Polonia ya es el país de Europa que más inmigrantes acepta. Siempre que no sean musulmanes

Manifestación de extrema derecha en Polonia.
Sin comentarios Facebook Twitter Flipboard E-mail

Desde siempre, Polonia ha sido generalmente descrito como un estado de gran emigración, sobre todo a los Estados Unidos y a países de Occidente. Pero lo cierto es que en los últimos cinco años ha pasado de ser un país acostumbrado a ver la salida de sus ciudadanos a convertirse en el mayor país receptor de inmigrantes de toda la Unión Europea. ¿La razón? El rápido flujo migratorio desde sus países vecinos como Ucrania. Se trata de un fenómeno social, político y cultural que pone en duda las medidas de integración del país. Y más teniendo en cuenta que su gobierno lleva años clamando contra la inmigración y aplicando políticas de carácter xenófobo.

Por decirlo de alguna manera, son los vecinos eslavos quienes están aceptando la mano de obra que los polacos no quieren de los musulmanes.

Las cifras. Entre los años 2013-2019, el número de inmigrantes en Polonia ha aumentado significativamente. Según el Informe Mundial sobre las Migraciones 2020, Polonia emitió más de 660.000 permisos de residencia a los extranjeros. En 2019, el país emitió la mayor cantidad de permisos de residencia a inmigrantes que ingresan a la UE: 724.000. Esto supone un 25% del total de permisos emitidos por los miembros de la UE.

Los ucranianos fueron el grupo más grande de extranjeros en recibirlos. En total: 757.000 personas. Y Polonia se ha quedado con casi el 80% de ellos. Alemania emitió la segunda mayor cantidad de permisos de residencia con 460.000, seguida de Francia, con 285.000 e Italia, 175.000.

¿Por qué? La liberalización del acceso al mercado laboral polaco para los trabajadores extranjeros mediante el procedimiento simplificado —la declaración del empleador de contratar extranjeros de seis a 12 meses— ha fortalecido este proceso. Es decir, la mayoría son inmigrantes temporales. A esto se le añade la migración posterior a la adhesión de los polacos a la UE y al desarrollo de su economía, que ha resultado en una alta demanda de trabajadores en el mercado laboral polaco.

Trabajadores del este sí, musulmanes no. En lo que respecta a la crisis de los refugiados en Europa, el partido gobernante Ley y Justicia (PiS) de Polonia se ha distinguido por su feroz retórica antiinmigrante. Pero cuando se trata de encontrar trabajadores para asumir los trabajos mal pagados que los polacos ya no quieren, el gobierno se ha mostrado bastante feliz de permitir la entrada de una afluencia histórica de extranjeros muy necesitados.

Incluso han tratado durante años de crear odio hacia los refugiados musulmanes y convertirlo en una cuestión política, advirtiendo que los migrantes son portadores de "enfermedades muy peligrosas que no se encuentran en Europa desde hace mucho tiempo". Por lo tanto, puede resultar una sorpresa que el gobierno polaco haya llevado a cabo ahora, muy silenciosamente, la mayor afluencia de trabajadores migrantes en la historia moderna del país. Aunque eso sí, la mayoría son cristianos de la vecina Ucrania, y no suponen un choque cultural.

Sin políticas. La gran afluencia de inmigrantes en Polonia es un nuevo desafío, especialmente para las autoridades locales. Se trata de un país que aún no ha desarrollado una gobernanza migratoria coherente y las autoridades locales operan en ausencia de un marco de políticas públicas en este ámbito. El creciente número de migrantes económicos han puesto sobre la mesa el debate público sobre las causas y consecuencias de este fenómeno. Hasta 2015, la migración nunca ocupó un lugar destacado en la agenda política polaca.

En julio de 2012, como resultado de la cooperación con expertos del mundo académico y ONGs, el Gobierno publicó el documento estratégico “Política migratoria de Estado y recomendaciones", que estaba destinado a ser un plan para la implementación de cambios legales en el campo de la migración y la integración. En 2015, después de un cambio de Gobierno, una campaña basada en la afirmación de que Polonia se enfrentaba a una "crisis migratoria" acabó despertando el miedo y el malestar público sobre el orden y la seguridad. Como resultado, se retiró el documento estratégico y las medidas migratorias planeadas.

Xenofobia y extrema derecha. Las ciudades de Europa Central y Oriental han iniciado el proceso de desarrollo de políticas de integración en un momento sumamente difícil. La rápida afluencia de migrantes y la llegada de refugiados a Europa ha radicalizado los partidos de extrema derecha y los movimientos antiinmigración, que no ayuda para nada en la construcción del diálogo y el establecimiento de soluciones pragmáticas en este ámbito. La atmósfera de hostilidad no ha escapado a Polonia. El debate político después de 2015, retratando a los migrantes como una amenaza para la seguridad nacional, la soberanía y la identidad nacional, lo demuestra. El Gobierno sólo ha subrayado desde entonces la necesidad de mejorar los controles fronterizos y la protección contra cualquier tipo de migración irregular.

Integración. Incluso si el gobierno polaco toma la posición de que este fenómeno se debe únicamente a migraciones temporales, que no requieren ninguna política de integración, la afluencia de un elevado número de migrantes, de los que la mayoría se estableció en las ciudades, ha desafiado a las autoridades locales en términos de relación social. Y las ciudades han comenzado a tomar medidas. Las autoridades locales de momento se apoyan en soluciones pragmáticas, centrándose en resolver problemas reales de los migrantes y la sociedad local, mediando a menudo en tensiones entre las diversas comunidades: migrantes (y diferentes grupos étnicos) y los residentes.

Y es que, a parte de la mayoría de migrantes procedentes de países vecinos, en 2019, Polonia también otorgó visas a largo plazo a ciudadanos de India, Bangladesh y Pakistán. Y ahí entran en juego las ONG, que ahora parecen tener un papel importante. Con el uso de fondos europeos, llevan a cabo iniciativas de integración en diferentes áreas como la educación o sanidad, que compensan la falta de acciones estatales en este ámbito.

La crisis del Covid. El país comenzaba la pandemia como un caso esperanzador. Junto con la República Checa, era uno de los países europeos con menos contagios. Apenas se habían reducido las llegadas de extranjeros a sus fronteras Desafortunadamente, los últimos meses y la segunda ola de la pandemia han causado que se rebase el umbral del millón de casos positivos. En total, ha habido 1,4 millones de contagios y más de 31.000 fallecidos. Ahora, con una media de 10.000 contagios nuevos al día, el país se enfrenta, al igual que sus vecinos, a una crisis sanitaria sin precedentes que sí podría tener un impacto en la entrada de extranjeros en el país.

Imagen: Kacper Mempel/Reuters

Newsletter de Xataka

Suscríbete a "Xatakaletter", una forma distinta de informarte cada semana de la actualidad tecnológica hecha con pasión por el equipo de Xataka.
Comentarios cerrados
Inicio