Jaime Gómez-Obregón, el ingeniero que está destapando todos los chanchullos políticos de España

Perez Obregon
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Como cántabra, un soplo de orgullo e ilusión me recorrió cuando descubrí el año pasado el trabajo de Jaime Gómez-Obregón. Mi primera toma de contacto fue el portal Contratosdecantabria.es, una herramienta para explorar de forma accesible los "25.766 contratos del Gobierno de Cantabria y más de 4.500 licitadores" de los últimos años sin el oscurantismo habitual de las normas de transparencia que, más que ayudar, parece que lo que buscan es que la gente se desespere y no quiera indagar más en qué es lo que paga con sus impuestos.

¿Qué consiguió Gómez-Obregón con eso? Pues entre otras cosas, que el Parlamento de Cantabria tuviese que explicar por qué alguna que otra vez, para contratos menores en los que se requieren un mínimo de concurrentes, sólo se presentaban otras dos o tres empresas a cargo de familiares, compañeros de partido o "amiguetes". Una cosa es sospechar en abstracto que nuestra clase política utilice tácticas irregulares para su beneficio y otra muy distinta poder demostrar quiénes son, con nombre y apellidos, desnudar los métodos con los que realizan sus tejemanejes.

La capacidad la teníamos, pero faltaba que alguien se molestase en mirar bien y publicarlo.

Pero ese monumento al derecho de información de mis coterráneos que supuso contratosdecantabria.es no es el único de la trayectoria de este programador y activista informático especializado en inteligencia de datos. Los 530 mecenas de su Patreon y sus 46.000 seguidores de Twitter comprueban mes a mes cómo el ingeniero va buscando nuevas fuentes que investigar, lo que le está granjeando un historial por la transparencia política envidiable.

Es fácil imaginarse a Gómez-Obregón como un moderno John Wayne, un jinete solitario con un sentido interno y propio de justicia. Alguien que no quiere atarse a nadie y que, marcando sus propios ritmos y caminos, decide poner el dedo en la llaga en aquello que nos está obstruyendo de lograr esa mejor sociedad para la que tenemos capacidad pero no voluntad. Puede que sus acciones y su forma de hacerlo sea menos cinematográfica que las del famoso maestro del western, pero no deja de ser la misma épica.

Le hemos entrevistado para que sea él mismo el que promulgue su evangelio y, quién sabe, incite así a otros jóvenes a debutar como paladines del código.

Pregunta: Para los que no conozcan tu historial, ¿podrías contar cuáles han sido algunos de los desafíos a los que te has enfrentado?

Respuesta: No disfrutaría este camino si no estuviera jalonado de retos intelectuales. He cruzado las adjudicaciones de contratos de Cantabria con las listas electorales de candidatos políticos y publicado la herramienta contratosdecantabria.es, un desafío para el que hube de encontrar la grieta por la que colarme y arramplar con los casi treinta mil expedientes del portal institucional de transparencia, que no ofrece ningún mecanismo para la necesaria descarga masiva de datos.

También ha sido un reto reunir y relacionar mediante una metodología informática rigurosa todos los datos y documentos públicos en torno a la corrupción en la primera institución del Estado: la Casa Real. Así es como he dado a luz ladonacion.es, que busca ser, además, una propuesta de ideas para los jueces, fiscales y policías que investigan tramas complejas de corrupción y muchas veces no cuentan con herramientas más sofisticadas que las de la ofimática básica.

Además he destripado el Boletín Oficial del Registro Mercantil para conocer los empresarios más habituales en sus páginas, los domicilios con más trasiego societario o los que más empresas han visto nacer; los administradores inhabilitados por un tribunal —incluyendo algún político—, una relación con 2,4 millones de sociedades, la empresa española con el nombre más largo… Aunque mi objetivo es aplicar este esfuerzo al verdadero interés público: cruzar el BORME con las adjudicaciones de contratos en todo el Estado y dar así visibilidad a más chanchullos y conflictos de interés.

Ahora tengo en el horno una auditoría independiente de las apps del sector público: he catalogado casi 2.000 y reunido ya más de 250.000 comentarios de usuarios. Estoy haciendo un análisis big data que pronto compartiré con mis patronos.

También, por lo mismo, ¿podrías poner ejemplos de cómo tus investigaciones parece que han tenido efectos en la vida política?

No me interesan la política ni los partidos políticos. Me interesa vivir en país que funcione y donde la contratación pública sea transparente y eficiente. Los políticos están sobrerrepresentados en el imaginario social español: la continua atención mediática ha provocado que colectivamente les hayamos atribuido una grandeza que no les corresponde. Yo me identifico más con la idea de un activismo tecnológico y una ciudadanía crítica y despierta que con la cómoda pero inútil atribución de todas las responsabilidades «a los políticos».

