SuperShe, la isla finlandesa donde los hombres están prohibidos (y las mujeres pobres, también)

SuperShe, la isla finlandesa donde los hombres están prohibidos (y las mujeres pobres, también)
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Fjardskar solía ser una de las miles de islas anónimas, en la mayor parte de los casos deshabitadas, desperdigadas frente a la costa de Torsö, a unos ochenta kilómetros al este de Helsinki, Finlandia. Su sino cambió para siempre cuando Kristina Roth, ex-ejecutiva neoyorquina, tuvo una idea que cambiaría su carrera y a la propia isla para siempre: construir un espacio libre de hombres, dedicado en exclusividad para la reflexión, el placer y la autorrealización femenina.

Una isla donde los varones tuvieran prohibido el paso. SuperShe.

¿Qué es? Un proyecto dedicado, a priori, a las mujeres de todo el mundo. Se inauguró en junio y más de 7.000 mujeres solicitaron plaza para disfrutar de la experiencia. Sólo accedieron 2.000 tras un exhaustivo y exigente proceso de selección por parte de Roth. Las afortunadas podrán disfrutar de una semana de yoga (mucho yoga), talleres, relajación y conocimiento mutuo repartidas en las cuatro cabinas para ocho personas levantadas por SuperShe. Muy nórdicassu, muy cozy.

¿Por qué? Roth quería construir un espacio libre de hombres. O mejor dicho, como ella misma ha manifestado en numerosas entrevistas, "para mujeres". La isla tomó relevancia hace algunos meses por la expresa exclusión de los hombres: sin embargo, en esencia, afirma Roth, busca servir de nodo para mujeres que deseen "liberarse" de distracciones superfluas (hombres) en sus entornos diarios. "Las mujeres necesitan estar con otras mujeres", expresa la web, en búsqueda de un "bienestar" físico y mental capaz de empoderarlas. Un espacio seguro chic.

¿Por cuánto? He aquí el motivo de controversia: los cursos/vacaciones/estancias cuestan alrededor de €4.000 a la semana. Para una mujer común y corriente de Europa o América el montante representa varios meses de sueldo. SuperShe tiene un evidente componente elitista y clasista: sólo las mujeres con muchísimo dinero (y con escasa necesidad de gastarlo en otras cuestiones cruciales) puede acceder a tan bucólico rincón feminista libre de presencia masculina.

¿Es polémico? Sí. Ha sido criticado desde sectores feministas por su marcado carácter excluyente, y por explotar la causa y el modus operandi de los lugares seguros a costa de un negocio de lujo. Quienes lo han disfrutado lo han descrito como un destino de tintes new age (hola yoga, hola Rajneeshpuram) para la generación Instagram, repleto de conceptos abstractos (como la conexión con el yo mamífero), decoración nórdica, camas de €150.000, dieta orgánica cuqui, meditación, actividades de aventura y charlas con expertos.

Todo ello pasado por el filtro de la autosuperación personal en clave feminista.

¿Hay otros? Sí, aunque no tan caros. SuperShe es la manifestación más exagerada de la explotación económica de la causa feminisa (una, por otro lado, antigua). The Wing cuenta con oficinas de co-working exclusivamente femeninas por todo EEUU, y ya ha saltado a Londres (sólo cuesta €2.000 al año); AllBright es el reverso feminista de los exclusivos y tradicionales clubes de hombres; y en Suecia se celebró este año y por primera vez The Statement, un festival de música dedicado única y exclusivamente a mujeres. Espacios seguros, a buen precio.

Imagen: SuperShe

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