El toque de las campanas españolas es un lenguaje en sí mismo. Y ahora también Patrimonio de la Humanidad

El toque de las campanas españolas es un lenguaje en sí mismo. Y ahora también Patrimonio de la Humanidad
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Campana: 1.f. Instrumento metálico, generalmente en forma de copa invertida, que suena al ser golpeada por un badajo o por un martillo exterior.

He ahí lo que dice el Diccionario de la Real Academia Española (RAE) en su primera acepción cuando se busca el término “campana”. Como ocurre con frecuencia, de la teoría a la práctica, del instrumento al uso, va sin embargo un largo, larguísimo trecho, rico en matices y significados, que en este caso ha querido reconocer con todas sus letras —y sonidos— la mismísima UNESCO.

Su Comité del Patrimonio Cultural Inmaterial acaba de declarar al toque manual de campanas español un tesoro lo suficientemente importante como para ponerlo en valor y, lo que resulta más interesante aún, salvaguardarlo para evitar que, en la medida de lo posible, acabe perdiéndose.

Claro está, el foco de los expertos de la UNESCO no se centra en el instrumento, sino su manejo como medio de comunicación, el provecho que le hemos sacado a lo largo de generaciones para comunicarnos mucho antes de que nos paseásemos con smartphones en los bolsillos o llegase un par de clics en Google para estar al tanto de lo que ha pasado en el pueblo, la ciudad de al lado, el país o la otra punta del globo. Eso sí, sin palabras. Todo a golpe de badajo.

Puro campanaamuertismo.

Un "medio de comunicación de masas"

“Los toques de campana eran con seguridad el más importante medio de comunicación de masas en la sociedad tradicional. Informaban sobre hechos importantes para el grupo, emitiendo mensajes con connotaciones espaciales, temporales y de representación social —explicaba hace ya más de cuatro décadas Françesc Llop i Bayo—. No solo informaban: estaban reforzando al mismo tiempo una manera de ver el mundo, organizar el tiempo y el espacio y estructurar la sociedad”.

Llop i Bayo, antropólogo y campanero, recuerda además que aunque había ciertas tradiciones culturales “de alcance más o menos regional”, buena parte de su traslado a la práctica, como los mensajes o las técnicas, solían atenerse a “formas poco más que comarcales”.

Para entender la importancia que tuvieron en su día viene bien además recordar dos claves, más allá de los avances tecnológicos: primero, que las torres de los campanarios solían marcar el skyline de las villas como el punto más elevado; y, segundo, e igual de importante, que al sonar en pueblos pequeños y sin un volumen de tráfico alto, su sonido llegaba a casi todas las esquinas.

A las puertas ya de 2023, con muchas campanas motorizadas o incluso desmontadas y la figura de los campaneros en decline, la UNESCO ha querido mover ficha para incluir ese lenguaje, el toque manual de campanas español, en la Lista Representativa Cultural Inmaterial de la Humanidad.

A día de hoy perviven en España —precisan desde el Ministerio de Cultura— más de treinta modos diferentes de toque manual, “un lenguaje sonoro que se ha mantenido a lo largo de los siglos como un medio de comunicación comunitario”. “Con un amplio repertorio de formas y técnicas, tanto en el ámbito religioso como en el civil, los toques de campana han regulado multitud de aspectos de la vida festiva, ritual, laboral y cotidiana en todo el territorio español”, anota el departamento de Iceta.

"Existe una gran variedad de sonidos determinados por las técnicas —tañido, giro o medio giro— combinadas con la habilidad de los campaneros y las características físicas y propiedades acústicas de las campanas, torres y campanarios. Los elementos convergen para crear un repertorio profundo y rico", concuerda la UNESCO, que subraya su uso también fuera de la esfera religiosa: "El toque ha servido como medio de expresión y comunicación en España, cumpliendo una serie de funciones sociales, desde el intercambio de información, hasta la coordinación, protección y cohesión".

A efectos prácticos, Cultura recalca que el paso que acaba de dar el comité de la UNESCO permitirá defender el lenguaje, poniéndolo en valor, y “asegurar la continuidad” de la tradición. “Contribuye a proteger unos sistemas de comunicación, casi siempre únicos, al borde de la extinción por la falta de campaneros, figura fundamental para salvaguardar esta práctica ancestral”, subraya.

La decisión la han aplaudido los propios expertos, que lo reciben como “un antes y un después”. Así lo ha defendido en una entrevista en Canal 24 horas Antonio Berenguer, de la asociación valenciana Campaners d´Albaida, una de las promotoras de la candidatura. La decisión se ha tomado en Rabat, hasta donde se han trasladado algunos representantes del sector para hablar ante el comité.

El toque de campana no es el único fichaje del patrimonio inmaterial avalado por la UNESCO. Sus expertos han decidido poner en valor otro de los tesoros probablemente menos valorados de la cultura europea, en este caso gastronómica: la baguette de pan francesa. El objetivo, “honrar el saber hacer” de los artesanos y “celebrar toda una cultura” creado en torno a su figura.

Imagen de portada: Ministerio de Cultura

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