Un mapa para entender lo que la humanidad se juega con el deshielo del permafrost

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Las constantes advertencias de la ONU sobre el aumento de la temperatura global del planeta comienzan a ser cada vez más tangibles en el hemisferio norte. De no revertirse las emisiones actuales de gases Efecto Invernadero, el permafrost va camino de ser el emisor de dióxido de carbono más nocivo del planeta. Se estima que este sumidero contiene más carbono que el liberado por los humanos con los combustibles fósiles.

Liberación de CO2. La capa de suelo helado que cubre casi el 25% de la superficie del hemisferio norte está comenzando a descongelarse y, como consecuencia, a expulsar dióxido de carbono. Según este estudio publicado por la revista Nature, desde 2003 hasta 2017 y debido al aumento de la temperatura global del planeta, el permafrost ha liberado 1.700 millones de toneladas de CO2, de las cuales la vegetación de la zona solo ha podido absorber 1.000 millones.

¿A qué se debe? El permafrost contiene materia orgánica procedente de animales y plantas que quedaron atrapadas en su interior cuando éste se congeló allá por el Pleistoceno. Debido al deshielo producido por el calentamiento global, el carbono almacenado pasa a exponerse a la descomposición microbiana y, posteriormente, a liberar dióxido de carbono como consecuencia de esta reacción.

Mapa
Observatorio NASA

El mapa elaborado por el Observatorio de la Nasa en base a los datos del estudio anterior, refleja a través de distintos tonos cálidos cuánto carbono se ha liberado en el Polo Norte durante el invierno, es decir de octubre a abril. En un lapso de tiempo que abarca del año 2003 al 2017, se observa cómo las áreas de Rusia, Alaska, Groenlandia y Canadá más alejadas de la costa han ido liberando mayor cantidad de CO2 que las situadas frente al Océano Ártico. El efecto regulador del mar hace que la variación de temperatura sea más moderada en la costa que en el interior, lo que explicaría una mayor liberación de dióxido de carbono en tales zonas.

Problema. Los autores del estudio estiman que el permafrost almacena más carbono del que los humanos han liberado con los combustibles fósiles hasta la fecha. Si además tenemos en cuenta que el ritmo al que actualmente el permafrost expulsa CO2 está por encima de lo que los árboles y las plantas de la zona pueden absorber, las previsiones no son las más optimistas. De no reducirse la emisión de gases efecto invernadero que contribuyen a aumentar la temperatura del planeta, para el próximo siglo estaríamos hablando de un 41% más de pérdidas de CO2 desde el Polo Norte. De revertir el problema desde ya, éstas emisiones aumentarían igualmente un 17%.

Puerta del Infierno. Así se conoce al increíble agujero que se produjo en el permafrost siberiano a finales de la década de los 70 en la localidad de Batagai y cuyas consecuencias físicas continúan vigentes hoy. Fruto del ascenso de la temperatura una parte del suelo se descongeló y el agua en la que se convirtió comenzó a reblandecer el terreno hasta el punto de provocar su hundimiento. Desde aquel momento y como consecuencia de la presión que ha ido ejerciendo el agua acumulada, el agujero pasó a crecer entre 15 y 18 metros cada año, llegando hasta los dos kilómetros de longitud y los 150 metros de profundidad que tiene hoy.

Este particular agujero negro sirve para comprender el calibre de las consecuencias que puede traer la pérdida del permafrost, más allá del incremento del calentamiento global.

Imagen: Observatorio de la Nasa

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