Pero, dicho esto, es cierto que algunas de mis iniciativas están teniendo un impacto en esa irrealidad de la política. Algunos de los chanchullos que he aflorado en Cantabria provocaron una proposición no de ley de medidas antifraude y de lucha contra la corrupción en el Parlamento de Cantabria. Y un tuit mío en relación con una abultada donación anónima al Gobierno desencadenó un pequeño terremoto y las explicaciones del presidente Miguel Ángel Revilla en un pleno del parlamento autonómico. En otra ocasión, durante el debate sobre el estado de la región, otro diputado propuso desde la tribuna bautizar con mi nombre una nueva ley de transparencia…

También, la secretaria de Estado de digitalización me ha invitado públicamente a presentar mis ideas en el Ministerio, algo que cordial y también públicamente he declinado porque considero que soy más útil, más eficaz, donde estoy ahora que ayudando a redactar «planes». Sí he participado en un encuentro privado con responsables de la unidad anticorrupción de los Mossos d’Esquadra y técnicos de la Oficina Antifraude de Cataluña, compartiendo mi experiencia aplicando la ciencia de datos a los expedientes de contratación pública y la metodología de análisis que desarrollé para ladonacion.es.

Cosas que no todo el mundo podía conocer y han conocido si siguen tu trabajo en tu Patreon y Twitter. Un, dos, tres… responda otra vez.

Que algunos licitadores compiten consigo mismos sin que los órganos de contratación lo detecten. Que el bipartito en el Gobierno de Cantabria ha adjudicado en torno a un millón de euros en contratos menores a sus propios candidatos y militantes. Que parte de la precariedad laboral en algunas consultoras tecnológicas puede explicarse por contratos públicos kafkianos. Que España aún carece de un sistema nacional de diseño digital que otros países tienen desde hace años. Que el yerno del rey emérito, Jaime de Marichalar, era consejero del banco suizo que no investigó el origen de una transferencia millonaria del monarca.

Que se financian con fondos públicos apps móviles que no descarga nadie. Que desde la política local se está impulsando una fiebre de iniciativas de digitalización del pequeño comercio que son un callejón sin salida. Que hay una tarifa plana de obras públicas en el límite legal del contrato menor: 39.999,99€. Que la persona que más veces aparece en el BORME —más de 6.000— está en la cárcel por su rol de facilitador de sociedades «opacas». Que desde el sofá y mediante la tecnología es posible desmontar las falsas promesas de creación de empleo que tanto gustan a nuestros políticos.

Que hay empresas que donan dinero al gobierno mientras optan a contratos públicos. Que es posible hacer donaciones millonarias a un gobierno desde una sociedad pantalla en una jurisdicción opaca sin que trascienda quién eres o qué intereses reales subyacen. Que el modelo de desarrollo de servicios públicos digitales es un carísimo sindiós con fondos europeos… Y muchas más cosas que me dejo en el tintero.

Tú que te has hecho un experto en la materia: ¿cuáles crees que deberían ser los pasos inmediatos a dar para hacer más eficiente y transparente la contratación de las instituciones públicas? Pequeñas cosas que podrían revolucionar este ámbito.

He alzado públicamente la voz para denunciar el ignominioso secuestro por parte de los registradores y con el concurso del Ministerio de Justicia de un instrumento capital en la detección de la corrupción y el fraude en la contratación pública: el Boletín Oficial del Registro Mercantil. Los datos del BORME son un tesoro público en un recinto amurallado con el corporativismo de los registradores y la inacción de las instituciones y todas las fuerzas políticas. La liberación del BORME es una necesidad nacional.

"La realidad actual es que a ti y a mí nos es más accesible conocer las personas y las cifras tras una ferretería checa  que las de la pyme del cuñado del alcalde"

La incomprensible realidad actual es que a ti y a mí, como españoles, nos es más accesible conocer las personas y las cifras tras una ferretería checa o una remota peluquería escocesa que las de la pyme del cuñado del alcalde. No es solo que el sistema registral se sostiene con un obsoleto modelo arancelario que data de los años 50, sino que el acceso masivo a esta valiosísima información es explotado comercialmente en detrimento de un incuestionable interés público: el de la transparencia en las operaciones mercantiles y la contratación pública.

Urge la liberación de todos los datos del BORME para su consulta masiva e integración automática en otros sistemas de información, en la línea de otros países europeos. Y más aún: la publicación de los actos registrales con identificadores unívocos comunes con la Plataforma de Contratación del Sector Público y los portales de transparencia.

