioambiental de los alimentos que comemos. Podemos hacerlo con diferentes cadenas de suministro de alimentos mediante los métodos de huellas de carbono. Lo difícil es que los consumidores suelen elegir los alimentos en función de lo que les gusta, algo que cambia con frecuencia, pero rara vez se considera el impacto en el cambio climático.

Teniendo esto en cuenta, podemos decir que una dieta vegetariana supone una disminución de la huella de carbono, pero también nos muestra que el recorrido de los alimentos y la distribución global puede ser el menor de nuestros problemas. Esto se debe a que el desperdicio de alimentos puede suponer hasta el 20% de las compras de alimentos y las pérdidas de alimentos en toda la cadena de suministro puede ser mucho mayor.

El desperdicio de alimentos aumenta la huella de carbono, contrarrestando las ganancias positivas. Las frutas y hortalizas frescas perecederas son más propensas a ser tiradas que la carne y el pescado fresco.

¿Entonces lo vegetariano es la mejor opción?

No podemos decir de forma definitiva que una dieta vegana, vegetariana o carnívora sea mejor o peor para el medio ambiente. Esto se debe a que todos los productos pueden ser apropiados si los sistemas de producción son sostenibles, no hay desperdicios y se logran resultados positivos para la salud. Es cierto que existen ventajas y desventajas a la hora de elegir un alimento.

El transporte aéreo de judías verdes desde Kenia al Reino Unido fue considerado como insostenible a causa del número de kilómetros de vuelo, pero también hay que tener en cuenta que supone el sustento hasta para 1,5 millones de personas y familias en algunas de las regiones más pobres del África subsahariana.

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No se trata solo de la carne

No solo la carne aumenta los gases de efecto invernadero: el arroz (producido en 163 millones de hectáreas, alrededor del 12% de la superficie cultivable del mundo) tiene una de las mayores huellas de carbono en plantas, puesto que produce una gran cantidad de metano. Sin embargo, un descenso en la producción de arroz no solo es poco probable, sino que también podría alterar los gases de efecto invernadero que se almacenan en el suelo.

Pero hay diferentes maneras de hacer las cosas: el drenaje de arrozales en determinados momentos durante la temporada de cultivo, por ejemplo, o el uso de fertilizantes o diferentes variedades de arroz que sean menos susceptibles al calor.

¿Cuál es el mejor camino a seguir?

Los consumidores necesitan entender qué es lo que compensa y mantenerse al día sobre la información de qué opción es la mejor. Es importante detectar las tendencias de los alimentos, por ejemplo, y proyectar los impactos en la sostenibilidad.

El número de productos sin gluten disponibles se duplica año tras año en Europa y los EE.UU., algo que ha resultado en un aumento en el consumo de proteínas de plantas de alubias y lentejas. Este tipo de alimentos son, posiblemente, más ecológicos que la carne, pero (independientemente de cuál sea tu opinión sobre consumir productos sin gluten) van a cambiar la forma en que las proteaginosas se distribuyen en todo el mundo y puede redistribuir las legumbres o aumentar su precio en países como India que dependen de proteínas no procedentes de la carne.

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Los certificados de sostenibilidad han cambiado la forma en la que compramos, nos orientan sobre las compras éticas, incluyendo la pesca sostenible, los productos de la selva tropical, etc. Es una manera de asegurarse de que lo que comes es menos perjudicial o ayuda a mantener la subsistencia y las buenas prácticas agrícolas.

Pero lo que realmente puede hacer que tu dieta sea insostenible son los alimentos que tiramos día a día (tanto en casa como en las cadenas de suministro), da igual que sea una dieta vegana, vegetariana, carnívora o una combinación. El uso de diferentes formatos de preservación de alimentos pueden reducir los desperdicios a cero.

En el caso de alimentos congelados sabemos que los residuos se pueden reducir a la mitad en comparación con los alimentos frescos (se tiran menos). A pesar de lo que normalmente se piensa, la comida congelada puede ser tan buena como los alimentos frescos e igual de nutritiva.

Lo que realmente puede hacer que tu dieta sea insostenible son los alimentos que tiramos día a día, da igual que sea una dieta vegana, vegetariana, carnívora o una combinación

Todos elegimos los alimentos en función de lo que nos gusta, lo que podemos comprar y lo que podemos pagar. Pero llevar un control contínuo y el interés por la producción sostenible hará que podamos comprar productos que sabemos que tienen una mejor cadena de suministro. En la actualidad no existe una certificación que muestre los alimentos producidos con menos residuos (debería haberla), pero podemos tratar de reducir nuestros residuos y apoyar a aquellos proveedores que sean más responsables.

Podemos permitirnos un aguacate, pero tal vez no sea una buena idea comer cinco a la semana y, por supuesto, podemos adquirir más alimentos locales y de temporada, así como considerar los alimentos conservados si queremos reducir las kilometros de vuelo. Al igual que comer menos carne, hay otras maneras de alimentarse de forma más sostenible.

The Conversation

Autor: Wayne Martindale, Investigador principal en Responsabilidad Social Corporativa, Universidad de Sheffield Hallam

Este artículo ha sido publicado originalmente en The Conversation. Puedes leer el artículo original aquí.

Foto | iStock

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