No habrá rebelión: la extradición condicionada de Puigdemont tambalea la causa del procés

No habrá rebelión: la extradición condicionada de Puigdemont tambalea la causa del procés
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Era una posibilidad que se conocía desde el pasado mes de abril, pero que no se ha concretado hasta hoy: Alemania sí extraditará a Carles Puigdemont, pero lo hará imponiendo sus condiciones. El tribunal federal de Schleswig-Holstein no juzga suficientes las argumentaciones del juez Llarena para imputarle por rebelión, por lo que el Tribunal Supremo sólo podrá juzgarle por malversación de fondos públicos. Una decisión que tambalea por completo toda la causa contra el procés.

La decisión. Rebobinemos: el exilio original de Puigdemont en Bélgica provocó que Llarena retirara la euroorden hasta que el ex-presidente de la Generalitat pisara un país más amistoso, en lo judicial, a los intereses del Supremo. Marcó los tiempos y esperó a uno de sus diversos viajes para activarla durante su estancia en Alemania. A priori, su detención en el país germano otorgaba más posibilidades de extradición que en otros estados, como Bélgica o Dinamarca.

El otro proceso. Decretada la euroorden y retenido Puigdemont, se abrieron dos posibilidades: por un lado, que el tribunal alemán encargado de revisar el caso (la audiencia de Schleswig-Holstein, estado donde fue atrapado por las autoridades policiales) aceptara sin mayores reparos los argumentos de Llarena y ordenara su extradición por el pack completo. Por otro, que los jueces alemanes revisara algún punto de las acusaciones y decretara una extradición condicionada.

¿Cómo era posible? Las euroórdenes son mecanismos que los estados europeos activan para colaborar en la detención y posterior juicio de supuestos criminales huidos. Deben cumplir algunas condiciones. Dos se antojaban cruciales: primero, que el país donde el acusado fuera detenido contara con delitos similares a los que se le imputaban en su estado de origen (Alemania sí cuenta con algo similar a "rebelión"); segundo, que el tribunal de turno considerara suficientes las explicaciones del solicitante. Si no fuera así, bloquearía el juicio a su regreso al país.

Alemania se antojaba como un destino ideal al cumplir el primer punto. Y en el segundo, Llarena lo fiaba todo a que los jueces alemanes vieran la misma rebelión ("alta tradición") que su causa. Era un todo o nada en tanto que un "no" cerraba esa crucial vía judicial en España.

El veredicto. Hace algunos meses se filtró que la audiencia alemana no se inclinaba a interpretar favorablemente la acusación de "rebelión", pese a la insistencia de la Fiscalía local. Y hoy hemos tenido la confirmación definitiva. Alemania acaba de fragmentar las posibilidades de la justicia española para encausar y condenar a Puigdemont, dado que sólo le permite enjuiciarle por "malversación" de fondos públicos (el desvío de dinero público a la financiación del referéndum).

Según la resolución del juzgado alemán, ni Puigdemont ni el resto de políticos implicados en la DUI del pasado mes de octubre tenían podían obtener "la secesión inmediata" durante los meses críticos del procés, y que por tanto la declaración buscaba presionar para obtener un mejor punto de partida en la negociación. Es decir, que el independentismo jamás fue en serio, por lo que la "rebelión" jamás fue una posibilidad real. Una idea contrapuesta a la de Llarena.

¿Qué implica? Primero, que Puigdemont podría volver ya a España si las autoridades españolas aceptan la extradición en los términos marcados por los jueces alemanes. Segundo, que el ex-presidente esquiva la dura vía penal que le aguardaba de haber sido juzgado por rebelión (uno de los delitos más castigados por el Código Penal). Y tercero, que tanto a nivel político como judicial la decisión de Alemania emborrona y tambalea la causa del Supremo contra el independentismo.

Por un motivo simple: Llarena tiene ahora más complicado determinar (y condenar a los acusados) por un levantamiento planificado y jerárquico contra el orden constitucional. La clave de bóveda de la rebelión, Puigdemont como muñidor desde la cima, acaba de desaparecer. En lo político e internacional las repercusiones pueden ser grandes, dado que pone en tela de juicio la independencia de la justicia española y legitima (en parte) a Puigdemont.

¿Y ahora? Hay que esperar. Es una victoria parcial para el independentismo, que ha visto cómo otros líderes que sí optaron por permanecer en España han terminado en prisión de forma provisional. La decisión de los jueces alemanes puede colocar dos interrogantes sobre las repentinas charlas y negociaciones entre Pedro Sánchez y Quim Torra, en un día en el que el presidente del gobierno se encuentra precisamente en Bruselas. Pero Puigdemont, al fin, tiene una marginal victoria.

Imagen: Michael Kappeler/DPA

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