Tenemos curiosidad por saber tu opinión al respecto de la función periodística, de cuarto poder. Si tal vez no estés haciendo tú más desde tu limitada posición para informar de lo invisible e importante para la ciudadanía que otras reputadas empresas periodísticas más veteranas.

El periodismo es una de las profesiones más severamente transformadas en las últimas décadas por la digitalización. España necesita de un periodismo riguroso y efectivamente independiente que solo puede surtir de profesionales prestigiados y muy bien remunerados. Tal cosa solo es posible cuando los ciudadanos asumimos que es imprescindible pagar, y pagar bien, por la información de valor que consumimos, por los datos y visiones que modelan nuestra forma de ver el mundo. Si nosotros no pagamos ese periodismo, lo pagan los políticos con campañas institucionales y lo pagan otros grandes grupos de interés.

Como país, como sociedad, nos va el futuro en elevar el nivel del debate público. Si cuidamos los alimentos que introducimos en el cuerpo, ¿por qué estamos colectivamente enganchados a un periodismo que es comida basura para la mente, para la construcción de nuestra instalación personal en el mundo? No son los periodistas; somos sobre todo los ciudadanos los que confundimos información con entretenimiento, mordemos el anzuelo del clickbait y permitimos, en definitiva, el modelo periodístico del manso asenso, del churnalism, del cambalache de privacidad por publicidad, del rigor intelectual por la apelación emocional…

Ojo, por eso mismo, porque no partes de una base periodística, también da la sensación de que pueden reprocharte que algunas de tus exposiciones podrían no cumplir con cierto rigor de la profesión. ¿Te has planteado este posible conflicto o consideras que, como no haces periodismo, no es tu tarea probar cada afirmación?

Tengo alergia a los actos de fe. Por eso ni los hago ni pido a otros que los hagan al leerme: los datos y documentos son siempre aldaba de todas mis denuncias.

Cuando publico que un gobierno ha adjudicado casi un millón de euros a candidatos de sus propios partidos, a renglón seguido proporciono la tabla completa con el detalle de cada contrato. Si escribo que un gobierno ha prometido la creación de más de 95.000 empleos, es porque he escrito un programa informático que busca estas promesas, he visto que suman exactamente 95.082 puestos de trabajo y he publicado el enlace a todas y cada una. Al dar luz a la convergencia de intereses económicos y políticos acompaño siempre el relato de todos los documentos públicos necesarios para constatarlo.

"Los hechos que visibilizo hasta tal punto están respaldados por datos públicos que puedo tomarme la insólita licencia de explicarlos con sarcasmo"

Los hechos que visibilizo hasta tal punto están respaldados por datos públicos que puedo tomarme la insólita licencia de explicarlos con sarcasmo. El lector inteligente retirará este personal envoltorio con el que publico cada historia y someterá a su propio juicio los datos objetivos y documentos oficiales que le entrego a un clic de distancia.

Ciertamente yo no he estudiado periodismo, ni leído las crónicas de Oriana Fallaci; soy un ingeniero: he estudiado matemáticas y electrónica. Pero la digitalización también ha licuado los términos. ¿Estoy haciendo periodismo cuando mis indagaciones provocan titulares de prensa? ¿Es mi cuenta de Twitter un medio de comunicación cuando alguno de mis hilos supera los cien mil lectores? Mi interés no es la salvaguarda de una ortodoxia deontológica, ni tampoco la taxonomía profesional. Es auditar el funcionamiento de nuestras instituciones para que mi país funcione mejor.

Háblanos de tu independencia financiera.

Me adscribo a una antigua y olvidada escuela de pensamiento económico: la de nuestras abuelas. No gasto lo que no tengo, no compro a crédito, no debo nada a nadie. Ahorré y compré un coche, un móvil y un portátil. Tengo también un puñado de libros y un pequeño cofre con cartas adolescentes. Y una mochila. A partir de ahí, mi interés en cuanto a lo material es ir siempre a menos. De estas inversiones recojo las mejores plusvalías: lo que muchos llaman una agenda vacía, que es en verdad una agenda llena; llena de tiempo y oportunidades.

Puedo cumplir mis deberes gracias al apoyo de un grupo de valientes que me apoya en mi crowdfunding en Patreon. Son personas comprometidas y que ponen cantidades pequeñas a cambio de un acceso a la cocina de mis investigaciones y un asiento de primera fila en este empeño mío por mejorar lo público. Es gracias a ellos que además de aflorar un sinfín de líos en mi cuenta de Twitter, he podido desarrollar proyectos como ladonacion.es o contratosdecantabria.es y —ya está en el horno— una ambiciosa auditoría de las apps móviles del sector público: appspublicas.es.

A estas personas, todo mi agradecimiento.

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