El nuevo concepto de trabajo penitenciario: entrenar inteligencias artificiales a 2€ la hora

Carcel
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¿Puede trabajar un preso? La respuesta que ofrecen la mayor parte de sistemas penitenciarios modernos es simple: "sí". Sucede en EEUU, España o Francia. El alcance, la remuneración y la naturaleza de los trabajos varía. En España, por ejemplo, tiene un limitado carácter productivo y está asociado a rutinas psicológicas y sociales beneficiosas para los internos. Cobran, pero lo hacen en muy poca cuantía: los objetivos van más allá del sustento económico.

Eso sí, el tipo de tareas está cambiando. Y en Finlandia están experimentando con ellas.

¿Qué? Lo cuenta The Verge. Algunos presos fineses han comenzado a entrenar sistemas de inteligencia artificial. Una startup local, Vainu, ofrece amplias bases de datos a empresas privadas. Para ello necesita diseccionar e identificar correctamente miles de artículos y reportajes económicos relacionados con ellas o con su sector. ¿Y quién los está leyendo y catalogando? Los internos.

¿Por qué? Por casualidad. Las oficinas de Vainu se encuentran en el mismo edificio que la agencia estatal de prisiones (CSA). Vainu ofreció costear el envío de ordenadores y la remuneración de los internos. El estado finés lo interpretó como un buen acuerdo: ofrece una rutina laboral a sus presos exenta de conflictos violentos o de herramientas físicas. Tampoco requiere de grandes habilidades: sólo leer.

La polémica. Es una política problemática. CSA argumenta que la tarea prepara a los internos "para los requerimientos del trabajo moderno". Vainu promociona el acuerdo como un sencillo sustento para los presos. Son dos afirmaciones discutibles: el trabajo tiene poco valor añadido en la gran cadena de producción algorítmica; y el salario ofrecido por la empresa probablemente sea escaso.

"Mechanical Turk". En esencia, los presos realizan la misma labor que los miles de trabajadores voluntarios adscritos a Amazon Mechanical Turk, CrowdFlower o Toluma. Tales empresas ofrecen una fuerza laboral barata y a plena disposición para los proyectos que requieran de tareas mecánicas, repetitivas, muy simples y sin embargo necesarias. Es decir, para entrenar IAs. Han proliferado como la espuma en Estados Unidos.

Los salarios son bajos (hasta 2$ la hora) y la carga de trabajo alta. Se sabe que muchos trabajadores poco cualificados pero muy necesitados acuden en masa. Es un asunto muy discutido, dado que entrelaza la automatización con la precarización del mercado laboral.

Presos y trabajo. Hay una tendencia. El ejemplo de Finlandia entronca con otro de reciente polémica. Una firma de moda danesa, Carcel, produce sus lujosas prendas en prisiones de todo el mundo (como Perú o Tailandia). Se promociona como tal, enmarcando su negocio en cierta rehabilitación social de muchas mujeres reclusas. Paga más que los Mechanical Turk: una reclusa puede ganar entre 180$ y 329$ al mes.

La empresa ha sido criticada por explotar económicamente a trabajadoras vulnerables en países pobres, y por colocar precios abusivos a sus prendas (345$ por un jersey).

Las IA. El caso de Vainu, además, encaja bien con la proliferación de "fábricas de datos" por todo el mundo, muy especialmente China. La mayor parte de sus tareas, tales como determinar el contenido de una imagen o del párrafo de un texto, requieren de poca educación o aprendizaje. Y sin embargo son esenciales para los algoritmos. Un caldo de cultivo perfecto para la explotación a muy bajo precio.

Imagen:  Matthew Ansley

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