Una Superliga de los más ricos, no de los mejores: la recurrente mediocridad de Milan, Arsenal o Tottenham

Superliga
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Habrá Superliga.

Aquel viejo anhelo perseguido por algunos de los dirigentes más poderosos del fútbol europeo se hizo realidad anoche. Doce clubes continentales, entre ellos tres españoles, hicieron oficial la creación de una competición paralela que pasará por encima de las ligas domésticas y de los torneos europeos organizados por la UEFA. Golpe de mano, medida de presión, rumbo inevitable hacia una americanización del fútbol europeo, podemos mirarlo desde todos los prismas que deseemos. Sólo importa uno: el dinero.

¿Por qué ellos? Dado el carácter exclusivo y cerrado de la Superliga, cabe preguntarse por el merecimiento de sus miembros para formar parte de ella. ¿Se trata del rendimiento deportivo? No. Un dato hace las delicias hoy de gran parte de los aficionados británicos: dos de los miembros fundadores, Tottenham y Arsenal, clasifican a día de hoy 7º y 9º en la Premier League. De terminar mañana, ninguno de los dos tendría derecho a participar en las competiciones europeas. El Tottenham acaba de despedir a su entrenador, Mourinho, por su bajo rendimiento.

Intrusos. Resulta también significativo que sólo dos de los clubes ingleses fundadores ocupen en este momento plaza de Champions League (Manchester City y Manchester United). Dos equipos modestos rellenan el cupo (Leicester y West Ham). Chelsea y Liverpool acudirían a día de hoy a la Europa League, la competición menor de la UEFA. En Italia, la Juventus se debate entre la tercera posición, ocupada por el Atalanta, y la quinta, ocupada por el Nápoles. Superliga, pero no superequipos.

¿Es la historia? Algunos de los clubes fundadores tienen una innegable ascendencia en el fútbol europeo. Nadie puede discutir el aval histórico de Real Madrid, Barcelona, Manchester United o Juventus. Más dubitativa es la posición de otros equipos. Si acudimos al ránking histórico de la Copa de Europa, a la suma de resultados en la máxima competición continental desde 1955, nos encontramos al Tottenham en la posición 66ª, por debajo de clubes como el Sevilla, el Borussia Mönchengladbach, el Feeyenord o el Werder Bremen. Sólo acumula seis participaciones.

¿Qué decir del Manchester City? Afronta este año sus segundas semifinales. Su posición en la clasificación histórica es la 34ª, entre el Basilea y el Spartak de Moscú, y muy por debajo de clubes más clásicos como el PSV o el Olympique de Lyon. Atlético de Madrid (17º) y Arsenal (12º), pese a hollar finales europeas, no cuentan ningún título, algo de lo que sí pueden presumir el Oporto o el Ajax, 8º y 10º respectivamente.

¿Es la historia reciente? Cierto es que las jerarquías de fútbol cambian. Benfica y Dynamo de Kiev son estadísticamente dos de los mejores equipos de la historia de la Copa de Europa, pero hoy no son relevantes. Sucede que aquí algunos clubes de la Superliga también tienen mucho que perder. El Milan, por ejemplo, lleva sin pisar la Champions League desde 2014. Su último título doméstico data de 2011. Sus seis últimos resultados en la Serie A son los siguientes: 10º, 7º, 6º, 6º, 5º, 6º. Equipos como el Sassuolo, la Roma, la Fiorentina, o el Nápoles le han mejorado con frecuencia.

¿El Arsenal? No ha jugado la Liga de Campeones desde 2017 y no pasa de la 5ª plaza en Premier League desde 2016. El Manchester United no alza un título liguero desde 2012, cosa que sí ha hecho el Leicester. En España, el Atlético ha ocupado una de las tres primeras plazas desde 2013, pero no quedan lejos los años en los que Valencia, Málaga, Sevilla, Villarreal, Mallorca, Athletic o incluso Getafe le superaban (todos ellos en la pasada década). Remontarnos un poco más atrás sería incurrir en cierta crueldad, dos temporadas en Segunda División incluidas.

¿Es la masa social? Sólo hasta cierto punto. Los dos clubes de Europa con más espectadores por partido son alemanes y, de momento, no se han unido a la Superliga (Borussia Dortmund, con unos 80.000 aficionados regulares; y Bayern de Múnich, con unos 75.000). El Shalcke 04 mete regularmente a unos 61.000 espectadores en su estadio; el Celtic de Glasgow, a unos 57.000; el West Ham, a más de 55.000; el Ajax, a 53.000; el Benfica, a 52.000; el Olympique de Marsella, a otros 52.000; e incluso el Zénit de San Petersburgo reúne cada dos semanas a unos 49.000 aficionados. Muchos de los aquí citados igualan o superan las cifras de la Superliga.

Es el dinero. Nada más y nada menos. Según Deloitte, 11 de los 14 clubes de fútbol más ricos del planeta (con una facturación anual que va de los €800 millones a los €350 millones) pertenecen a la Superliga. Los otros tres son el Paris Saint-Germain, el Bayern de Múnich y el Borussia Dortmund, candidatos a rellenar las tres misteriosas plazas anunciadas por la Superliga pero aún no asignadas. Sólo el AC Milan se queda fuera. Siete de los miembros fundadores (Real Madrid, Barcelona, City, United, Chelsea, Arsenal y Liverpool) se cuentan entre las 50 entidades deportivas más rentables del mundo. Las únicas del fútbol.

La motivación y la justificación de la Superliga es económica, no deportiva. Una liga cerrada que anule el riesgo deportivo (perder ante el Leicester, el Sevilla o el Atalanta de turno) y que dispare los ingresos de los clubes miembros a los €4.000 millones anuales. Nada a lo que el fútbol no esté acostumbrado. Una amenaza de ruptura similar ya gestó la actual Champions League, enterrando en el recuerdo una Copa de Europa más horizontal y abierta a los clubes humildes. 

Imagen: GTRES

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